El B-21 Raider, bombardero furtivo de Northrop Grumman, avanza pruebas en Edwards. La Fuerza Aérea prevé 100 unidades y servicio a mediados de la década.
Desarrollo, objetivos y calendario del B-21 Raider en la Fuerza Aérea
El B-21 Raider, bombardero de baja detectabilidad de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y Northrop Grumman, se encuentra en fase de pruebas en la base de Edwards. El objetivo consiste en que actúe como plataforma principal de bombarderos y como sistema relevante para la fuerza nuclear. Concebido para misiones de largo alcance con armamento convencional y nuclear, inició ensayos tras la presentación del 2 de diciembre de 2022 y primer vuelo en noviembre de 2023.
El origen del programa se relaciona con la sustitución gradual de la generación actual de bombarderos y con el proyecto Long Range Strike-Bomber, autorizado por el Congreso en el ejercicio fiscal 2011 tras la cancelación del Next Generation Bomber en 2009. Después de dos años sin financiación no clasificada, la línea presupuestaria reactivó el desarrollo con peticiones que pasaron de decenas de millones a cifras superiores a 2.000 millones durante la década de 2010.
En octubre de 2015, el Departamento de la Fuerza Aérea adjudicó a Northrop Grumman el contrato de desarrollo y fabricación, frente a la propuesta conjunta de Boeing y Lockheed Martin. La Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno rechazó en febrero de 2016 el recurso de los competidores y confirmó la adjudicación. Los documentos analíticos remitidos al Congreso sitúan al B-21 dentro de la función de bombardeo estratégico, integrada en la misión de superioridad aérea.
Esos documentos definen la superioridad aérea como el grado de control que permite operar sin interferencias significativas de amenazas aéreas y de misiles. En ese marco, los bombarderos aportan ataque de precisión a larga distancia contra objetivos de alto valor. Con ese propósito, el B-21 se define como bombardero de penetración en profundidad para entornos con defensas avanzadas, a fin de neutralizar centros de mando, defensas y objetivos críticos, y facilitar el empleo de medios aliados.
Datos esenciales del programa y capacidades declaradas
- Presentación pública: 2 de diciembre de 2022; primer vuelo: noviembre de 2023.
- Entrada en servicio a mediados de la década, con entregas iniciales a Ellsworth.
- Flota mínima planificada: al menos 100 bombarderos de penetración.
- Coste medio de adquisición: $692 millones de 2022 por unidad.
Arquitectura técnica, ingeniería digital y campaña de pruebas del B-21
La ficha oficial de la Fuerza Aérea describe al B-21 Raider como bombardero de penetración de baja detectabilidad, con doble capacidad convencional y nuclear e integración prevista en un sistema de ataque de largo alcance que incluye inteligencia, vigilancia y reconocimiento, guerra electrónica y enlaces de comunicaciones. El diseño prevé operaciones tripuladas en primeras fases y opción de misiones no tripuladas, además de integración de municiones de ataque directo y a distancia.
Los análisis remitidos al Congreso describen al B-21 como aparato subsónico de ala volante, con geometría más simple que el B-2. Incorpora bodega de armas de gran volumen y autonomía de largo alcance cuya cifra exacta permanece clasificada. El desarrollo se apoya en arquitectura de sistemas abierta que facilita la incorporación de nuevos sensores y subsistemas de distintos fabricantes durante la vida útil, con nivel de madurez tecnológica elevado anterior a la adjudicación del contrato.
El programa incorpora ingeniería digital y entornos de simulación para validar diseños y procesos de mantenimiento antes de su aplicación física. Northrop Grumman y la Fuerza Aérea emplean la categoría de sexta generación por la combinación de baja detectabilidad, integración de sensores, tratamiento de datos y armas, y uso de un gemelo digital en diseño, pruebas y sostenimiento. Según la empresa, participan más de 8.000 personas y una red de 400 suministradores en 40 estados.
Tras la presentación en Palmdale, el primer B-21 pasó a Edwards, donde el Centro de Pruebas de la Fuerza Aérea alberga la Fuerza de Pruebas Combinada. Departamento de Adquisiciones indicó al Senado que la campaña de ensayos avanza en plazo y que los aparatos de pruebas reflejan configuraciones de producción, al construirse en la misma línea y con medios y personal. En mayo de 2024, responsables señalaron continuidad con el programa y menor riesgo de integración.
Producción, costes, bases y contexto estratégico del bombardero B-21
En septiembre de 2025, la Fuerza Aérea informó de la llegada a Edwards de un segundo avión de pruebas para ampliar ensayos de sistemas y armamento. En paralelo, Northrop Grumman recibió un segundo encargo de producción a finales de 2024. La planificación oficial mantiene la entrada en servicio en la segunda mitad de esta década, con primeras entregas a la base de Ellsworth, en Dakota del Sur, designada como primera base operativa principal y unidad de instrucción.
Desde el inicio, la Fuerza Aérea fijó un coste medio de adquisición por unidad como parámetro clave. La ficha oficial lo sitúa en 550 millones de 2010, con actualización a 639 millones de 2019 y a 692 millones de 2022, sobre la base de una flota mínima de 100 aviones. Estimaciones independientes de 2015 lo colocaron en 511 millones de 2010. El proyecto presupuestario para 2026 incluye 5.800 millones discrecionales y asume 4.500 millones obligatorios.
La fase de industrialización afectó directamente a las cuentas de Northrop Grumman. En el primer trimestre de 2025, la compañía comunicó una caída del 49 % en el beneficio trimestral e imputó un cargo negativo de $477 millones al programa B-21. Explicó que el aumento de costes se asoció con cambios de procesos para elevar la cadencia de producción y con encarecimiento de materiales, además de inversiones para preparar una fabricación a mayor escala.
Según los datos remitidos al Congreso en 2025, Estados Unidos mantenía 74 B-52H Stratofortress, en servicio desde 1955 y con modernización de motores y radar, 45 B-1B Lancer, dedicados a misiones convencionales desde su conversión en los años noventa, y 20 B-2A Spirit, con previsión de retirar uno tras un accidente en 2022. Esa retirada dejaría 19 aparatos operativos y resaltaría una flota furtiva reducida frente a las cargas del B-1B y el alcance del B-52.
Bases, despliegues, rivales y postura nuclear en la década actual
La introducción del B-21 implica una reorganización de los bombarderos. El proceso de selección de bases culminado en 2019 designó Ellsworth, Whiteman y Dyess como emplazamientos preferentes; en 2021, el Departamento de la Fuerza Aérea confirmó a Ellsworth como primera base principal y sede de la unidad de adiestramiento. Edwards actúa como centro de pruebas, y el Centro de Sostenimiento en Tinker, Oklahoma, asume la planificación de trabajos de mantenimiento profundo.
Un informe del Servicio de Investigación del Congreso señala que la legislación de defensa de 2025 prevé el traslado temporal de algunos B-1B a la base de Grand Forks, en Dakota del Norte, durante la construcción de nuevas pistas en Ellsworth para el B-21. Además, la Fuerza Aérea amplió el uso de despliegues rotatorios de bombarderos y aplicó el concepto de empleo ágil para operar desde una red más extensa de aeródromos.
El entorno operativo incluye la modernización de capacidades de largo alcance de otras potencias. Informes anuales del Departamento de Defensa sobre China describen el desarrollo de un nuevo bombardero furtivo de largo alcance, probablemente H-20, con alcance estimado superior a 10.000 kilómetros y capacidad prevista para armamento convencional y nuclear. Esa plataforma ampliaría la cobertura sobre el Pacífico occidental y, con reabastecimiento en vuelo, hasta distancias globales, mientras Pekín moderniza variantes del H-6 con nuevos misiles.
La Revisión de la Postura Nuclear de 2022, resumida por el Servicio de Investigación del Congreso, identifica al B-21 como sustituto del B-2 en el componente aéreo de la tríada, junto con la modernización del B-52, el misil de crucero de largo alcance, submarino clase Columbia y sistema terrestre Sentinel. El debate sobre tamaño de flota incluyó recomendaciones de 2023 para incrementar B-21 y cisternas, valoraciones externas de al menos 200 y un requerimiento de 145.