El Lancet, un dron kamikaze desarrollado por Rusia, se ha destacado como una herramienta letal en la guerra con Ucrania, capaz de localizar y neutralizar objetivos hasta a 65 kilómetros de distancia con una precisión devastadora.
Este artefacto ha demostrado su capacidad para aniquilar tanques Leopard, piezas de artillería e incluso aeronaves en tierra, convirtiéndose en un elemento crítico en el análisis del comandante en Jefe de Ucrania, Valerii Zaluzhnyi, sobre la dinámica del campo de batalla.
Inicialmente, su presencia era esporádica, con algunos ejemplares siendo desplegados mensualmente. Sin embargo, hacia julio de 2023, se anticipaba un incremento exponencial en su despliegue, expectativa que no se materializó debido a interrupciones en su suministro.
A huge explosion occured at the Zagorsk optical-mechanical plant in Sergiev Posad, Russia. pic.twitter.com/TgSWwKOB6p
— NOELREPORTS 🇪🇺 🇺🇦 (@NOELreports) August 9, 2023
Medios rusos publicaron un video de Zala Aero, la compañía detrás del Lancet, donde se veía a su director general, Aleksandr Zakharov, en un recorrido por una nueva planta de producción, insinuando un aumento significativo en la fabricación de estos drones.
Este panorama parecía presagiar un agravamiento de las hostilidades para Ucrania, pero, contrariamente a las expectativas, el número de ataques con Lancets disminuyó notablemente. Información del grupo de inteligencia operativa ucraniano Molfar sugiere que esta disminución podría ser el resultado de un ataque preciso por parte de Ucrania.
Impacto y consecuencias de la interrupción en la producción de lancetas
El 9 de agosto, una explosión en la Planta Óptico-Mecánica de Zagorsk (ZOMZ) en Sergiyev Posad, cerca de Moscú, marcó un punto de inflexión. TASS, medio de comunicación estatal ruso, reportó el incidente, detallando considerables daños materiales y humanos. ZOMZ, establecida en 1935, es reconocida por su producción de equipos ópticos de alta precisión, pero este evento puso en evidencia su papel en el complejo militar-industrial ruso.
A pesar de las especulaciones iniciales sobre un ataque con drones ucranianos, estas fueron rápidamente descartadas, atribuyendo la causa a un incidente con una empresa de pirotecnia.
Este suceso, sin embargo, subraya la vulnerabilidad de infraestructuras críticas en el contexto de conflictos modernos, planteando interrogantes sobre la seguridad y la continuidad operativa en la producción de medios bélicos avanzados como el Lancet.
Vulnerabilidades en la cadena de suministro de pirotecnia y su impacto en la seguridad
Piro Ross, reconocido suministrador de fuegos artificiales para el Ministerio de Defensa ruso, ha enfrentado desafíos de seguridad antes, evidenciados por un desafortunado incidente en 2019 durante un espectáculo en Minsk, Bielorrusia, que resultó en una víctima mortal y varios heridos.
La responsabilidad recayó sobre Piro Ross, llevando a la detención de dos empleados. Este incidente destaca las preocupaciones de seguridad en torno a la empresa, que ha jugado un papel prominente en celebraciones estatales rusas, incluyendo el 850 aniversario de Moscú.
Pese a su estatus como proveedor principal de pirotecnia para el Ministerio de Defensa, Piro Ross ha tenido problemas legales y financieros, culminando en una declaración de bancarrota en marzo de 2023 tras ser multada y enfrentarse a reclamaciones por retrasos en entregas.
La detención del director general de Piro Ross, Sergei Chankaev, añade una capa de complejidad a la situación, especialmente dada su negativa sobre la relación de su empresa con la explosión en ZOMZ.
La investigación de Molfar sobre la explosión en ZOMZ sugiere una posible intervención mediante un dron, contradiciendo las afirmaciones oficiales que descartan la implicación de un artefacto aéreo no tripulado.
Esta hipótesis se ve reforzada por testimonios que apuntan a un ataque dron previo al incidente, planteando la posibilidad de que Ucrania estuviera detrás de esta estrategia dirigida a debilitar las capacidades militares rusas.
La magnitud de la explosión, que excede lo esperable de un pequeño dron, indica que el objetivo pudo haber sido material explosivo almacenado en la planta, actuando el dron como un detonante que amplificó el impacto de la explosión.
Este evento subraya la fragilidad de infraestructuras críticas y la importancia de asegurar cadenas de suministro vulnerables a sabotajes, reafirmando la necesidad de reevaluar medidas de protección y vigilancia ante la sofisticación creciente de las tácticas de guerra moderna.
Interrogantes en la estrategia de Ucrania y el impacto en la industria óptica militar
La pregunta surge inevitablemente: ¿Por qué Ucrania tendría interés en atacar una planta conocida por la producción de gafas para ópera? La respuesta se encuentra en la diversificación productiva de ZOMZ, que incluye la fabricación de prismáticos y visores militares.
La revelación de un contrato con el gobierno ruso para el desarrollo de tecnología óptica para el avanzado bombardero Messenger indica una relación más profunda entre ZOMZ y el sector de defensa, sugiriendo que la planta desempeñaba un papel crucial en el suministro de componentes ópticos para el arsenal ruso, incluidos posiblemente para drones como el KUB y el Lancet.
A pesar de la falta de evidencia directa que vincule a ZOMZ con ZALA Aerospace, la productora del Lancet, la coincidencia temporal entre el contrato del Messenger y la explosión en la planta sugiere un posible intento de Ucrania de interrumpir la cadena de suministro de componentes críticos para la fabricación de drones.
La dinámica cambiante en el uso de drones y su producción
El Lancet, desde su presentación en 2019 y su despliegue en Siria hasta su aparición tardía en el conflicto ucraniano, ha mostrado un patrón fluctuante en su despliegue. A pesar de una tasa de éxito estimada del 30%, la evidencia sugiere que la producción y eficacia del Lancet han enfrentado obstáculos significativos.
La tendencia registrada de los ataques con Lancet, con un pico en julio seguido de un declive notable, coincide con la explosión en ZOMZ, lo que podría implicar una interrupción en la fabricación de componentes esenciales, como las cámaras ópticas.
El reconocimiento por parte del ministro ruso de Defensa sobre la producción de drones en 2023, junto con el análisis de Samuel Bendett, señala una reducción en la producción del Lancet, lo que refleja las dificultades en mantener el ritmo deseado de fabricación ante posibles interrupciones en la cadena de suministro.
Esta situación destaca no solo la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas ante acciones de sabotaje, sino también la dependencia de tecnologías y componentes importados en la producción de drones avanzados como el Lancet.
Este panorama complejo sugiere que cualquier interrupción en la producción de componentes clave puede tener un impacto desproporcionado en la capacidad de un país para mantener sus operaciones militares aéreas no tripuladas, enfatizando la importancia estratégica de asegurar y proteger las cadenas de suministro en el contexto de la guerra moderna.
La reducción observada en la producción del Lancet subraya la fragilidad de estas cadenas frente a tácticas de guerra híbridas y la necesidad de adaptar estrategias de defensa y manufactura a esta realidad cambiante.
Adaptación y estrategias ante el aumento de la producción de drones
La capacidad de Rusia para recuperarse tras la interrupción en la producción del Lancet evidencia una adaptación estratégica frente a los desafíos impuestos por Ucrania y las sanciones internacionales.
La cifra de ataques documentados en enero, alcanzando los 139, supera los registros previos a la interrupción, señalando un esfuerzo significativo por parte de Rusia para aumentar sus capacidades de guerra no tripulada. Sin embargo, la disminución observada después de agosto pone de relieve la dependencia de la industria de drones rusa en componentes específicos, cuya adquisición se ve obstaculizada por las restricciones internacionales.
En respuesta a esta escalada, Rusia ha intensificado sus esfuerzos para ser autosuficiente en la producción de drones, destacando el traslado de la producción del Shahed, previamente importado de Irán, a territorio ruso. Este cambio estratégico busca no solo eludir las sanciones sino también responder a la creciente demanda de drones para operaciones ofensivas, con planes ambiciosos de aumentar la producción a miles por mes.
Paralelamente, Ucrania está fortaleciendo sus sistemas de defensa antiaérea y buscando apoyo internacional adicional para contrarrestar la amenaza que representan los drones Shahed fabricados en Rusia. La estrategia ucraniana enfatiza la importancia de prevenir la producción y despliegue de drones por parte de Rusia, adoptando una postura proactiva mediante ataques de precisión contra instalaciones energéticas y, potencialmente, contra centros de producción de drones localizados en estructuras civiles repurposadas, como antiguos centros comerciales.
Este enfoque, denominado “a la izquierda del lanzamiento”, sugiere una táctica preventiva que busca disminuir la capacidad de Rusia para fabricar y desplegar drones, atacando la cadena de suministro y producción antes de que estos dispositivos puedan ser utilizados en el campo de batalla. La guerra en curso entre Ucrania y Rusia destaca el papel emergente de los drones en la estrategia militar moderna, donde la capacidad de interrumpir o neutralizar la producción enemiga de estas herramientas puede determinar el éxito en el teatro de operaciones.
Nos encontramos en 2024, y el enfrentamiento entre drones se está convirtiendo en un aspecto crítico de la guerra moderna, donde la capacidad de cada bando para innovar, adaptarse y anticipar los movimientos del adversario será clave para mantener la ventaja estratégica.
La guerra de drones contra drones refleja no solo un cambio en las tácticas de combate sino también en la gestión de recursos y la política internacional, enfatizando la necesidad de estrategias multifacéticas que aborden tanto la producción como el uso de estas tecnologías en el contexto de conflictos contemporáneos.