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¿Cazas GCAP para Canadá? El F-35 tiene algo que decir al respecto

26 de mayo de 2025
GCAP

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Canadá reconsidera su compra de 88 cazas F-35 y explora el GCAP, liderado por Reino Unido, Japón e Italia, para un avión de sexta generación.

Canadá reconsidera el F-35 y mira hacia el GCAP

En abril de 2025, el interés de Canadá y Australia en unirse al Programa Aéreo Global de Combate (GCAP) marcó un punto de inflexión en la planificación de defensa de ambos países. Este programa, liderado por el Reino Unido, Japón e Italia, busca desarrollar un caza de sexta generación para 2035, integrando tecnologías avanzadas como inteligencia artificial (IA), sigilo y sensores de próxima generación. La decisión de Ottawa de reevaluar su compromiso de adquirir 88 aviones F-35 de Lockheed Martin, valorado en 19 mil millones de dólares canadienses, responde a tensiones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos, exacerbadas por declaraciones del presidente Donald Trump y el secretario de Defensa Pete Hegseth en marzo de 2025. Estas tensiones, incluyendo una tarifa del 25% sobre importaciones canadienses, han llevado al primer ministro Mark Carney a cuestionar la dependencia de Canadá en equipos militares estadounidenses.

El GCAP representa una alternativa atractiva para Canadá, que busca diversificar sus alianzas de defensa y reducir su dependencia de Washington. El programa, iniciado en diciembre de 2022, combina la experiencia del Reino Unido e Italia, socios históricos en proyectos como el Tornado y el Eurofighter Typhoon, con la capacidad tecnológica de Japón, que aporta avances del programa Mitsubishi F-X. La aeronave proyectada, diseñada sin cola para maximizar el sigilo, integrará IA para correlacionar datos de múltiples sensores y gestionar sistemas de armas avanzados, ofreciendo capacidades superiores a los cazas de quinta generación como el F-35. Sin embargo, el cronograma del GCAP, que prevé la entrada en servicio para 2035, plantea desafíos significativos para Canadá, cuya flota de CF-18 Hornet debe ser reemplazada antes de 2032 debido a su obsolescencia.

El interés canadiense en el GCAP se formalizó tras una consulta parlamentaria en el Reino Unido el 25 de marzo de 2025, cuando el diputado David Chadwick preguntó si se había considerado invitar a Canadá. La ministra de Defensa británica, Maria Eagle, respondió el 1 de abril que, aunque Canadá no es un participante formal, los tres países socios están abiertos a colaboraciones que no retrasen el programa. Esta apertura se ve reforzada por la membresía de Canadá en la alianza de inteligencia Five Eyes, que facilita la interoperabilidad y confianza estratégica con el Reino Unido, Japón e Italia, todos operadores o futuros operadores del F-35.

Las tensiones con Estados Unidos han impulsado a Canadá a explorar alternativas europeas, como el Saab Gripen E/F de Suecia y el Dassault Rafale de Francia, que compitieron en la licitación de 2023 donde el F-35 resultó seleccionado. El Gripen, que quedó en segundo lugar, ofrece costos de adquisición y operación significativamente más bajos, con la ventaja adicional de un posible ensamblaje en Canadá y transferencia de propiedad intelectual. Por su parte, el Rafale, probado en combate, proporciona capacidades polivalentes superiores en misiones aire-tierra, aunque ambos son cazas de generación 4.5, lo que los hace menos avanzados frente a amenazas futuras en comparación con un caza de sexta generación como el del GCAP.

Datos clave sobre el GCAP y la decisión de Canadá

  • Cronograma del GCAP: Desarrollo formal inicia en 2025, con un demostrador en 2027 y entrada en servicio en 2035.
  • Costo del F-35: Cada unidad, incluyendo infraestructura, cuesta aproximadamente 150 millones de dólares, frente a los 85 millones de un Gripen.
  • Flota canadiense actual: 80 CF-18 Hornet, con retiro programado para 2032 debido a su antigüedad.
  • Inversión canadiense en F-35: Desde 1997, Canadá ha invertido 500 millones de dólares en el programa, asegurando contratos por 1.8 mil millones para empresas locales.
  • Capacidades del GCAP: Sigilo avanzado, IA para gestión de datos y armas, y capacidad para operar con plataformas autónomas colaborativas.

Desafíos y alternativas para la modernización aérea canadiense

La reconsideración del F-35 por parte de Canadá responde a preocupaciones sobre la soberanía tecnológica. El F-35 depende de servidores de Lockheed Martin en Estados Unidos para mantenimiento y actualizaciones de software, lo que plantea riesgos en caso de deterioro en las relaciones bilaterales. Rebecca Miller, directora de relaciones globales de Lockheed Martin, negó la existencia de un “interruptor de apagado” en los F-35, asegurando que los clientes reciben toda la infraestructura necesaria para su operación. Sin embargo, un ciudadano canadiense expresó a EurAsian Times el temor de que Estados Unidos pueda restringir el acceso a repuestos o actualizaciones, dejando vulnerable la defensa aérea de Canadá.

El Gripen E/F y el Rafale ofrecen ventajas económicas y operativas, pero su falta de capacidades de quinta generación limita su viabilidad a largo plazo frente a amenazas avanzadas, como los cazas rusos Sukhoi T-50 o equivalentes chinos, que podrían dominar los cielos en las próximas décadas. Además, operar una flota mixta de F-35 y aviones europeos implicaría desafíos logísticos significativos, incluyendo regímenes de entrenamiento separados, hangares distintos y cadenas de suministro diferenciadas, algo que la Real Fuerza Aérea Canadiense (RCAF) ha evitado históricamente por su alto costo.

El GCAP, por otro lado, promete un avión con capacidades superiores al F-35, incluyendo el doble de carga útil de armas y la capacidad de formar cadenas de eliminación independientes mediante sensores avanzados. Sin embargo, un exfuncionario de defensa canadiense, citado por 19FortyFive, destacó que el cronograma del GCAP es un obstáculo crítico. Con los CF-18 acercándose al final de su vida útil, Canadá enfrentaría un vacío de tres años si opta por esperar al GCAP, lo que podría comprometer su capacidad de defensa aérea, especialmente en el contexto de las obligaciones con el Comando de Defensa Aérea de América del Norte (NORAD).

La participación en el GCAP también ofrecería beneficios económicos. Empresas canadienses como Bombardier han advertido que cancelar el contrato del F-35 podría arriesgar contratos con el Pentágono, pero unirse al GCAP podría generar empleos y oportunidades de innovación en el sector aeroespacial canadiense, similar a los beneficios obtenidos por Canadá en el programa F-35, donde 66 empresas locales han asegurado contratos por 435 millones de dólares canadienses hasta 2012.

Contexto geopolítico y estratégico de la decisión

Las tensiones entre Canadá y Estados Unidos, desencadenadas por la retórica de Trump sobre la anexión económica de Canadá y la imposición de tarifas, han generado un cambio en la percepción de Ottawa sobre su relación con Washington. El ministro de Defensa, Bill Blair, anunció en marzo de 2025 que Canadá buscará activamente alternativas al F-35, con un enfoque en opciones que permitan el ensamblaje local y la autonomía tecnológica. Esta postura refleja un esfuerzo más amplio por fortalecer la soberanía de defensa, alineándose con aliados europeos y asiáticos en el GCAP.

El GCAP no solo ofrece una solución tecnológica avanzada, sino que también refuerza los lazos estratégicos con el Reino Unido, Japón e Italia, todos miembros de la alianza Five Eyes o con fuertes vínculos con Canadá. Sin embargo, la decisión de unirse al GCAP requeriría la aprobación unánime de los tres países socios, y cualquier retraso en el programa podría complicar aún más los planes de modernización de la RCAF. Mientras tanto, la exploración de opciones como el Gripen o el Rafale podría servir como una solución provisional, aunque menos ideal para enfrentar los desafíos de combate del futuro.

En conclusión, la reconsideración de Canadá sobre el F-35 y su interés en el GCAP reflejan un cambio estratégico hacia la diversificación de alianzas y la búsqueda de autonomía en defensa. Sin embargo, los desafíos logísticos, económicos y temporales asociados con el GCAP y las alternativas europeas complican la decisión, dejando a Canadá en una encrucijada crítica para modernizar su fuerza aérea mientras cumple con sus compromisos de defensa continental.

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