El emblemático B-24J Liberator fue restaurado a condiciones de vuelo tras una compleja recuperación histórica impulsada por veteranos y entusiastas en EE. UU.
El B-24 fue clave en el esfuerzo aéreo aliado durante la guerra
Desarrollado por Consolidated Aircraft, el B-24 Liberator realizó su primer vuelo el 29 de diciembre de 1939, poco después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Diseñado como bombardero estratégico de largo alcance, se integró en 1941 al arsenal estadounidense, convirtiéndose en una pieza fundamental del esfuerzo aliado.
Con una producción que superó las 18,000 unidades, fue el avión militar más fabricado en la historia de Estados Unidos, incluso por encima del B-17 Flying Fortress. Su participación se extendió a todas las ramas militares del país y a varios aliados, en frentes que iban desde Europa hasta el Pacífico, África y Medio Oriente.
Este bombardero contaba con cuatro motores radiales Pratt & Whitney R-1830 y una ala Davis de gran eficiencia aerodinámica, lo que le daba ventaja en alcance y velocidad. Aunque era más difícil de maniobrar en formaciones y menos resistente que el B-17, su versatilidad lo hizo apto para tareas como bombardeos estratégicos y patrullas antisubmarinas.
Su largo alcance permitió cerrar la brecha del Atlántico medio, zona donde los submarinos alemanes operaban sin oposición. De esta forma, el B-24 se consolidó como una plataforma aérea esencial en misiones tácticas y estratégicas durante la guerra.
Datos técnicos y operativos del Consolidated B-24
- Velocidad máxima: 488 km/h
- Alcance operativo: aproximadamente 4,600 kilómetros
- Armamento: hasta 10 ametralladoras calibre .50 y 3,600 kg de bombas
- Motor: 4 × Pratt & Whitney R-1830 radiales
- Diseño: ala Davis para mayor eficiencia aerodinámica
- Producción total: más de 18,000 unidades fabricadas
- Principales frentes: Europa, Pacífico, África, Medio Oriente
- Roles secundarios: transporte, reconocimiento, antisubmarino

El 44-44052 fue restaurado tras décadas de abandono en Asia
De todos los B-24 producidos, uno en particular se convirtió en símbolo de rescate histórico: el 44-44052, versión B-24J, ensamblado en agosto de 1944 en la planta de Consolidated en Fort Worth, Texas. Fue entregado al Ejército del Aire de EE. UU., y dos meses después, transferido a la Royal Air Force (RAF) bajo el programa de Préstamo y Arriendo.
Con la designación KH191, el avión fue desplegado en el Teatro del Pacífico, participando en bombardeos, misiones de reabastecimiento y ataques contra embarcaciones. Al finalizar la guerra en 1945, la RAF lo abandonó en un cementerio de aviones en Khanpur, India, donde quedó en desuso junto con otros Liberators.
En 1948, la Fuerza Aérea India (IAF) emprendió la restauración de 36 B-24 abandonados, entre ellos el 44-44052. Con apoyo técnico de Hindustan Aircraft Limited (HAL), logró que estos bombarderos volvieran a operar hasta su retiro definitivo en 1968.
Tras más de una década abandonado, el avión fue adquirido en 1981 por el coleccionista británico Doug Arnold, quien lo transportó al Reino Unido. En 1984, la Fundación Collings de Massachusetts lo compró con la idea de restaurarlo para una exhibición estática.
Veteranos impulsaron su conversión en avión volador histórico
La intención inicial de restaurarlo como una pieza estática cambió radicalmente por presión de veteranos y familiares de tripulantes. Ellos convencieron al fundador Robert F. Collings de que el impacto sería mayor si el avión volaba, llevando su historia a miles de personas en todo el país.
Ese giro convirtió el proyecto en una empresa cinco veces más compleja y costosa, pero con un alcance público sin precedentes. La restauración comenzó en 1985, movilizando a voluntarios, muchos de ellos familiares de antiguos tripulantes, para desmontar e inspeccionar el 80% de las 1.2 millones de piezas del bombardero.
El trabajo incluyó la reconstrucción del fuselaje, motores, sistemas eléctricos e hidráulicos, así como la restauración de torretas, armamento y cabina. Compañías como General Dynamics, PPG Industries y United Technologies patrocinaron partes del proyecto o donaron materiales específicos.
Los trabajos más técnicos fueron asumidos por Tom Reilly Vintage Aircraft en Florida. En total, el proceso requirió más de 97,000 horas de trabajo y una inversión estimada de 1.3 millones de dólares, financiados en gran medida por donaciones y patrocinadores.
“Witchcraft” recorre EE. UU. como tributo aéreo a la memoria bélica
Tras completar su restauración, el 44-44052 volvió a los cielos el 10 de septiembre de 1989, renacido como el único B-24J completamente restaurado en vuelo en el mundo. Fue pintado con los colores del “Witchcraft”, avión del 467º Grupo de Bombardeo que realizó 130 misiones sobre Europa.

Desde entonces, forma parte del Wings of Freedom Tour, que recorre más de 120 ciudades anualmente junto a otros aviones históricos como un B-17 Flying Fortress y un P-51 Mustang. Cada hora de vuelo cuesta más de 4,000 dólares y su mantenimiento depende totalmente de aportes privados.
Además de su valor técnico, el avión se ha convertido en símbolo emocional. Ha sido escenario de reuniones de tripulaciones y ha ofrecido a familiares de veteranos, como la hija del teniente coronel Leon Vance, la posibilidad de conectar con su legado en vuelo.
Incluso circulan anécdotas como la de un veterano en silla de ruedas que habría logrado levantarse tras visitar el avión, reforzando su valor simbólico como vehículo de memoria viva y herramienta educativa intergeneracional.
El 44-44052 simboliza la permanencia del legado aéreo aliado
Pese al trágico accidente de un B-17 en 2019 durante una presentación del Wings of Freedom Tour, el B-24 “Witchcraft” permanece en vuelo, preservando la memoria de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, solo existen dos B-24 en condiciones de vuelo en el mundo.
El recorrido del 44-44052 desde un cementerio de aviones en India hasta su restauración en EE. UU. es testimonio del esfuerzo colectivo por mantener viva la historia. Representa tanto a quienes lucharon como a quienes decidieron rescatar su legado décadas después.
Más allá de su estructura metálica, motores y armamento, este bombardero es un símbolo de resiliencia, homenaje y educación. Cada vuelo reafirma el compromiso de preservar las lecciones y memorias de la mayor conflagración del siglo XX.