El B-52 Stratofortress, icónico bombardero de la Guerra Fría, sigue activo gracias a constantes mejoras, proyectándose hasta 2040.
El segmento de vuelo comercial más largo es actualmente la conexión entre el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy (JFK) de Nueva York y el Aeropuerto Changi de Singapur (SIN). Con una distancia de 9.526 millas (15.332 km), esta ruta tarda aproximadamente 18 horas y 40 minutos en completarse. Los pasajeros tienen la oportunidad de descansar durante nueve horas, que es solo la mitad del tiempo total de vuelo.
Sin embargo, esta distancia palidece en comparación con las que suelen volar algunos aviadores militares. Es práctica común de las Fuerzas Aéreas de EE. UU. desplegar sus bombarderos estratégicos de largo alcance en misiones de CONUS a CONUS, cubriendo distancias desde el corazón de América hasta Europa o Asia y de vuelta, sin oportunidad de probar la cocina local, a pesar de las impresionantes vistas.
Despliegue estratégico: Un vuelo que redefine fronteras
Recientemente, esta rutina se vio alterada para dos bombarderos B-52 Stratofortress pertenecientes a la 2ª Ala de Bombarderos de las Fuerzas Aéreas de EE. UU. en la Base Aérea de Barksdale, Luisiana.
En una misión sin precedentes, estos aviones realizaron un vuelo directo de 30 horas a la Instalación de Apoyo Naval Diego García, en el Océano Índico, bajo jurisdicción británica, como parte de una operación de la Bomber Task Force.
El objetivo de esta maniobra era mejorar la preparación y el adiestramiento para hacer frente a cualquier crisis o desafío mundial emergente, reafirmando al mismo tiempo la capacidad de respuesta y el compromiso de las fuerzas estadounidenses con las complejidades de la seguridad internacional.
“Las misiones ejecutadas por la fuerza de bombarderos ponen de relieve nuestra capacidad de despliegue rápido en apoyo de las directrices del comandante en el campo de batalla”, declaró el mayor Joshua Dawkins, jefe de operaciones del 96º Escuadrón de Bombarderos.
Diego García: epicentro estratégico del Indo-Pacífico
Situada en el centro del Océano Índico, la isla de Diego García emerge como un pilar clave para las operaciones militares de Estados Unidos, proporcionando una capacidad inigualable para proyectar poder y respuesta rápida en todo el vasto Indo-Pacífico, según declaraciones de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. Desde la década de 1970, esta instalación naval ha sido un bastión de la presencia militar estadounidense en la región.
La isla ha acogido bombarderos B-1B Lancer desde 2021 y recibió la última visita de un B-52 en 2020, lo que demuestra la importancia táctica de Diego García dentro de la zona de responsabilidad del Mando Indo-Pacífico de Estados Unidos.
Más allá de su valor estratégico, las Fuerzas Aéreas han utilizado esta ubicación como punto intermedio para redesplegar bombarderos en la zona de operaciones del Mando Central de Estados Unidos. Esta maniobra se alinea con el reciente despliegue de B-52 desde la base aérea de Minot, en Guam, que se prolongó desde finales de enero hasta principios de este mes.
B-52 Stratofortress: Más de siete décadas de supremacía aérea.
El B-52, un legado de la Guerra Fría, ha superado las expectativas de longevidad, sirviendo más tiempo del que han vivido sus tripulantes actuales, y se prevé que continúe en operaciones hasta la década de 2040 o más allá, gracias a múltiples actualizaciones a lo largo de su servicio. Descendientes directos de los primeros pilotos y tripulantes podrían estar al mando en el momento de su jubilación.
A lo largo de sus impresionantes siete décadas de servicio activo, el B-52 ha sido objeto de constantes mejoras. Entre ellas, la integración del radar AESA AN/APG-79 de Raytheon, la modernización de sus sistemas de navegación y comunicaciones, y la instalación de una cortina de privacidad en los aseos, lo que ha mejorado significativamente sus condiciones de misión.
De los 744 aviones construidos, el último de los cuales se entregó en octubre de 1962, 76 permanecen hoy en el arsenal de las Fuerzas Aéreas estadounidenses. De ellos, 58 están en servicio activo entre las Alas de Bombardeo 2ª y 5ª, mientras que 18 están en reserva en el Ala de Bombardeo 307ª.
Además, una docena permanecen almacenados a largo plazo en el “Boneyard” de la Base Davis-Monthan de la Fuerza Aérea, garantizando que los B-52 sigan surcando los cielos de todo el mundo.