La Fuerza Espacial de Estados Unidos lanzará el Vehículo de Pruebas Orbitales X-37B el 21 de agosto de 2025 desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida.
La Fuerza Espacial anunció que llevará a cabo la octava misión del Vehículo de Pruebas Orbitales X-37B (OTV-8) el 21 de agosto de 2025 desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida. Esta misión se desarrollará en colaboración con la Oficina de Capacidades Rápidas de la Fuerza Aérea (DAF RCO), el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea (AFRL) y la Unidad de Innovación en Defensa (DIU).
El avión espacial X-37B será lanzado a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX, bajo la designación USSF-36. La carga útil incluye varias demostraciones operativas y experimentos con tecnologías de próxima generación, entre ellas, comunicaciones por láser y el sensor inercial cuántico de mayor rendimiento jamás probado en el espacio, según informó la Fuerza Espacial.
Este avión espacial, fabricado por Boeing, regresó de su misión más reciente —la séptima desde su primer vuelo en 2010— el 7 de marzo de 2025, tras permanecer 434 días en órbita. La misión OTV-7, identificada como USSF-52, fue el cuarto vuelo de la segunda unidad del X-37B, la cual fue lanzada mediante un Falcon Heavy en una órbita altamente elíptica.
Estos experimentos forman parte de una iniciativa más amplia impulsada por la Fuerza Espacial para mantener la seguridad y estabilidad del dominio espacial mediante la mejora de la resiliencia y flexibilidad de los sistemas orbitales estadounidenses, explicó la institución en el comunicado sobre la nueva misión.
Las pruebas de comunicaciones por láser y del sensor inercial cuántico son dos de los principales ensayos previstos para la misión OTV-8. El resto de los experimentos aún no ha sido divulgado.
Esta misión representa algo más que innovación, afirmó el jefe de Operaciones Espaciales, general Chance Saltzman, en la red X. Tiene como finalidad fortalecer la conexión de la Fuerza Conjunta, aumentar su resiliencia y prepararla para operar ante cualquier desafío. Así es como la Fuerza Espacial de Estados Unidos protege los intereses nacionales en el espacio, desde el espacio y hacia el espacio.
Comunicaciones por láser
Durante la misión OTV-8, el X-37B realizará demostraciones de comunicaciones por láser que involucrarán redes satelitales comerciales proliferadas en órbita terrestre baja (LEO, por sus siglas en inglés). Este tipo de órbita comprende altitudes inferiores a 1.200 millas (2.000 kilómetros) sobre la superficie terrestre.
La Fuerza Espacial no especificó qué red satelital comercial se utilizará, aunque entre las candidatas más probables se encuentran los satélites Starlink y Starshield de SpaceX, siendo este último la versión militar del primero. De hecho, los satélites Starlink ya cuentan con terminales de comunicación láser intersatélite y colaboran con el gobierno estadounidense.
Las comunicaciones por láser ofrecen ventajas significativas, ya que permiten transferir grandes volúmenes de datos de forma segura, rápida y con menor consumo energético. No obstante, presentan ciertas limitaciones debido a la alta velocidad de los satélites en LEO, lo cual restringe el tiempo disponible para apuntar el láser, establecer el enlace y transmitir la información.
Las comunicaciones por láser son fundamentales para el futuro de las telecomunicaciones espaciales, ya que la longitud de onda más corta de la luz infrarroja permite transmitir una mayor cantidad de datos por señal, señaló la Fuerza Espacial. Además, resultan más seguras que las transmisiones por radiofrecuencia, debido a la naturaleza más focalizada de los haces láser. El uso de redes de retransmisión proliferadas incrementa la resiliencia de la arquitectura espacial estadounidense, al eliminar puntos únicos de fallo.
La demostración de comunicaciones por láser del OTV-8 marcará un avance importante en la capacidad de la Fuerza Espacial para aprovechar redes espaciales proliferadas como parte de arquitecturas espaciales diversificadas y redundantes, afirmó el general Saltzman al referirse a la importancia del experimento. Con ello, se fortalecerá la resiliencia, fiabilidad, adaptabilidad y velocidad de transmisión de datos del sistema estadounidense de comunicaciones satelitales.
Sensor inercial cuántico
El segundo experimento clave del OTV-8 consistirá en la demostración del sensor inercial cuántico de mayor rendimiento jamás utilizado en el espacio, según lo definido por la Fuerza Espacial. Este ensayo proporcionará datos para una navegación precisa sin asistencia en el espacio, mediante la detección de la rotación y aceleración de átomos sin depender de redes satelitales como el sistema GPS, explicó la institución.
Este avance cobra especial relevancia a la luz de informes recientes publicados por Air and Space Forces Magazine, que indican que las interferencias contra señales GPS en Ucrania han alcanzado tal magnitud que incluso afectan satélites situados hasta a 1.200 millas de altitud. La perturbación de señales GPS se ha convertido en un fenómeno recurrente en zonas de conflicto, con consecuencias para la aviación militar y civil, así como para el tráfico marítimo. La aparición de estas interferencias en órbita terrestre baja plantea nuevos desafíos.
Esta tecnología resulta útil para la navegación en entornos donde el GPS se encuentra bloqueado, por lo que reforzará la resiliencia en navegación de las naves espaciales estadounidenses frente a amenazas actuales y emergentes, explicó la Fuerza Espacial al describir el experimento. Dado que los sensores inerciales cuánticos podrían emplearse para navegar en el espacio cislunar, también podrían abrir nuevas posibilidades tecnológicas para los viajes espaciales de largo alcance y la exploración del sistema solar.
Estos sensores cuánticos presentan aplicaciones potenciales para nuevos sistemas de Posicionamiento, Navegación y Cronometraje (PNT, por sus siglas en inglés) como alternativa al GPS. Aprovechan propiedades estables de átomos y partículas subatómicas, utilizadas en acelerómetros o giroscopios atómicos, y serían inmunes a las interferencias contra el sistema GPS.
La demostración del sensor inercial cuántico del OTV-8 representa un paso decisivo hacia una mayor resiliencia operativa en el espacio, declaró el coronel Ramsey Horn, comandante del Delta Espacial 9. Ya sea para navegar más allá de las órbitas terrestres en el espacio cislunar, o para operar donde el GPS se encuentra inutilizado, la navegación mediante sensores inerciales cuánticos permite mantener capacidades robustas en ausencia de navegación satelital.
En última instancia, esta tecnología contribuye de manera significativa a las operaciones del Quinto Escuadrón de Operaciones Espaciales y, en general, a los objetivos de la Fuerza Espacial, lo que garantiza el desplazamiento y la maniobrabilidad incluso en entornos sin acceso a GPS, añadió el coronel. El Quinto Escuadrón de Operaciones Espaciales es la unidad del Delta Espacial 9 responsable de las operaciones orbitales cotidianas del X-37B, en colaboración con la Oficina de Capacidades Rápidas de la Fuerza Aérea.
X-37B
El Vehículo de Pruebas Orbitales X-37B es el avión espacial no tripulado y de perfil reservado de la Fuerza Espacial de Estados Unidos, diseñado para ensayar nuevas tecnologías y ampliar los límites de la reutilización en naves espaciales. Inicialmente desarrollado por la NASA y posteriormente transferido al ámbito militar, el X-37B ha llevado a cabo misiones clasificadas durante años, lo que ha generado especulaciones en torno a sus verdaderos fines.
La finalidad principal del X-37B se centra en dos aspectos: impulsar el desarrollo de tecnología reutilizable para vehículos espaciales y realizar experimentos que puedan regresar a la Tierra para su análisis. El avión se lanza verticalmente mediante un cohete, permanece meses o incluso años en órbita, y regresa con un aterrizaje similar al de una aeronave convencional. A lo largo del tiempo, ha sido utilizado para probar desde sistemas avanzados de protección térmica hasta controles de vuelo autónomos e incluso posibles nuevos métodos de propulsión.
El programa se remonta a 1999, cuando la Fuerza Aérea comenzó a colaborar con la NASA en el entonces denominado X-37. En 2004, el proyecto pasó a manos de la agencia DARPA, que llevó a cabo ensayos de vuelo con una versión reducida, conocida como X-40A. Aunque la NASA nunca llegó a concretar su visión original de una nave orbital X-37, su diseño sirvió como base para lo que finalmente se convertiría en el X-37B de la Fuerza Aérea.