China desarrolla cazas avanzados y produce a gran escala, mientras la flota limitada del F-22 enfrenta desventajas en número, alcance y modernización.
China refuerza su poder aéreo con cazas de nueva generación
La Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación (PLAAF) ha fortalecido su capacidad para enfrentar al F-22 Raptor de Estados Unidos mediante el despliegue de cazas avanzados como el Chengdu J-20, el Shenyang J-35A y los recientes prototipos J-36 y J-50. Estos desarrollos marcan un avance sustancial en la industria aeroespacial china.
Aunque el F-22 mantiene su reputación como el primer caza stealth de quinta generación desde 2005, su número es limitado. Solo se fabricaron 187 unidades, con cerca de 120 asignadas a operaciones de combate. Esta restricción, sumada al alto costo de producción y a cambios estratégicos en la doctrina militar estadounidense, limita su capacidad frente a un adversario con mayor volumen de fabricación.
Desde su entrada en servicio en 2017, el Chengdu J-20 se ha consolidado como el principal caza de quinta generación chino. Con una autonomía superior a los 5,500 kilómetros y misiles PL-15 que superan en alcance al AIM-120 estadounidense, representa una amenaza directa. Actualmente, la PLAAF dispone de cerca de 300 unidades, con una proyección de alcanzar 800 para 2030.
El J-35A, en servicio desde 2024, expande la capacidad stealth de China al ámbito naval y complementa al J-20. Con un alcance de 2,300 kilómetros y una arquitectura optimizada para sigilo, puede portar hasta cuatro misiles PL-15 en sus bahías internas. Aunque más limitado que el J-20, su versatilidad y escalabilidad lo convierten en una plataforma relevante.
Cifras clave del desarrollo aéreo chino frente al F-22
- 187 F-22 Raptor fueron construidos; solo 120 están listos para combate.
- China ya opera 300 cazas J-20 y proyecta 800 para 2030.
- El J-20 tiene un alcance de 5,500 km, frente a 2,960 km del F-22 con tanques externos.
- Misiles PL-15 chinos alcanzan 200-300 km, más que los 180 km del AIM-120.
- La PLAAF cuenta con 3,150 aviones, incluidos 2,400 de combate.
Nuevos prototipos amplían el alcance y sigilo de la PLAAF
El desarrollo de los prototipos J-36 y J-50 representa una evolución clave en la estrategia aérea de China. Ambos aviones fueron revelados en diciembre de 2024, con imágenes recientes que confirman su avanzada configuración stealth.
El J-36, fabricado por Chengdu, es un caza pesado sin cola, con tres motores y diseño de ala delta doble. Con una estructura trijet que incluye un motor central y dos laterales, se espera que alcance velocidades de hasta Mach 2 y tenga un rango ampliado para misiones de largo alcance. Sus bahías internas pueden transportar misiles PL-17 o antibuques YJ-12.
El J-50, desarrollado por Shenyang, es un avión más ligero con dos motores, alas tipo lambda y capacidad de control mediante puntas móviles. Aunque de menor tamaño que el J-36, mantiene un diseño sin cola y bahías internas laterales compatibles con misiles PL-10 y PL-15.
Ambos prototipos reflejan un enfoque hacia operaciones coordinadas en red. En particular, el J-50 podría operar junto a drones como el GJ-11, mientras que el J-36 prioriza el sigilo de banda ancha, aunque sacrifica maniobrabilidad respecto al F-22.
Estados Unidos enfrenta desventajas estructurales en Asia
La diferencia en capacidad de producción favorece a China. Mientras la PLAAF amplía su flota con velocidad, la USAF mantiene una fuerza limitada y dispersa en el Indo-Pacífico. Las bases estadounidenses, como Kadena en Japón, se ubican a solo 400 millas de China, lo que las hace vulnerables a ataques con misiles balísticos en fases iniciales de un conflicto.
A pesar de su superioridad tecnológica, los F-22 podrían quedar en desventaja ante una campaña de desgaste. En escenarios simulados, estos cazas han logrado ventaja inicial, pero su número reducido representa un riesgo ante una respuesta sostenida de China.
El ritmo de producción de J-20 y J-35A asegura una expansión constante de la flota. Con los prototipos J-36 y J-50 en fase de pruebas, se prevé que el arsenal aéreo chino continúe creciendo con modelos de sexta generación durante la próxima década.
Actualmente, la PLAAF dispone de más de 3,150 aeronaves, de las cuales 1,300 pertenecen a la cuarta generación o superior. Esta masa crítica le otorga ventajas en cantidad y en capacidad de respuesta regional.
Ventaja tecnológica y numérica fortalece a la aviación china
La integración de sensores avanzados en los nuevos prototipos representa un salto cualitativo. El J-36 podría incorporar radar AESA con matrices laterales (SLAR), superando al F-22 en cobertura, ya que este último no dispone de esa capacidad debido a recortes presupuestarios.
Por su parte, el J-50 emplearía sistemas electroópticos similares a los del F-35, mejorando la conciencia situacional y reforzando la coordinación con otras plataformas aéreas como el KJ-3000. Esta arquitectura distribuida contrasta con la del F-22, diseñada para operaciones más rígidas y autónomas.
Aunque la experiencia operativa continúa siendo un punto fuerte para Estados Unidos, la PLAAF ha intensificado sus programas de simulación y entrenamiento. Mientras los pilotos del F-22 acumulan miles de horas en ejercicios como Red Flag, China prepara tripulaciones más numerosas para sus nuevas aeronaves.
La continuidad en las pruebas de vuelo del J-36 desde diciembre de 2024 y la reciente aparición pública del J-50 en abril de 2025 indican una aceleración en el desarrollo de capacidades de sexta generación. Con énfasis en sigilo, alcance y conectividad, estos avances consolidan la postura estratégica de China frente a posibles conflictos regionales.