El F-35 Lightning II se convirtió en un activo clave para las Fuerzas Armadas de EE. UU. y sus aliados tras ganar la competición Joint Strike Fighter (JSF) contra el Boeing X-32 en la década de 1990.
La competición Joint Strike Fighter y su impacto estratégico
Antes de que el F-35 entrara en producción y proliferara, tuvo que ganar su lugar en una competencia directa con otro concepto de caza: el Boeing X-32.
En los años 90, EE. UU. lideró una monumental competencia de contratos: el Joint Strike Fighter o JSF. Este proyecto marcó un cambio drástico en la estructuración del poder aéreo estadounidense. Durante la Guerra Fría, las aeronaves se diseñaban para cumplir una sola función y hacerlo bien. Por ejemplo, el A-10 se construyó para proporcionar apoyo aéreo cercano, y el F-15 se diseñó exclusivamente para la superioridad aérea.
Sin embargo, este enfoque de diseño específico resultaba costoso y complejo en términos logísticos. Las fuerzas de EE. UU. buscaban algo más simple y eficiente, lo que culminó en el JSF: un caza versátil que simplificaría la adquisición, el entrenamiento y el mantenimiento.
El concepto detrás del Boeing X-32 y su diseño innovador
El JSF no solo se concibió para simplificar la estructura de las fuerzas estadounidenses, sino también la de toda la red de aliados de EE. UU. El producto final del JSF serviría en el Reino Unido, Italia, Canadá, Países Bajos, Australia, Dinamarca, Alemania, Noruega, Japón y Singapur. Todos usarían el mismo JSF, lo que permitiría una mejor sincronización y conectividad de red.
Se presentaron cuatro propuestas al JSF, de las cuales dos fueron seleccionadas para pruebas de prototipo. El primer prototipo fue el ancestro del F-35, el Lockheed X-35. El segundo fue el perdedor de la competencia, el Boeing X-32, que ha caído en el olvido, recordado más que nada por su apariencia poco atractiva.
Visualmente, el X-32 destacaba por su inusual toma de aire del motor, situada centrada debajo del morro del avión. La toma de aire era extraña, amplia y angular, mientras que el fuselaje presentaba una estética abultada bajo una configuración de ala delta.
Enfoque de costos y rendimiento del Boeing X-32
El objetivo principal de Boeing al diseñar el X-32 no era crear un avión atractivo, sino resaltar los bajos costos de fabricación y ciclo de vida. Por ello, el X-32 se construyó alrededor de una gran ala delta de una sola pieza de fibra de carbono, que serviría como base para múltiples variantes del X-32.
La compañía también creó un sistema de vectorización de empuje de elevación directa simple para el X-32, que podría intercambiarse fácilmente por toberas de vectorización de empuje que habilitaran despegues cortos y aterrizajes verticales (STOVL).
Sin embargo, las pruebas de vuelo del X-32 no fueron particularmente eficientes. Un equipo de mecánicos tenía que reconfigurar el avión entre los modos STOVL y supersónico en el suelo, mientras que la entrada de Lockheed podía reconfigurarse entre estos modos en pleno vuelo.
Resultado y legado del Boeing X-32
No sorprende que los evaluadores del JSF favorecieran el X-35. Como resultado, el X-32 fue descartado y nunca se produjo en masa. Solo se construyeron dos X-32. Uno se encuentra en el Museo Nacional de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, y el otro en el Museo Naval del Río Patuxent.
A pesar de no haber ganado el contrato JSF, el X-32 ofrece valiosas lecciones sobre la importancia de la adaptabilidad y la eficiencia en el diseño de aeronaves de combate. Su legado reside en su contribución a la evolución de los cazas multifuncionales.
El fracaso del X-32 no disminuye la relevancia del proceso competitivo que llevó a la creación del F-35, el cual hoy en día es un pilar esencial de las Fuerzas Armadas de EE. UU. y sus aliados.