Israel desea fervientemente contar con el Lockheed Martin F-22 Raptor en su arsenal, pero las razones que impiden su adquisición son numerosas y complejas.
La relación militar entre EE. UU. e Israel
Estados Unidos ha sido un aliado estratégico de Israel, proporcionando asistencia militar y armamento de alta calidad. Esta colaboración se afianzó después de la Guerra de los Seis Días, cuando Washington decidió reforzar el ejército israelí para contrarrestar el poder soviético en Oriente Medio.
Sorprendentemente, el F-22 Raptor, la aeronave de combate más avanzada de Estados Unidos, nunca ha sido exportada a Israel. Aunque el ex presidente Donald Trump aprobó su venta en 2020, es poco probable que Israel llegue a recibir este caza furtivo.
Obstáculos legales y tecnológicos
El Congreso de EE. UU. prohibió explícitamente la venta de F-22 a países extranjeros en 1998. Esta restricción se debe a que el Raptor contiene tecnologías clasificadas y avanzadas que el gobierno estadounidense prefiere mantener en secreto, especialmente para evitar que caigan en manos de China o Rusia.
Incluso si el Congreso permitiera la exportación del F-22, otro problema importante es que su producción cesó en 2009. Reiniciar la línea de producción sería extremadamente costoso y complicado, y podría tener un costo igual o mayor que desarrollar un caza completamente nuevo.
Un teatro político sin solución
La aprobación de Trump para la venta del F-22 parece haber sido más un acto político que una decisión factible. La Fuerza Aérea de EE. UU. no tiene planes de reiniciar la producción del Raptor, ya que no sería económicamente viable ni operativamente sensato.
Por lo tanto, aunque Israel anhela contar con el F-22 Raptor en su flota de cazas, las restricciones legales, la protección de la tecnología y la inviabilidad económica hacen que la adquisición de este avanzado avión de combate sea altamente improbable.