El bombardero B-1B Lancer ha pasado de ser un arma nuclear estratégica a un pilar de las operaciones convencionales, manteniéndose relevante gracias a constantes mejoras tecnológicas y operativas.
Del B-1A cancelado al B-1B operativo en la Fuerza Aérea
El desarrollo del B-1B Lancer comenzó en 1970 cuando Rockwell International recibió el contrato para diseñar el B-1A, un bombardero supersónico que reemplazaría al B-52 Stratofortress. Sin embargo, el programa fue cancelado en 1976 debido a su alto costo y a cambios en la estrategia militar.
Ese mismo año, la deserción del piloto soviético Viktor Belenko y la información que proporcionó sobre los avances del MiG-25 y el futuro MiG-31 revelaron la vulnerabilidad de los bombarderos de gran altitud. En respuesta, en 1981 la administración Reagan revivió el proyecto con una nueva versión centrada en la penetración a baja altitud.
El primer vuelo del B-1B tuvo lugar en 1983 y su producción inició en 1984. Para 1986, ya estaba en servicio activo con la USAF. Esta variante sacrificó velocidad máxima (Mach 1.25 en comparación con Mach 2.2 del B-1A) a cambio de una mayor carga útil de 34,000 kg y una firma de radar reducida en un 90 %.
Además, se incorporó el sistema de guerra electrónica ALQ-161, que mejoró la capacidad de detección e interferencia de amenazas en tiempo real, otorgándole mayor supervivencia en entornos hostiles.
De bombardero nuclear a pieza clave en operaciones convencionales
En 1995, tras el fin de la Guerra Fría, el B-1B dejó de ser parte de la tríada nuclear de EE. UU. para centrarse en misiones convencionales. Su debut en combate ocurrió en 1998 durante la Operación Zorro del Desierto en Irak.

En 1999, desempeñó un papel clave en la Operación Fuerza Aliada en los Balcanes, donde seis B-1B lanzaron el 20 % de las municiones totales, pese a representar solo el 2 % de las misiones. En Afganistán, durante la Operación Libertad Duradera (2001-2014), arrojó más del 40 % de las armas de precisión utilizadas en la guerra.
Su flexibilidad operativa radica en su capacidad de carga y armamento. Con tres bahías internas y soportes externos reutilizables, puede emplear bombas JDAM, misiles JASSM-ER y armas antirradar. Además, su radar APQ-164 le permite realizar ataques de precisión y evadir defensas aéreas.
Mejoras recientes y proyección futura del B-1B Lancer
- El sistema EPAWSS mejora la guerra electrónica con capacidades avanzadas de detección e interferencia.
- La modernización de la cabina con el programa Integrated Battle Station optimiza la integración de datos y control de misión.
- El B-1B ha probado el uso del misil hipersónico AGM-183A ARRW, en fase de pruebas hasta 2025.
- En 2023, participó en ejercicios en el Indo-Pacífico, demostrando su alcance al lanzar JASSM-ER a 1,000 km de distancia.
- Su capacidad de operar junto con drones lo posiciona dentro del concepto de combate en red de la USAF.
Retos operativos y costos de mantenimiento del bombardero
El B-1B sigue en servicio, pero enfrenta desafíos debido a su envejecimiento. De los 100 aviones originales, solo 45 siguen activos en 2025. Los costos de operación han aumentado a 70,000 dólares por hora de vuelo, y la disponibilidad de la flota ha caído al 50 % debido a la fatiga estructural y la falta de repuestos.

Un informe del GAO de 2024 indicó que, en un día promedio, solo entre 20 y 25 bombarderos están listos para misiones. Para contrarrestar esto, la USAF realiza mantenimientos periódicos en bases como Tinker AFB, extendiendo la vida útil de las aeronaves.
El futuro del B-1B: una plataforma en evolución
A pesar de estos desafíos, expertos como el general retirado John Michael Loh, excomandante del Comando de Combate Aéreo, destacan su versatilidad: “El B-1B ha superado todas las expectativas. Su capacidad de adaptación lo hace invaluable mientras el B-21 Raider madura”.
Analistas de la RAND Corporation consideran que su combinación de alcance, carga útil y guerra electrónica lo mantiene competitivo frente a bombarderos rusos como el Tu-22M3 y chinos como el H-6K.
La USAF planea mantenerlo en servicio hasta 2040, cuando será reemplazado progresivamente por el B-21 Raider. No obstante, su continua modernización y adaptabilidad podrían extender su vida operativa más allá de lo previsto.