En las últimas dos décadas, la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación de China (PLAAF) ha logrado avances significativos, esforzándose por igualar las capacidades de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Un informe reciente del Pentágono resalta cómo la PLAAF se ha transformado en un competidor formidable, si no igual, de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Específicamente, en un posible enfrentamiento sobre Taiwán, la fuerza aérea china podría superar a la estadounidense gracias a su superioridad numérica. Los estrategas militares chinos han diseñado un plan de 96 horas para obtener supremacía aérea sobre Taiwán, incluyendo ataques precisos a infraestructuras vitales y un ataque de decapitación dirigido al gobierno taiwanés. Estas estrategias serían la vanguardia de una potencial invasión a Taiwán.
China y su fuerza aérea: Preparada para un potencial enfrentamiento con EE. UU.
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Además, China aspira a desarrollar una fuerza aérea lo suficientemente robusta para neutralizar las defensas de Taiwán y proteger su territorio y fuerzas de invasión ante posibles represalias de Estados Unidos y sus aliados en la región.
En este proceso, China no solo ha aumentado su arsenal aéreo, sino que también ha progresado tecnológicamente, desarrollando aviones de guerra de quinta generación que buscan competir con el F-22 Raptor y el F-35 de Estados Unidos. Aunque algunos expertos tecnológicos argumentan que estos aviones chinos no alcanzan la eficacia y sigilo de sus homólogos estadounidenses, la estrategia china no requiere de perfección técnica, sino de suficiencia operativa.
Esta doctrina, que se alinea con el principio maoísta de que “la cantidad tiene calidad propia”, se complementa con la idea de que “la geografía dicta el destino”. Los objetivos estratégicos de China, incluyendo el norte de la India, los mares del Sur y del Este de China y Taiwán, se encuentran en proximidad a su litoral, en contraste con la lejanía geográfica de Estados Unidos.
Superioridad numérica y tecnológica de China frente a desafíos estratégicos de EE. UU.
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El Ejército estadounidense enfrenta el complejo desafío de proyectar su poder militar a través de grandes distancias, dependiendo significativamente de la colaboración de aliados regionales para obtener derechos de base y reabastecimiento de combustible.
Esta necesidad se ve agravada por la posición geográfica de China, que le otorga una ventaja comparable a jugar en casa. Además, China posee una impresionante capacidad industrial, que le permite fabricar aviones de guerra a gran escala y con relativa facilidad.
La menor sofisticación tecnológica de los aviones chinos, en comparación con los modelos estadounidenses, paradójicamente representa una ventaja para China. La razón principal es que sus aviones pueden ser reemplazados a un ritmo más rápido y fiable que lo que Estados Unidos puede lograr en términos de despliegue, reparación y sustitución. Un claro ejemplo de esta situación es el F-22 Raptor.
![J-20](https://israelnoticias.com/wp-content/uploads/2024/01/J-20-3-il.webp)
A pesar de ser un activo crucial en los escenarios de guerra del Pentágono, su número es limitado. Si bien estos aviones son más avanzados que las generaciones anteriores, enfrentan riesgos significativos cuando se oponen a un número mayor de cazas chinos.
Esta situación se ve acentuada por el hecho de que el inventario chino de aviones de combate furtivos está en camino de superar al de Estados Unidos. Por otro lado, el F-35, que es el sustituto preferido del ejército estadounidense para su flota envejecida de aviones de guerra de cuarta generación, presenta varios problemas inherentes a su diseño y operatividad. Su vulnerabilidad y los desafíos en el mantenimiento aumentan las preocupaciones sobre la eficacia de esta aeronave en un posible conflicto.
Vulnerabilidades de EE. UU. en tecnología aérea y estrategia global frente a China
En primer término, es crucial destacar que China accedió ilegalmente a los diseños detallados del F-35 durante la operación cibernética Titan Rain en 2005. Este acto de espionaje les ha brindado un tiempo considerable para imitar el diseño del avión y desarrollar medidas de contramedida efectivas.
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En segundo lugar, la capacidad del F-35 como caza aire-aire no se compara con la del F-22, un factor que resalta su posible ineficacia en escenarios de combate directo. Esta situación se vio agravada por la decisión del expresidente Barack Obama de detener la producción del F-22 en 2009 como una medida de reducción de costos. Como resultado, el número actual de F-22 representa el máximo disponible para la Fuerza Aérea de EE. UU. hasta que se introduzca el nuevo avión de guerra de sexta generación, previsto para la próxima década.
En tercer lugar, el alto costo de producción y mantenimiento del F-35 lo convierte en una opción menos viable en comparación con los aviones de guerra chinos, especialmente en un contexto de guerra donde la rápida reposición de aeronaves es crucial. La limitada capacidad industrial de Estados Unidos para reemplazar estos aviones en tiempos de conflicto podría resultar en una pérdida significativa de activos y crear vulnerabilidades estratégicas en su defensa.
Además, Estados Unidos, como superpotencia con intereses globales, se enfrenta al desafío de extender sus fuerzas en múltiples regiones del mundo. En contraste, los intereses estratégicos de China se centran en áreas geográficamente cercanas a su territorio.
Esto significa que en un posible conflicto con Occidente, el teatro de operaciones estaría más cerca de China, permitiendo a Beijing adaptar sus fuerzas regionales de manera más efectiva contra las fuerzas internacionales dispersas y sobrecargadas de Estados Unidos. Esta ventaja geográfica y estratégica de China es un factor crítico en la evaluación de la dinámica de poder en un posible enfrentamiento militar.
Desequilibrios en la cadena de suministro de EE. UU. y la ventaja estratégica de China
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Los desequilibrios y las ineficiencias afectan profundamente la cadena de suministro militar de Estados Unidos, una realidad que ha sido objeto de críticas incluso por parte de altos ejecutivos de la industria de defensa, como el presidente de Raytheon.
Este escenario se complica aún más debido a que una parte significativa de esta cadena de suministro depende de China. En un escenario de conflicto entre Estados Unidos y China, es irreal pensar que Beijing permitiría un acceso sin restricciones a los suministros de guerra estadounidenses, lo que pone a Estados Unidos en una posición vulnerable.
En contraste, China ha tomado medidas proactivas para proteger y fortalecer su economía y sociedad frente a posibles sanciones económicas occidentales. Además, ha fortalecido las relaciones con potencias regionales, especialmente con Rusia, para asegurar la estabilidad de su base industrial en caso de un conflicto con Occidente. Aunque China sigue siendo vulnerable en varios aspectos, estas estrategias le proporcionan una notable ventaja estratégica.
En el contexto específico de la enorme flota aérea china y la proximidad de sus objetivos estratégicos a su territorio, China podría tener la capacidad de derrotar a la alianza liderada por Estados Unidos en un conflicto aéreo sobre Taiwán.
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La pérdida del dominio aéreo estadounidense sobre Taiwán abriría el camino para una invasión china, dejando a Taiwán aislado de sus aliados occidentales durante la duración de la invasión. A menos que Estados Unidos decida escalar el conflicto significativamente, lo cual parece improbable, China tendría una clara ventaja en esta situación hipotética.