Anunciado como el máximo desarrollo del MiG-29, el MiG-35 no logró cumplir expectativas debido a sus limitaciones técnicas y ausencia en combate.
Promesas incumplidas y falta de confianza internacional
Desde su presentación, el MiG-35 fue promovido como un caza de “cuarta generación y media” con tecnologías avanzadas como un radar moderno y ciertas características de baja observabilidad. Sin embargo, los hechos han demostrado que estas capacidades no cumplen con lo prometido. El avión ha fracasado en atraer compradores extranjeros, un claro indicio de falta de confianza en el producto, especialmente en un mercado global tan competitivo.
Si bien las sanciones internacionales han afectado la comercialización de equipos militares rusos, el verdadero problema radica en la inoperatividad comprobada del MiG-35. Incluso durante la guerra ruso-ucraniano, una oportunidad ideal para probar y demostrar capacidades, el caza no ha sido desplegado de manera significativa, cuestionando su utilidad y versatilidad.
A pesar de promocionarse como una mejora sustancial sobre el MiG-29M/M2 y el MiG-29K/KUB, las innovaciones del MiG-35 son, en el mejor de los casos, incrementales. Las supuestas capacidades avanzadas del avión, como el sistema fly-by-wire, un fuselaje más robusto y motores actualizados, no representan un salto tecnológico significativo. Estas mejoras son adaptaciones menores en comparación con los estándares de la competencia global.
Además, las capacidades de baja observabilidad que se le atribuyen no alcanzan los niveles modernos de furtividad. Recubrimientos absorbentes de radar no son suficientes para competir con aviones como el F-35 Lightning II, cuyo diseño integra tecnología furtiva de forma integral.
Producción limitada y dudas en su propio país
El historial de producción del MiG-35 también refleja su falta de éxito. Desde su presentación en 2017 y su entrada oficial en servicio en 2019, solo se han fabricado unas pocas unidades. Este número reducido expone no solo problemas de producción, sino también una evidente falta de confianza en el avión incluso dentro del propio Kremlin.
Rusia esperaba que el MiG-35 consolidara su posición en el mercado internacional de defensa, pero la industria aeroespacial del país no ha logrado superar los desafíos técnicos ni estratégicos. Las capacidades de producción rusas están severamente limitadas, y esto ha afectado tanto la entrega de unidades como su atractivo en el exterior.
El fracaso del MiG-35 también destaca un problema mayor dentro de la estrategia de defensa rusa: la desconexión entre las promesas propagandísticas y la capacidad real de cumplirlas. En lugar de fortalecer la industria militar nacional, el MiG-35 ha evidenciado sus debilidades estructurales.
Por otra parte, las comparaciones con el F-35 Lightning II son completamente desproporcionadas. Mientras que el F-35 ha demostrado ser un avión confiable en múltiples teatros de combate, el MiG-35 carece de cualquier validación operacional significativa.
Datos clave sobre el MiG-35
- Presentado en 2017 y oficialmente en servicio desde 2019.
- No ha sido desplegado en la guerra ruso-ucraniana.
- Fabricación limitada a unas pocas unidades.
- Mejoras técnicas incrementales respecto al MiG-29.
- Sin clientes extranjeros ni operaciones de exportación relevantes.
Ausencia en combate y falta de validación operativa
la guerra ruso-ucraniana ha expuesto otra gran deficiencia del MiG-35: su ausencia en operaciones reales. A pesar de las condiciones propicias para demostrar sus capacidades, el avión ha sido relegado al olvido. La falta de despliegue operativo refleja la desconfianza del Kremlin en su desempeño.
Mientras Ucrania utiliza tácticas efectivas como el empleo de municiones de largo alcance, los aviones rusos han tenido una participación limitada, y el MiG-35, en particular, no ha jugado ningún papel destacado. Esta situación deja en evidencia su irrelevancia táctica y las limitaciones de la industria militar rusa.
La ausencia del MiG-35 en este teatro de operaciones ha sido notoria, mostrando que el Kremlin prefiere no arriesgarse a exponer sus fallos en combate. Esta decisión ha afectado aún más la percepción internacional de los sistemas militares rusos, considerados cada vez más obsoletos.
En términos de capacidades, el MiG-35 no ha logrado cumplir con las expectativas en ningún ámbito, ni técnico ni estratégico. Su falta de validación en combate lo relega a un papel secundario, lejos de ser la pieza clave que Rusia aspiraba a ofrecer al mercado global.
Declive comercial y fallas propagandísticas
En el mercado de exportación, el MiG-35 también ha sido un fracaso. Desde su concepción, el avión fue diseñado para atraer compradores extranjeros, pero la falta de un historial de combate ha limitado su atractivo. Las sanciones internacionales han exacerbado esta situación, complicando aún más su comercialización.
Por otro lado, la comparación con el F-35 no solo es injustificada, sino también irrealista. Mientras que el F-35 cuenta con el respaldo de un consorcio global y una extensa red logística, el MiG-35 se encuentra aislado, sin el apoyo necesario para competir en igualdad de condiciones.
La narrativa de que el MiG-35 podría rivalizar con aviones de quinta generación como el F-35 refleja una desconexión con la realidad. Las afirmaciones propagandísticas de Moscú no pueden ocultar los defectos estructurales del avión, ni compensar su falta de capacidades modernas.
En definitiva, el MiG-35 no ha logrado consolidarse como una opción viable en el ámbito de la aviación militar. Es un recordatorio de los problemas sistémicos que enfrenta la industria militar rusa, que continúa priorizando la propaganda sobre la innovación y la funcionalidad operativa.