El caza NGAD F-47 enfrenta incertidumbre tras no figurar como prioridad en la formulación del presupuesto fiscal 2026 del Departamento de Defensa.
El F-47 pierde protagonismo pese a su presentación como hito estratégico
En los últimos meses, el panorama de la defensa aérea de Estados Unidos ha cambiado radicalmente con respecto al F-47, el caza de sexta generación desarrollado por Boeing bajo el programa Next Generation Air Dominance (NGAD). A pesar de su presentación formal por el expresidente Donald Trump el 21 de marzo de 2025 como pieza clave para mantener la superioridad aérea frente a China y Rusia, informes recientes indican que el proyecto podría quedar fuera del presupuesto fiscal 2026.
El F-47 fue adjudicado a Boeing tras una competencia con Lockheed Martin y con un contrato valorado en más de 20.000 millones de dólares. El avión se diseñó con un perfil stealth avanzado, mayor alcance que el F-22 y capacidad de coordinar operaciones con drones Collaborative Combat Aircraft (CCA). Sin embargo, a medida que se aproxima el nuevo ciclo presupuestario, su financiación está siendo cuestionada.
La euforia inicial dio paso a la incertidumbre después de que los subcomités de defensa del Congreso propusieran en marzo de 2025 un recorte de 325 millones de dólares al programa NGAD para ese año, reduciendo su presupuesto a 2.400 millones. La justificación oficial fue un “ajuste clasificado”, aunque el elevado costo estimado por unidad del F-47, que podría oscilar entre 300 y 600 millones de dólares, es motivo de preocupación.
El impacto de este ajuste ha desatado especulaciones sobre la viabilidad del F-47 en un entorno fiscal dominado por recortes, nuevas prioridades y cuestionamientos sobre el retorno estratégico de invertir en un nuevo caza tripulado frente al avance de plataformas no tripuladas más económicas y versátiles.
Factores que amenazan la continuidad del programa F-47 NGAD
- Costo por unidad: entre 300 y 600 millones de dólares
- Recorte inicial: 325 millones menos para NGAD en el presupuesto 2025
- Reducción presupuestaria total: 2.400 millones asignados en 2025
- Revisión ordenada por el Pentágono: recorte del 8% en cinco años
- Prioridades protegidas: CCA y modernización nuclear
- Programas en conflicto: B-21 Raider, drones autónomos y defensa antimisiles
- Exclusión del F-47: sin mención en documentos preliminares de 2026
- Implicaciones industriales: riesgos para Boeing y su planta en St. Louis
Presiones fiscales y nuevas prioridades desvían fondos del NGAD
Una revisión presupuestaria impulsada por el secretario de Defensa, Pete Hegseth en febrero de 2025 ha profundizado las dudas sobre el futuro del F-47. Según un memorando citado por Air & Space Forces Magazine, se solicitó a las ramas militares que identificaran recortes del 8% en sus planes quinquenales, con el objetivo de financiar nuevas prioridades como la seguridad fronteriza y un sistema de defensa antimisiles estilo “Cúpula de Hierro”.

Los CCA y la modernización nuclear fueron excluidos explícitamente de estos recortes, pero el programa NGAD y el F-47 no lo fueron, lo que refuerza la percepción de que podrían ser sacrificados para liberar recursos. Este ajuste presupuestario se produce en un contexto donde la Fuerza Aérea ya enfrenta la necesidad de recapitalizar su flota sin exceder los límites fiscales.
En marzo de 2024, la USAF propuso retirar 250 aviones antiguos para liberar fondos y adaptarse a las nuevas amenazas. Aun así, equilibrar la financiación del F-47, los CCA, el B-21 Raider y otros sistemas avanzados está resultando inviable sin redefinir prioridades.
La presión por adoptar soluciones más rentables ha empujado al Pentágono a cuestionar si una flota reducida de cazas de alto costo, como el F-47, puede justificar su inversión cuando los drones autónomos ofrecen alternativas más accesibles y adaptables ante amenazas emergentes.
La preferencia por los CCA refleja un cambio doctrinal en la USAF
El creciente protagonismo del programa Collaborative Combat Aircraft evidencia una transformación estratégica en la USAF. En 2023, el servicio destinó unos 500 millones de dólares al desarrollo de drones capaces de operar junto a cazas tripulados. Para 2025, el Congreso recomendó 487 millones, con un ligero recorte respecto a lo previsto.
A diferencia del F-47, los CCA han sido protegidos de recortes y han sido presentados como solución de futuro por líderes como el general David Allvin, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea. Su bajo costo y su capacidad para ampliar el poder de combate hacen que sean percibidos como opción más práctica frente al riesgo fiscal del F-47.

En este nuevo esquema operativo, los CCA podrían asumir misiones de combate, reconocimiento y guerra electrónica, acompañando a un número limitado de cazas tripulados. El resultado sería una fuerza más distribuida, flexible y coste-efectiva, lo que podría terminar desplazando al F-47 como elemento central del programa NGAD.
Este cambio doctrinal apunta a una reconfiguración de la superioridad aérea, donde el dominio tecnológico se logre no con un único caza avanzado, sino con una red de plataformas interconectadas capaces de operar de forma coordinada y autónoma.
El impacto económico, político y geopolítico de un posible recorte
Más allá de las implicaciones técnicas y presupuestarias, el futuro del F-47 tiene consecuencias directas para Boeing. La adjudicación del contrato representó un respiro tras años de dificultades en sus divisiones militar y comercial. Según Reuters, las acciones de la empresa subieron un 5% tras el anuncio, mientras que Lockheed Martin perdió casi un 7% en bolsa.
Si el programa se cancela o reduce sustancialmente en el presupuesto 2026, Boeing podría sufrir un duro golpe, especialmente en su planta de St. Louis, Missouri, lo que tendría implicancias laborales y políticas justo cuando la administración Trump busca reforzar la industria nacional de defensa.
En el ámbito internacional, Trump había sugerido que se evaluaría una versión exportable atenuada del F-47 para aliados estratégicos. Sin embargo, si el avión no se produce, esta opción desaparece, debilitando la posición de EE. UU. frente a China y Rusia, que continúan desarrollando sus propias plataformas de sexta generación.
Expertos citados por BulgarianMilitary.com advierten que la exclusión del F-47 podría ser interpretada por adversarios como un signo de retroceso, incentivando una carrera armamentística acelerada y reduciendo la capacidad disuasiva estadounidense en un contexto geopolítico cada vez más competitivo.
La revaluación del F-47 encarna la tensión entre ambición y realidad
Aunque el programa NGAD entró formalmente en fase de producción inicial, como detalló AEI.org en julio de 2024, la falta de referencias al F-47 en los borradores presupuestarios filtrados por DefenseScoop y The Aviationist refuerza la percepción de que el avión está siendo apartado.

El exsecretario Frank Kendall y el exsubsecretario Andrew Hunter, en declaraciones recientes al Defense & Aerospace Report, recordaron que el F-47 surgió del trabajo experimental en X-planes iniciado una década atrás. Sin embargo, reconocieron que la complejidad del diseño y sus altos costos lo alejaron de las condiciones presupuestarias actuales.
El F-47, cuya configuración derivada del F-22 incluye sofisticadas capacidades de sensores y redes, ha pasado de ser el símbolo del futuro aéreo estadounidense a una posible víctima de las restricciones fiscales. La historia reciente del F-35 Lightning II y sus sobrecostos sigue pesando en las decisiones presupuestarias actuales.
En resumen, el F-47 representa el dilema de una fuerza aérea que debe elegir entre ambiciones tecnológicas y viabilidad operativa. Con el Congreso aún por pronunciarse y el Pentágono ajustando prioridades, el futuro del F-47 como eje del dominio aéreo estadounidense sigue siendo incierto, con señales cada vez más claras de que su vuelo podría quedar anulado antes de despegar.