Estados Unidos debe invertir en cazas de sexta generación o enfrentará consecuencias estratégicas y operativas significativas en defensa y seguridad.
China recluta personal militar occidental para mejorar su capacidad aérea
En el teatro de la guerra moderna, el poder aéreo es fundamental para la supremacía militar. Los recientes informes de inteligencia de la alianza Five Eyes revelan los esfuerzos estratégicos de China. La República Popular invierte significativamente en reclutar personal militar occidental, enfocados en expilotos de combate. Estos veteranos son contratados por empresas privadas chinas para entrenar a los aviadores de la Fuerza Aérea y la Marina del EPL. Este informe de Five Eyes, colaboración de inteligencia entre Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y el Reino Unido, muestra un panorama preocupante. China busca mejorar sus capacidades aéreas y obtener conocimientos sobre las tácticas, técnicas y procedimientos occidentales.
Según el informe, “el EPL quiere las habilidades y la experiencia de estos individuos para hacer más capaces sus propias operaciones aéreas militares y, al mismo tiempo, obtener conocimientos sobre las tácticas, técnicas y procedimientos aéreos occidentales”. Esta transferencia de conocimiento pone en peligro a los reclutas y sus compañeros de servicio, y amenaza la seguridad de Estados Unidos y sus aliados. La magnitud de esta amenaza no puede ser subestimada.
En Washington, la alarma ha sido sonada y el público estadounidense percibe la gravedad del desafío chino. Sin embargo, algunos políticos en Estados Unidos abogan por reducir drásticamente las inversiones en sistemas de defensa esenciales, incluyendo el programa de dominio aéreo de próxima generación y el desarrollo de un avión de combate de sexta generación. Alegan que estas reducciones ayudarían a combatir los déficits presupuestarios del país.
Reducción en inversiones de defensa, una postura peligrosa y miope
Este enfoque incrementaría los riesgos para la seguridad nacional sin ofrecer beneficios significativos en el ámbito económico. Esta postura debe ser revisada con urgencia. La historia muestra que una nación debe usar una variedad de herramientas y tácticas para contrarrestar las amenazas y asegurar la victoria.
En el ámbito de los aviones de combate, Estados Unidos debe mantener una diversidad de sistemas en producción, cada uno especializado en tareas específicas. Algunos estrategas de la Fuerza Aérea de EE. UU. están impulsando el programa Collaborative Combat Aircraft (CCA), una iniciativa destinada a probar, desarrollar e implementar combinaciones de aviones autónomos y tripulados. Este programa complementaría la flota de F-35, representando un avance prometedor. Sin embargo, algunos temen que el CCA podría reemplazar la necesidad de desarrollar un caza de sexta generación.
Esta percepción es errónea. La superioridad aérea no es un lujo, sino una necesidad imperativa. Estados Unidos debe mantener su liderazgo tecnológico y operacional en los cielos. La seguridad nacional y la estabilidad global dependen de ello.
La modernización del F-35: obstáculos y limitaciones tecnológicas
La modernización del F-35 ha sido propuesta como una solución, pero esta idea presenta obstáculos significativos. Invertir 20.000 millones de dólares y esperar más de una década para actualizar la flota actual socavaría los supuestos ahorros y desperdiciaría un recurso crítico: el tiempo. El F-35 voló por primera vez hace casi dos décadas, permitiendo a los adversarios estadounidenses estudiar sus debilidades y desarrollar armas capaces de neutralizarlo.
Además, este enfoque mantendría a la Armada y la Fuerza Aérea limitadas a una tecnología que, aunque avanzada, ya muestra signos de desfasarse, especialmente cuando Estados Unidos necesita expandir sus capacidades tecnológicas y diversificar su arsenal aéreo. Es un hecho ineludible: ambos sistemas serán necesarios, especialmente con el inminente conflicto en el Pacífico.
Con un caza de sexta generación, Estados Unidos no solo ganaría en alcance y carga útil, sino también en capacidad de supervivencia y actualización, características esenciales en la guerra moderna. Paralelamente, el CCA (Aeronave de Combate Colaborativo) surge como una solución pragmática y económica para mantener una capacidad aérea formidable frente a la proliferación de cazas furtivos hostiles.
El valor estratégico de la combinación de sistemas avanzados
Juntos, estos sistemas ofrecerían una ventaja estratégica indiscutible para Estados Unidos y sus aliados en la región. Los líderes del Pentágono comprenden el valor estratégico de esta combinación. Por ello, el secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, anunció hace dos años que la Fuerza Aérea estaba lista para iniciar la fase de ingeniería, fabricación y diseño de un caza de sexta generación. Sin embargo, las restricciones presupuestarias y los desafíos operativos han retrasado este cronograma.
En el mejor de los casos, el despliegue de este caza podría comenzar a principios de 2030. Faltan casi seis años y el riesgo de que Estados Unidos no esté preparado para contrarrestar la próxima amenaza aumenta cada día.
Si bien existe consenso en la necesidad de controlar los gastos del gobierno federal, el desarrollo de cazas de próxima generación no puede esperar. De la misma manera que un hogar con un presupuesto ajustado no dejaría de reparar una puerta de entrada rota, Estados Unidos no debe comprometer su seguridad nacional mientras trabaja en reducir sus déficits.
Si el Pentágono demora la producción hasta que la necesidad sea desesperada, será demasiado tarde, y el costo lo pagarán todos los estadounidenses.