A pesar de su tecnología stealth, el F-35 enfrenta restricciones de alcance que limitan su eficacia en el Indo-Pacífico frente a la estrategia A2/AD de China.
Restricciones de alcance reducen la eficacia del F-35 en Asia
El F-35 Joint Strike Fighter, desarrollado por Lockheed Martin, representa uno de los proyectos más avanzados del arsenal estadounidense. Con variantes adaptadas para la Fuerza Aérea (F-35A), la Armada (F-35C) y el Cuerpo de Marines (F-35B), destaca por su capacidad stealth, sensores de última generación y conectividad en red. Sin embargo, su alcance operativo limitado plantea un desafío estratégico en el teatro Indo-Pacífico, donde las vastas distancias reducen su efectividad táctica.
La variante F-35A tiene un alcance máximo de aproximadamente 1.200 millas náuticas, la F-35C alcanza cifras similares, y la F-35B, con capacidad STOVL, se limita a unas 900 millas náuticas. Comparado con cazas como el F-22 Raptor (1.600 nm) o el F/A-18 Super Hornet (1.800 nm), estas cifras sitúan al F-35 en desventaja para operar en regiones con largas distancias entre bases aliadas y zonas de conflicto.
En misiones reales, el radio de combate efectivo del F-35 se reduce a 600 millas náuticas en el mejor de los casos, una cifra que limita su operatividad en escenarios como el de Taiwán, a unas 450 millas náuticas de la base aérea de Kadena (Japón). Estas condiciones obligan a las fuerzas estadounidenses a operar en la proximidad de la guerra, exponiéndose a amenazas crecientes.
El problema de alcance no solo afecta la movilidad táctica del F-35, sino que condiciona la estrategia general de despliegue aéreo estadounidense en una región dominada por capacidades antiacceso desarrolladas por China.

Alcance y vulnerabilidad comparada de cazas en el Indo-Pacífico
- F-35A y F-35C: 1.200 millas náuticas de alcance máximo.
- F-35B: limitado a 900 millas náuticas por diseño STOVL.
- Radio de combate real: 600 nm (A/C) y 450 nm (B).
- F-22 Raptor: 1.600 millas náuticas de autonomía.
- F/A-18 Super Hornet: 1.800 millas náuticas de alcance máximo.
El reabastecimiento aéreo no elimina la exposición al riesgo
Una solución parcial al alcance limitado del F-35 es el reabastecimiento aéreo. Aunque todas sus variantes son compatibles con esta capacidad, su efectividad en entornos disputados es cuestionable. Los aviones cisterna como el KC-46 Pegasus y el KC-135 Stratotanker son vulnerables en zonas bajo amenaza directa de misiles.
La Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación dispone de un arsenal capaz de atacar estas plataformas logísticas, lo que compromete su despliegue en operaciones activas. Para mantenerse fuera del alcance de radares enemigos, los cisternas deben operar más lejos, obligando al F-35 a consumir más combustible en trayectos adicionales.

El uso extendido de cisternas en conflictos de alta intensidad, como un posible enfrentamiento en el Estrecho de Taiwán, incrementa los riesgos logísticos. La fiabilidad del sistema de reabastecimiento como solución sostenida frente a un adversario con capacidades antiacceso avanzadas permanece en entredicho.
En estas condiciones, el F-35 se ve forzado a operar dentro de rangos donde sus plataformas de soporte y bases de origen se vuelven vulnerables a los sistemas de ataque de largo alcance de China, exacerbando su debilidad estructural.
China explota las debilidades del F-35 con misiles y estrategia A2/AD
Para que el F-35 alcance sus objetivos desde portaaviones o bases avanzadas, debe partir desde posiciones dentro del alcance de misiles chinos. El sistema DF-21D, clasificado como “asesino de portaaviones”, y el DF-26, con alcance de hasta 2.500 kilómetros, representan amenazas directas a grupos navales estadounidenses.
Además, China ha reforzado su postura A2/AD con submarinos clase Yuan, buques equipados con misiles hipersónicos YJ-21 y sistemas de defensa aérea como el HQ-9 y el S-400, este último adquirido de Rusia. Esta red de capacidades limita el despliegue seguro de los activos estadounidenses en la región.

La falta de alcance del F-35 impide que opere desde plataformas más distantes, obligando a su proyección desde bases como Guam o Japón, que son también vulnerables a un ataque inicial masivo. China, consciente de esta debilidad, ha estructurado su doctrina militar para limitar la libertad operativa estadounidense.
El caza J-20 Mighty Dragon, aunque aún en evolución, ofrece un alcance superior estimado de 1.500 millas náuticas, lo que le permite una mayor proyección desde el continente. Esta capacidad concede a Pekín una ventaja estratégica en escenarios de largo alcance.
Estados Unidos evalúa soluciones, pero el reto persiste
El F-35 ha mejorado en fiabilidad desde su introducción y se ha convertido en pilar de las fuerzas aéreas de Japón, Australia y Corea del Sur. Sin embargo, sus fortalezas en stealth y fusión de sensores no compensan completamente su déficit de autonomía operativa.
Entre las alternativas en estudio, se encuentra la incorporación del misil LRASM, que con más de 300 millas náuticas de alcance permite ataques a distancia, aunque su uso externo compromete la furtividad del F-35. También se analizan bases dispersas y maniobras ágiles para reducir la exposición de instalaciones fijas.

No obstante, estas medidas son soluciones tácticas limitadas. La dependencia de una compleja cadena logística y el riesgo constante sobre plataformas de apoyo indican que el alcance del F-35 seguirá siendo una limitación estructural relevante en escenarios de alta intensidad.
La necesidad de complementar su despliegue con activos de mayor alcance, como bombarderos B-21 Raider o drones estratégicos, se vuelve más urgente. En caso contrario, el F-35 podría quedar en desventaja frente a una doctrina china diseñada específicamente para reducir su efectividad táctica en el Indo-Pacífico.