El F-22 Raptor se diseñó como arma exclusiva de EE. UU. y la ley prohíbe su venta, incluso a aliados como Japón, Israel o Australia.
El Congreso impuso la restricción para proteger su tecnología
Estados Unidos optó por mantener el F-22 Raptor fuera del alcance de cualquier comprador extranjero desde su desarrollo. El Congreso estableció esta restricción legal a través de la “Enmienda Obey”, parte de la Ley de Asignaciones de Defensa del año fiscal 1998. Esta enmienda prohíbe explícitamente usar fondos federales para exportar el F-22 o ayudar a otros países a desarrollar un avión similar.
El principal objetivo de esta ley fue evitar que tecnologías clave del F-22 llegaran a potencias adversarias, directa o indirectamente. A finales de los años 90, con el fin de la Guerra Fría, los legisladores estadounidenses consideraron que la ventaja estratégica del avión debía conservarse exclusivamente para el país.
En ese contexto, el F-22 fue concebido como una herramienta de supremacía aérea frente a los cazas soviéticos de última generación. El gobierno estadounidense definió esta aeronave como un recurso estratégico, lo que justificó su retención nacional.
Esta política representa una excepción en la práctica habitual de Estados Unidos, que suele vender sistemas militares avanzados a aliados. A pesar de ello, la legislación vigente impide cualquier intento de exportación del F-22, sin excepciones.
Su diseño furtivo lo convierte en una plataforma única
El diseño stealth del F-22 representa uno de sus elementos más innovadores. A diferencia de otros cazas que aplican medidas externas para reducir su firma de radar, el Raptor incorpora estas características dentro de su estructura.
Con materiales compuestos y formas aerodinámicas, el F-22 disminuye drásticamente su visibilidad ante radares enemigos. Además, su armamento interno permite conservar su perfil furtivo en combate, ya que no requiere transportar armas en el exterior.
Otro componente relevante es la capacidad de supercrucero, que permite mantener velocidades supersónicas sin postquemadores. Esto mejora el rendimiento operativo y reduce la firma térmica. Sus motores Pratt & Whitney F119-PW-100, junto a las toberas de empuje vectorial, le otorgan una maniobrabilidad sobresaliente.
También cuenta con una suite de sensores avanzados, como el radar AESA AN/APG-77, que le permite detectar múltiples objetivos a gran distancia con bajo perfil electrónico. Esta combinación de tecnología lo convierte en un sistema sin comparación en combate aire-aire.
Especificaciones clave del F-22 Raptor que explican su exclusividad
- Velocidad supercrucero: supera Mach 1.5 sin postquemadores.
- Radar AESA AN/APG-77: detecta múltiples blancos sin ser detectado.
- Empuje vectorial: permite maniobras extremas imposibles en otros cazas.
- Diseño furtivo integrado: reduce visibilidad en radares sin accesorios externos.
- Armamento interno: mantiene capacidad ofensiva sin comprometer la discreción.
El costo del programa limitó su producción y distribución
La producción del F-22 fue recortada significativamente frente al plan original. Aunque se proyectaron 750 unidades, solo se fabricaron 195 hasta el cierre de la línea en 2011. De estos, 187 están operativos.
El alto costo del programa influyó directamente en esta decisión. Cada unidad cuesta alrededor de 150 millones de dólares, y el presupuesto total superó los 66 mil millones, sin contar gastos operativos. Exportar el avión habría permitido distribuir parte de este costo, pero eso implicaba modificar la legislación vigente.
Aliados como Japón propusieron financiar una versión simplificada, pero el Congreso rechazó esa posibilidad. Estados Unidos optó por ofrecer en cambio el F-35, un avión de quinta generación diseñado para la exportación, aunque con prestaciones inferiores al F-22 en velocidad y maniobrabilidad.
Relanzar la producción del F-22 se considera inviable. Las herramientas especializadas fueron desmanteladas tras cerrar la línea, y los estudios indican que reactivarla costaría miles de millones, una cifra que ni el gobierno ni sus socios están dispuestos a cubrir.
Las razones estratégicas también impiden su exportación
Más allá del aspecto tecnológico, la prohibición de exportar el F-22 responde a consideraciones estratégicas. El Pentágono desarrolló esta aeronave como una respuesta directa a cazas soviéticos como el MiG-29 y el Su-27.
Tras el colapso de la URSS, el entorno estratégico cambió. Los conflictos en Irak y Afganistán mostraron que Estados Unidos ya controlaba el espacio aéreo, lo que redujo la relevancia de un caza de superioridad aérea como el F-22 frente a amenazas asimétricas.
Sin embargo, mantener el Raptor en exclusividad permite a Estados Unidos preservar su ventaja frente a nuevos competidores, como China y Rusia, que han desarrollado modelos propios como el J-20 y el Su-57. El temor a que la tecnología del Raptor se filtre, incluso entre aliados, refuerza esta política.
Detalles sensibles como los materiales furtivos y el software de aviónica están altamente clasificados. Cualquier intento de exportación exigiría divulgar parte de esta información, lo cual podría comprometer la superioridad técnica de EE. UU. en un entorno de creciente competencia militar.
El programa NGAD marcará el futuro tras el F-22 Raptor
Con la introducción del programa Next Generation Air Dominance (NGAD), Estados Unidos proyecta reemplazar progresivamente al F-22 en la próxima década. Este nuevo avión de sexta generación será desarrollado exclusivamente para la Fuerza Aérea.
A pesar de esta evolución tecnológica, el F-22 seguirá operativo hasta que la nueva plataforma entre en servicio. La Fuerza Aérea ha iniciado el retiro gradual de sus unidades más antiguas, pero mantendrá activa la flota restante durante los próximos años.
No existen indicios de que la prohibición de exportar el F-22 vaya a modificarse. Tanto el Congreso como el Pentágono coinciden en mantener esta restricción, incluso cuando los Raptor empiecen a salir de servicio.
Las tecnologías derivadas del F-22 probablemente quedarán bajo la misma política restrictiva. Así, el avión continuará siendo un símbolo de la exclusividad tecnológica y superioridad aérea estadounidense, reservado solo para su fuerza aérea nacional.