El Su-35S ruso y el Rafale F4 francés revelan sus ventajas tácticas en maniobras poscombate, donde el control a baja velocidad define el enfrentamiento.
Su-35S y Rafale F4 compiten en el dominio del dogfight moderno
El combate visual cercano, conocido como dogfight, continúa siendo un criterio esencial para evaluar la efectividad de cazas avanzados como el Su-35S y el Rafale F4. Este análisis se enfoca en su capacidad de maniobrabilidad poscombate, una fase crítica donde se exige el control total de la aeronave tras superar el ángulo de pérdida de sustentación.
El Su-35S, desarrollado a partir del Su-27, presenta una estructura de gran tamaño, con un peso vacío de 18,400 kg y un peso máximo al despegue de 34,500 kg. Está impulsado por dos motores Saturn AL-41F1S, cada uno con 14,500 kg de empuje en poscombustión. Su punto fuerte es la vectorización de empuje tridimensional, que permite maniobras imposibles para aeronaves sin este sistema, como la Cobra de Pugachev y el Kulbit, además de giros planos extremos.
Gracias a su alto empuje y superficie alar extensa, el Su-35S puede operar eficazmente en combates visuales, especialmente en configuraciones ligeras. Sin embargo, la maniobrabilidad se ve afectada negativamente cuando transporta cargas externas o supera el 80% de su capacidad interna de combustible. A pesar de su tamaño, puede sostener maniobras de hasta +9g y mantener control en velocidades cercanas al stall.
Por otro lado, el Rafale F4, de menor tamaño y peso (10,300 kg en vacío y 24,500 kg al despegue), utiliza un enfoque distinto. Sus dos motores Snecma M88-4E ofrecen 7,500 kg de empuje cada uno. Aunque su relación empuje-peso es menor a la del Su-35S, el diseño delta-canard y el sistema fly-by-wire compensan esta diferencia al maximizar la agilidad y estabilidad.
Diferencias técnicas entre vectorización y control aerodinámico
A diferencia del Su-35S, el Rafale no dispone de vectorización de empuje, pero su configuración delta-canard optimiza la sustentación a altos ángulos de ataque, permitiéndole alcanzar hasta 30 grados sin perder el control. Su estructura puede resistir hasta +9g, aunque este límite se reduce a +5.5g cuando transporta armamento o tanques externos.
La gestión dinámica de las superficies de control permite al Rafale ajustar su comportamiento en vuelo con precisión milimétrica. Este sistema proporciona al piloto una respuesta predecible durante transiciones rápidas entre maniobras de alta y baja energía, lo que resulta fundamental en combates visuales donde se alternan velocidades de forma abrupta.
En cambio, la vectorización de empuje del Su-35S le otorga ventajas en escenarios de baja velocidad, donde puede modificar su orientación de forma independiente a su trayectoria. Este tipo de maniobras, inalcanzables para aeronaves convencionales, son útiles para realizar rotaciones agresivas y cambios de dirección instantáneos en plena pérdida de sustentación.
No obstante, el Su-35S depende en gran medida del estado de carga y del combustible restante para mantener esta capacidad. Además, el uso continuado del sistema de vectorización implica un mayor desgaste mecánico, lo que puede limitar su eficacia prolongada en combate real.
Datos técnicos clave sobre maniobrabilidad y configuración
- Empuje del Su-35S: 29,000 kg combinados con toberas vectoriales 3D.
- Ángulo de ataque del Rafale: hasta 30° con estabilidad asegurada por canards.
- Carga máxima: Rafale: 9,500 kg en 14 puntos; Su-35S: 8,000 kg en 12 puntos.
- Límites de fuerza G: Ambos alcanzan +9g en condiciones estándar.
- Relación empuje/peso (ligera): Su-35S: superior a 1:1; Rafale: ligeramente inferior.
Comparación de sistemas de puntería y armamento aire-aire
Una diferencia operativa fundamental está en la tecnología de puntería montada en el casco. El Su-35S incorpora un visor HMD que permite fijar blancos con la mirada, lo que mejora la eficacia en combates donde el avión no apunta directamente al enemigo. Este sistema se combina con misiles R-73 con guiado fuera del eje hasta 60 grados.
El Rafale F4 ha actualizado su configuración para incluir un sistema HMD equivalente. Su misil MICA IR posee capacidad de guiado tras el lanzamiento y puede emplearse en múltiples perfiles de combate, aunque su ángulo de seguimiento fuera del eje es menor al del R-73, lo que reduce ligeramente su letalidad en maniobras extremas.
Ambos cazas integran cañones de 30 mm. El Su-35S emplea el GSh-30-1 con 150 proyectiles, mientras que el Rafale monta el GIAT 30/M791 con 125 proyectiles. En enfrentamientos a corta distancia, donde los misiles no siempre pueden emplearse, estos cañones juegan un papel decisivo.
El balance entre armamento, sensores y agilidad define la supervivencia en dogfights, donde los márgenes de error son mínimos y cada segundo cuenta. Tanto el Su-35S como el Rafale pueden configurarse para optimizar su desempeño en este tipo de enfrentamiento.
Aviónica y sensores como factores de ventaja táctica
En lo referente a radar y sensores, el Su-35S cuenta con el Irbis-E, un radar PESA con capacidad de detección de hasta 400 km para blancos grandes. Aunque su resolución no es la más alta, resulta suficiente para seguimientos en escenarios de combate cerrado.
El Rafale F4 dispone del radar RBE2-AA, un sistema AESA que mejora la resistencia a interferencias y aumenta la precisión de detección en distancias cortas. Este radar le otorga mayor capacidad de respuesta en situaciones dinámicas de dogfight.
El sistema OSF (Optronique Secteur Frontal) del Rafale amplía su conciencia situacional con sensores infrarrojos capaces de detectar blancos a 80 km en condiciones ideales. Este sistema permite mantener vigilancia pasiva y complementa su radar en entornos visuales.
En términos de combate cerrado, los sensores avanzados ofrecen al Rafale una ventaja en la identificación y adquisición de blancos, mientras que el Su-35S se enfoca en el seguimiento agresivo mediante maniobras extremas asistidas por su aviónica básica pero eficaz.
Experiencia operativa y filosofía de diseño comparada
El Su-35S ha operado en entornos de combate reales como la guerra en Ucrania, donde su maniobrabilidad fue utilizada bajo condiciones hostiles. A pesar de ello, los resultados documentados sobre su desempeño exacto en combate aire-aire son limitados y difíciles de verificar.
El Rafale, por su parte, ha demostrado su eficacia en múltiples escenarios como Libia, Siria y Malí, aunque en esos casos se centró más en ataques de precisión aire-tierra y misiones de escolta. Sus capacidades de combate cerrado no han sido ampliamente puestas a prueba en situaciones reales.
Las diferencias de diseño reflejan enfoques distintos: el Su-35S se diseñó para dominar mediante maniobras físicas extremas, mientras que el Rafale se basa en equilibrio, estabilidad y tecnología de asistencia al piloto. Ambos cazas son eficaces, pero dependen de cómo se empleen tácticamente.
En ejercicios internacionales bajo condiciones controladas, el Rafale ha demostrado ser un adversario competente para cazas como los de la familia Flanker, pero dichos ejercicios no replican completamente las variables de un combate real sin restricciones.