El presidente Trump anunció en Doha la modernización del F-22 Raptor y un nuevo F-55, tras un histórico acuerdo con Qatar por aviones Boeing.
Trump detalla avances del F-22 Super en reunión en Qatar
El presidente Donald Trump sorprendió al mundo de la defensa aérea al anunciar, durante una reunión con líderes empresariales en Doha, Qatar, el 15 de mayo de 2025, que Estados Unidos trabaja en una modernización del icónico F-22 Raptor, bautizada como F-22 Super, y en el desarrollo de un nuevo avión de combate, el F-55. Estas declaraciones, realizadas en presencia de altos ejecutivos de Boeing y GE Aerospace, se produjeron un día después de que Trump celebrara un acuerdo comercial histórico con Qatar Airways para la adquisición de hasta 210 aviones comerciales Boeing 787 Dreamliner y 777X, valorado en 96 mil millones de dólares. La reunión, que incluyó al emir de Qatar, Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani, y al CEO de Boeing, Kelly Ortberg, marcó un hito en la relación comercial y estratégica entre Estados Unidos y Qatar. Trump describió al F-22 como “el avión de combate más hermoso del mundo” y aseguró que la versión F-22 Super será una “versión muy moderna” del caza furtivo, diseñado para mantener la superioridad aérea estadounidense frente a competidores como el J-20 chino.
El F-22 Raptor, fabricado por Lockheed Martin en colaboración con Boeing, es un caza de superioridad aérea de quinta generación, conocido por su capacidad furtiva, maniobrabilidad radical y tecnología avanzada. Desde su entrada en servicio en 2005, ha sido un pilar de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, aunque su producción cesó en 2011 debido a los altos costos y la priorización del F-35 Lightning II. Las declaraciones de Trump en Doha sugieren un renovado interés en revitalizar este avión, cuya financiación ha sido objeto de intensos debates en el Congreso durante años. En 2021, el entonces jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, general Charles Q. Brown, señaló que el F-22 no formaba parte de los planes a largo plazo para la flota de cazas, priorizando el desarrollo de la próxima generación de aviones, como el F-47, adjudicado a Boeing en abril de 2025 como parte del programa Next Generation Air Dominance (NGAD). Sin embargo, Trump insistió en que el F-22 Super se desarrollará “rápidamente” para complementar estos esfuerzos.
El anuncio del F-22 Super no es la primera vez que se habla de modernizar el Raptor. Desde su introducción, el avión ha recibido actualizaciones incrementales, incluyendo mejoras en software y sistemas de sensores, para mantener su ventaja tecnológica. Sin embargo, la falta de producción de nuevos F-22 y la decisión de centrarse en el F-35 dejaron al Raptor en un segundo plano. Las palabras de Trump en Doha podrían indicar que estas actualizaciones, a menudo pasadas por alto, han progresado más de lo que se pensaba. Expertos como Nick Cunningham, analista aeroespacial de Agency Partners, sugieren que el F-22 Super podría incorporar tecnologías desarrolladas para el F-47, como sistemas de drones colaborativos y capacidades de inteligencia artificial, aunque los detalles específicos permanecen clasificados. Además, Trump acusó a China de copiar el diseño del F-22 con su caza J-20, afirmando que “no podrán copiar nuestros motores”, una referencia a la superioridad tecnológica de los motores Pratt & Whitney F119 del Raptor.
Paralelamente, Trump habló del F-55, un proyecto que describió como una “sustancial mejora” del F-35 y, al mismo tiempo, un nuevo desarrollo. Esta ambigüedad generó especulaciones entre analistas. Algunos, como Cunningham, sugieren que el F-55 podría estar relacionado con el programa F/A-XX de la Marina de Estados Unidos, destinado a reemplazar los Boeing F/A-18 Super Hornet con un caza furtivo de sexta generación. Otros creen que podría ser una propuesta de Lockheed Martin para un avión de “quinta generación plus”, que aproveche tecnologías desarrolladas para el F-47, pero a un costo menor. Lockheed Martin, que perdió frente a Boeing en la competencia por el F-47, ha expresado interés en aplicar innovaciones de ese programa al F-35, según el CEO James Taiclet. Sin embargo, no está claro cómo el F-55 encaja en los planes de financiación y desarrollo actuales, especialmente dado el historial de retrasos en las actualizaciones del F-35, que incluyen mejoras en pantallas de cabina y capacidad de procesamiento.
Datos clave sobre el F-22 Super y el F-55
- El F-22 Raptor es un caza furtivo de quinta generación, con 187 unidades operativas construidas hasta 2011. Su modernización como F-22 Super podría incluir sistemas de drones y sensores avanzados.
- El F-55 podría ser un nuevo avión o una mejora del F-35, posiblemente ligado al programa F/A-XX de la Marina. Su desarrollo dependerá de negociaciones sobre costos.
- El programa NGAD, adjudicado a Boeing para el F-47, busca reemplazar al F-22 con un caza de sexta generación acompañado de drones.
- El acuerdo con Qatar Airways por 210 aviones Boeing generará aproximadamente 154,000 empleos anuales en Estados Unidos durante el ciclo de producción.
- GE Aerospace suministrará 400 motores (GEnx para los 787 y GE9X para los 777X), en el mayor pedido de motores de su historia.
Contexto del acuerdo comercial con Qatar y su impacto
El anuncio del F-22 Super y el F-55 se dio en el marco de una visita de Trump a Qatar, donde se firmaron acuerdos comerciales por más de 243 mil millones de dólares, incluyendo el pedido de Qatar Airways de 130 Boeing 787 Dreamliners y 30 777X, con opciones para 50 aviones adicionales. Este contrato, el mayor en la historia de Boeing para aviones de fuselaje ancho, también incluye la compra de más de 400 motores de GE Aerospace, marcando un récord para la compañía. La ceremonia de firma, a la que asistieron Trump, el emir Sheikh Tamim, el CEO de Boeing, Kelly Ortberg, y el CEO de Qatar Airways, Badr Mohammed Al-Meer, resaltó la importancia estratégica de la alianza entre Estados Unidos y Qatar. Al-Meer destacó que el acuerdo es un “paso crítico” para mantener la flota más eficiente y moderna de la aviación global.
El acuerdo con Qatar Airways no solo fortalece a Boeing, que ha enfrentado desafíos por la guerra comercial de Trump con China y problemas de producción, sino que también beneficia a GE Aerospace, cuyo motor GEnx fue elegido para los 787 en lugar del Trent 1000 de Rolls-Royce. Este éxito llega en un momento en que los aviones Airbus A350, competidores directos del 787, han enfrentado problemas de mantenimiento en climas cálidos como el del Golfo. Además, el contrato se suma a otros acuerdos firmados en Qatar, como la venta de sistemas de aeronaves pilotadas remotamente MQ-9B de General Atomics por 2 mil millones de dólares y una declaración de intenciones para inversiones en defensa por 38 mil millones de dólares, incluyendo apoyo a la base aérea Al Udeid. Estos pactos refuerzan la relación bilateral y generan miles de empleos en Estados Unidos.
El contexto de la visita de Trump a Qatar también incluyó controversias, como la oferta de la familia real qatarí de donar un Boeing 747-8 de lujo, valorado en 400 millones de dólares, para ser usado como Air Force One temporal. Trump defendió la aceptación del avión, argumentando que sería “estúpido” rechazarlo, aunque expertos advierten que adaptarlo a los estándares militares podría costar más de 1 mil millones de dólares debido a la necesidad de sistemas de defensa y comunicación avanzados. La decisión, aprobada por la fiscal general Pam Bondi tras una revisión legal, ha generado críticas por posibles conflictos de interés, dado que Bondi trabajó anteriormente como lobista para Qatar. Sin embargo, la Casa Blanca insiste en que el avión será propiedad del Departamento de Defensa, no de Trump personalmente.
La visita de Trump a Qatar también tuvo un componente diplomático. El enviado especial para Medio Oriente, Steve Witkoff, informó avances en las negociaciones para un alto el fuego en Gaza, con la participación indirecta de Hamás y una delegación israelí de alto nivel en Doha. Trump expresó su deseo de que Qatar ayude a reducir las tensiones con Irán respecto a su programa nuclear, destacando la influencia del emir Sheikh Tamim en la región. Estas discusiones se suman a los esfuerzos de Trump por normalizar las relaciones con Siria tras su reunión con el presidente interino Ahmad al-Sharaa en Arabia Saudita, marcando la primera vez en 25 años que un presidente estadounidense se reúne con un líder sirio.
Perspectivas futuras para el F-22 Super y la industria aeroespacial
Las declaraciones de Trump sobre el F-22 Super y el F-55 han generado un renovado interés en la industria aeroespacial, aunque persisten preguntas sobre su viabilidad. El F-22, cuya financiación fue limitada para priorizar el F-35 y el F-47, enfrenta desafíos para reiniciar su producción o implementar actualizaciones significativas. Sin embargo, el éxito del acuerdo con Qatar Airways demuestra el impulso de la administración Trump para revitalizar la manufactura estadounidense, con Boeing y GE Aerospace como protagonistas. La adjudicación del F-47 a Boeing, descrito como un caza de sexta generación con drones colaborativos, refuerza la posición de la compañía en el mercado de defensa, mientras Lockheed Martin busca recuperar terreno con propuestas como el F-55.
En el ámbito internacional, las acusaciones de Trump sobre el J-20 chino reflejan preocupaciones de larga data en Estados Unidos sobre el robo de tecnología militar. Aunque algunos analistas cuestionan las similitudes entre el F-22 y el J-20, las palabras de Trump subrayan la importancia de mantener la ventaja tecnológica estadounidense. Por otro lado, el fortalecimiento de la relación con Qatar, evidenciado por los acuerdos comerciales y de defensa, posiciona al país como un aliado clave en el Golfo, especialmente en un momento de tensiones regionales con Irán y la reconfiguración de alianzas en Medio Oriente.
El futuro del F-22 Super dependerá de las decisiones del Congreso y el Pentágono sobre la financiación y los plazos. Mientras tanto, el acuerdo con Qatar Airways y las declaraciones sobre nuevos aviones de combate refuerzan la visión de Trump de proyectar poder económico y militar. La modernización del F-22 y el posible desarrollo del F-55 podrían marcar un nuevo capítulo en la supremacía aérea estadounidense, respaldados por una alianza estratégica con socios como Qatar.
La visita de Trump a Doha no solo consolidó acuerdos comerciales históricos, sino que también abrió la puerta a especulaciones sobre el futuro de la aviación militar. A medida que Boeing, Lockheed Martin y GE Aerospace compiten por liderar la próxima generación de cazas, el F-22 Super y el F-55 podrían convertirse en símbolos de la ambición de Estados Unidos por mantener su dominio en los cielos.