El Pentágono invierte casi 100 millones de dólares para mejorar los F-35 con misiles AGM-88G, impulsando su capacidad en guerra electrónica.
Lockheed Martin impulsa al F-35 con misiles antirradar de última generación
Recientemente, el F-35 Lightning II, un avión de combate de sigilo excepcional, ha sido catapultado a un nuevo nivel de dominio en la guerra electrónica, gracias a una significativa inversión del Pentágono. La semana anterior, Lockheed Martin, el gigante de la defensa, recibió un contrato de casi 100 millones de dólares para potenciar el F-35 con los avanzados misiles antirradar AGM-88G (HARM), marcando un hito en la evolución de este avión.
El contrato, valorado en 97.3 millones de dólares, tiene como objetivo no solo mejorar estos potentes misiles antirradar para el ejército de EE. UU., sino también beneficiar a los diversos miembros del programa F-35, que incluye a las Fuerzas Aéreas, la Armada y el Cuerpo de Marines de los EE. UU., así como a participantes internacionales. Esta integración aporta un valor agregado significativo a todas las variantes del F-35 (A, B y C), mejorando su capacidad en escenarios de guerra electrónica.
Lockheed Martin también ha sido encargada de actualizar los equipos de laboratorio de los lotes más recientes de aviones F-35, en una muestra clara de la continua evolución de este avión de combate. Originalmente diseñado para el F-16 Fighting Falcon, el AGM-88 HARM ha sido el pilar de la munición antirradar por años. Sin embargo, su versión mejorada, el misil guiado antirradiación avanzado AAGM-88E, ha ampliado su compatibilidad a una gama más amplia de aeronaves, incluyendo a las series F-35, F/A-18 Hornet y Super Hornet, y los E/A-18G Growler.
El F-35 alinea su arsenal con misiles AGM-88 HARM
El interés en adaptar los AGM-88 HARM para el F-35 probablemente surge de una necesidad urgente de abastecerse de municiones antirradar de todo tipo, especialmente dada la escasez actual de la versión más avanzada del misil. Este misil aire-tierra táctico, conocido por su velocidad y precisión, puede neutralizar radares y sistemas de defensa antiaérea enemigos, facilitando así ataques aéreos secundarios. Desde su introducción en 1984, el AGM-88 HARM ha sido un elemento crucial en la guerra electrónica, costando aproximadamente 200.000 dólares por unidad y capaz de alcanzar objetivos a distancias de hasta 48 kilómetros.
El contexto contemporáneo de guerra electrónica se ha hecho especialmente evidente en el conflicto actual en Ucrania. Tanto las fuerzas ucranianas como las rusas están implementando activamente tácticas de guerra electrónica, desempeñando un papel crucial aunque a menudo invisible en el campo de batalla. Desde perturbar las comunicaciones tácticas hasta contrarrestar drones, la guerra electrónica se ha convertido en un componente indispensable de la estrategia militar moderna.
La implicación del Pentágono en Ucrania se evidencia en el envío de AGM-88 HARM a Kiev, lo que ha permitido a las fuerzas aéreas ucranianas adaptar sus aviones Su-25, Su-27 y MiG-29 para ser compatibles con estos misiles. Esta munición ha sido efectiva en suprimir las defensas antiaéreas rusas, un factor que Rusia parece haber subestimado. Con la próxima incorporación del F-16 Fighting Falcon al arsenal ucraniano, se espera una mejora significativa en las capacidades de guerra electrónica de Ucrania.
La inversión del Pentágono para potenciar los F-35 con misiles AGM-88G fue de casi 100 millones de dólares. Este movimiento estratégico busca mejorar significativamente la capacidad del F-35 Lightning II en guerra electrónica, integrando los avanzados misiles antirradar AGM-88G (HARM) a este avión de combate de sigilo.
Los misiles AGM-88G (HARM) mejoran notablemente la capacidad del F-35 en guerra electrónica. Diseñados para neutralizar radares y sistemas de defensa antiaérea enemigos, estos misiles aire-tierra tácticos permiten al F-35 realizar ataques aéreos más efectivos y seguros, destacando por su velocidad y precisión.
El contrato de 97.3 millones de dólares beneficia no solo al ejército de EE. UU., sino también a los diversos miembros del programa F-35, incluyendo las Fuerzas Aéreas, la Armada, y el Cuerpo de Marines de los EE. UU., así como a participantes internacionales. Mejora todas las variantes del F-35 (A, B y C), potenciando su rendimiento en escenarios de guerra electrónica.
Originalmente diseñado para el F-16 Fighting Falcon, el AGM-88 HARM ha sido el pilar de la munición antirradar durante años. Su versión mejorada, el AAGM-88E, ha ampliado su compatibilidad a una gama más amplia de aeronaves, incluyendo las series F-35, F/A-18 Hornet y Super Hornet, y los E/A-18G Growler, convirtiéndose en un arma más versátil y efectiva.
En el contexto actual de guerra electrónica, como se evidencia en conflictos como el de Ucrania, los AGM-88 HARM juegan un papel crucial. Estos misiles aire-tierra tácticos son fundamentales para perturbar las defensas enemigas y facilitar operaciones aéreas más seguras, siendo efectivos en suprimir las defensas antiaéreas y contrarrestar tácticas de guerra electrónica.