La supuesta capacidad de EE. UU. para desactivar los F-35 aliados ha generado preocupación. Sin embargo, las restricciones operativas reales plantean preguntas más relevantes sobre la soberanía militar.
Rumores sobre un posible control remoto de EE. UU.
El mito del “Kill Switch” del F-35 ha resurgido en medio de las crecientes tensiones entre Estados Unidos, Europa y la OTAN. La teoría sugiere que el Pentágono podría desactivar o limitar el rendimiento de estos cazas vendidos a aliados, lo que ha generado inquietud en países como Alemania y Canadá.
Más de 1.100 F-35 operan en 16 fuerzas armadas de todo el mundo. Este rumor ha ganado tracción en redes sociales, donde usuarios han afirmado que EE. UU. mantiene un veto sobre el uso de estos aviones. Comentarios en plataformas como X destacan preocupaciones sobre la independencia operativa de los países compradores.
Algunos señalan que las ocho millones de líneas de código del F-35 podrían incluir puertas traseras para su desactivación remota. Esta sospecha ha impulsado llamados en Canadá para cancelar su compra de 14.500 millones de dólares en F-35.
El tema ha cobrado fuerza debido a la incertidumbre política en EE. UU. y las recientes decisiones de Washington sobre la ayuda militar a Ucrania. Legisladores y analistas europeos han expresado dudas sobre la confianza en EE. UU. como proveedor de tecnología militar clave.
EE. UU. mantiene control sobre las operaciones del F-35
Funcionarios de Bélgica y Suiza han negado la existencia de un mecanismo físico de apagado remoto. Sin embargo, el F-35 es un sistema altamente digitalizado y dependiente de plataformas como ALIS (Sistema de Información Logística Autónoma) y su sucesor, ODIN, lo que genera preocupaciones sobre el control de EE. UU. en las operaciones de sus aliados.

Documentos oficiales de la Fuerza Aérea de EE. UU. confirman restricciones operativas. La Célula de Apoyo del Programa F-35 del 350º Grupo de Guerra del Espectro establece que los operadores internacionales del F-35 no pueden realizar pruebas independientes fuera de EE. UU. debido a regulaciones de seguridad.
Restricciones operativas del F-35 para aliados de EE. UU.
- Los operadores extranjeros no pueden realizar pruebas de vuelo independientes fuera de EE. UU.
- Las normativas de seguridad de EE. UU. exigen que ciudadanos estadounidenses supervisen ciertas funciones clave.
- Israel es el único país con autorización para operar un sistema independiente en su F-35I Adir.
- Estas restricciones han generado preocupaciones en países como Alemania, Reino Unido e Italia.
Si bien estas limitaciones no implican un “Kill Switch”, sí evidencian el control de EE. UU. sobre los F-35 de sus aliados, lo que ha generado debates sobre soberanía militar y autonomía operativa.
Limitaciones logísticas y dependencia tecnológica
El sistema ALIS fue desarrollado para optimizar el mantenimiento y la planificación de misiones del F-35. Lockheed Martin lo describe como una plataforma que transmite datos en tiempo real sobre el estado de la aeronave a técnicos en todo el mundo.

ALIS utiliza enlaces descendentes de radiofrecuencia para prever necesidades de mantenimiento y reducir el tiempo de inactividad. Sin embargo, ha presentado fallas en la precisión de los datos, lo que ha complicado la operatividad del F-35.
Para solucionar estos problemas, el Departamento de Defensa de EE. UU. está implementando ODIN, un nuevo sistema basado en la nube. Según la Oficina del Programa Conjunto del F-35, ODIN mejorará la eficiencia del mantenimiento y permitirá actualizaciones más rápidas para responder a las necesidades operativas.
En conclusión, aunque no existe evidencia de un “Kill Switch”, la dependencia de software y las restricciones impuestas por EE. UU. han generado dudas legítimas sobre el control que Washington ejerce sobre el F-35 y sus operadores aliados.
ODIN y ALIS: ¿riesgo de control externo o solo gestión logística?
El sistema ODIN ha sido desarrollado para mejorar la comunicación, el procesamiento perimetral y la descentralización de datos en comparación con su predecesor, ALIS. Su objetivo es abordar las preocupaciones de los clientes de exportación sobre el intercambio de información confidencial con EE. UU.

Sin embargo, ni ALIS ni ODIN interactúan con los controles operativos del F-35. La Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) ha señalado que sus problemas afectan el mantenimiento y la gestión de datos, sin capacidad para desactivar la aeronave en vuelo.
Aun si EE. UU. restringiera el acceso a estos sistemas o retuviera piezas de repuesto, los F-35 seguirían siendo operativos. No obstante, el mantenimiento se volvería considerablemente más complicado, afectando la disponibilidad de la flota.
Actualizaciones de software: el verdadero punto débil del F-35
Más allá de los sistemas logísticos, la dependencia del F-35 de las actualizaciones de software proporcionadas por EE. UU. lo convierte en un sistema de armas vulnerable a restricciones externas. Estas actualizaciones garantizan el máximo rendimiento y seguridad, pero si fueran retenidas, la aeronave seguiría funcionando con capacidades obsoletas.
Impacto de las actualizaciones de software en el rendimiento del F-35
- Las actualizaciones mejoran la capacidad de combate y adaptabilidad del F-35.
- Sin nuevas versiones, el avión podría volar, pero perdería efectividad en combate.
- La evolución tecnológica en guerra moderna requiere mejoras constantes.
- La falta de actualizaciones limitaría su capacidad para enfrentar nuevas amenazas.

El F-35 funciona como un dispositivo tecnológico de última generación, similar a un teléfono inteligente. Sin actualizaciones, no deja de operar de inmediato, pero se vuelve obsoleto con el tiempo, incapaz de ejecutar nuevas funcionalidades esenciales.
El Archivo de Datos de Misión (MDF): el verdadero control estratégico
El periodista Bill Sweetman argumenta que la clave del control de EE. UU. no es un apagado remoto, sino el Archivo de Datos de Misión (MDF). Este sistema es el “manual de batalla” del F-35, proporcionando información esencial para la identificación de amenazas y la planificación de misiones.
El MDF permite definir rutas de vuelo de baja detectabilidad, gestionar comunicaciones y almacenar órdenes de batalla electrónicas. Durante los vuelos, el avión recopila datos de amenazas y, al aterrizar, los pilotos revisan el rendimiento del MDF para mejorar futuras misiones.
Las actualizaciones del MDF son frecuentes y administradas en EE. UU. por un equipo de 90 especialistas en el Laboratorio de Reprogramación de AustCanUK (ACURL), lo que otorga a Washington un control significativo sobre la efectividad operativa de los aliados.
Dependencia tecnológica y soberanía militar en la OTAN
Más que un “interruptor de apagado”, el F-35 expone una tensión dentro de la OTAN: la relación entre defensa colectiva y autonomía nacional. Las capacidades críticas del avión, como la puntería avanzada, ISR y comunicaciones, dependen en gran medida de EE. UU.

El investigador Justin Bronk de RUSI destacó que, aunque las preocupaciones sobre la dependencia del F-35 son válidas, la influencia de EE. UU. en los sistemas de combate aliados va más allá de esta aeronave.
A medida que la guerra en Ucrania persiste y crece la incertidumbre sobre la política exterior de EE. UU., países como Alemania y Canadá están reevaluando sus estrategias de defensa. Alemania, por ejemplo, usará el F-35 para la disuasión nuclear con bombas B61 Mod 12 proporcionadas por EE. UU., lo que refuerza su dependencia.
Para 2030, más de 400 F-35 estarán operativos en Europa, consolidando su papel central en la OTAN. No obstante, esta integración expone una paradoja: la superioridad tecnológica del avión conlleva una vulnerabilidad estratégica.
El analista Tyler Rogoway explicó que no hay una alternativa real al F-35 sin sacrificar capacidad y supervivencia en combate. Reemplazarlo requeriría desarrollar un ecosistema de defensa completamente nuevo, lo que implicaría décadas de inversión y planificación.
Si bien la crisis actual podría acelerar la innovación en defensa europea, reducir la dependencia tecnológica de EE. UU. no es un proceso inmediato. La autonomía operativa de los aliados de la OTAN seguirá determinada, en gran parte, por el acceso a actualizaciones y sistemas gestionados por Washington.