El presupuesto 2026 del Pentágono financia el F-47 con $3.500 millones, reduce F-35 y limita el F/A-XX a $74 millones por restricciones industriales.
El F-47 encabeza la aviación táctica de sexta generación
El Departamento de Defensa de Estados Unidos destinó $3.500 millones al programa del caza furtivo de sexta generación F-47, desarrollado por Boeing, según la propuesta de presupuesto para el año fiscal 2026. Esta decisión fue aprobada por el presidente Donald Trump en marzo de 2025. Altos funcionarios confirmaron que el programa F/A-XX de la Armada, destinado a un caza de próxima generación basado en portaaviones, recibirá solo $74 millones para completar su diseño, lo cual representa una reducción significativa que detiene su desarrollo a corto plazo.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunció la financiación del F-47 en una audiencia del Congreso a principios de junio de 2025. Un alto funcionario militar explicó que la base industrial de Estados Unidos no dispone de la capacidad para desarrollar dos cazas furtivos avanzados al mismo tiempo. “La prioridad presidencial es avanzar en el F-47 y asegurar su implementación”, afirmó. Esta estrategia responde a preocupaciones sobre la disponibilidad de ingenieros cualificados y recursos industriales, que podrían quedar excedidos si se impulsaran ambos programas.
El programa F/A-XX, dirigido por competidores como Northrop Grumman, ha quedado relegado. En marzo de 2025, se preveía un contrato para el caza de la Armada, pero los planes no se concretaron. Un informe de Bloomberg News indicó que el Pentágono reasignó $500 millones del F/A-XX al F-47, lo que favorece la capacidad táctica aérea a corto plazo. La financiación mínima asignada permitirá conservar avances técnicos para un posible relanzamiento, pero por el momento el programa se mantiene suspendido.
El F-47 ha sido diseñado para operar como un centro de comando aéreo, con capacidad para controlar drones y ejecutar misiones complejas. No obstante, transformar este caza terrestre en una versión apta para portaaviones, como requiere el F/A-XX, presenta desafíos importantes. La experiencia con el F-35 demuestra que las variantes terrestres y navales comparten solo un 20% de componentes, lo cual dificulta cualquier intento de adaptar el F-47 para uso naval.
Datos clave sobre el presupuesto de defensa 2026
- Financiación del F-47: $3.500 millones para el desarrollo del caza de sexta generación de la Fuerza Aérea.
- Reducción del F/A-XX: $74 millones para completar el diseño, frente a $500 millones reasignados al F-47.
- Recorte en F-35: Adquisición reducida de 74 a 47 aviones, con $1.000 millones para repuestos y modernización.
- F-15EX: $3.000 millones para ampliar la flota de 98 a 129 cazas.
- Programa CCA: $870 millones para el desarrollo de drones de combate colaborativos de General Atomics y Anduril.
Recortes en el F-35 y refuerzo de otras plataformas
La propuesta presupuestaria también contempla una reducción considerable en la adquisición de cazas F-35, que pasará de 74 a 47 aviones, según un alto funcionario militar. Este recorte afecta principalmente a la variante F-35A de la Fuerza Aérea. Los fondos liberados serán destinados a la modernización del Bloque 4, que incorporará un nuevo radar, mejoras en guerra electrónica y un arsenal ampliado. Además, se asignarán $1.000 millones a repuestos con el fin de resolver problemas crónicos de mantenimiento y bajas tasas de disponibilidad, presentes en el programa desde hace años.
El desarrollo del Bloque 4 ha registrado retrasos y sobrecostos, mientras que la actualización Technology Refresh 3 (TR-3), necesaria para implementar el Bloque 4, ha enfrentado dificultades técnicas. Entre 2024 y 2025, el ejército estadounidense suspendió temporalmente la recepción de nuevos F-35 por problemas con el TR-3. Lockheed Martin declaró en mayo de 2025 que el desarrollo del TR-3 había finalizado, aunque la aprobación formal del Pentágono seguía pendiente a inicios de junio.
Por otro lado, el presupuesto contempla $3.000 millones para adquirir más cazas F-15EX Eagle II, lo que aumentará la flota planificada de la Fuerza Aérea de 98 a 129 unidades. También se asignarán $870 millones al programa de drones de combate colaborativos (CCA), que incluirá los modelos de General Atomics YFQ-42A y Anduril YFQ-44A, junto con el desarrollo de conceptos operativos.
El Congreso todavía debe aprobar la propuesta presupuestaria, y algunos legisladores han manifestado preocupación por la disminución de los inventarios de cazas. En mayo de 2025, el senador Tom Cotton consultó al jefe de la Fuerza Aérea, general David Allvin, acerca de la posibilidad de adquirir más F-16 mejorados. Allvin respondió que evaluará la viabilidad de esa opción.
Debate industrial y perspectivas futuras
El director ejecutivo de Boeing Defense and Space, Steve Parker, expresó reservas ante la afirmación de que la base industrial estadounidense no pueda gestionar el desarrollo simultáneo del F-47 y el F/A-XX. Northrop Grumman, que abandonó la competencia por el programa NGAD de la Fuerza Aérea en 2023, continúa participando en el proceso del F/A-XX, mientras que Lockheed Martin fue excluida de la competencia en marzo de 2025.
Lockheed Martin ha propuesto una actualización para el F-35, que ofrecería el 80% de las capacidades de un caza de sexta generación a un costo reducido. Este concepto podría considerarse una alternativa ante eventuales retrasos en el F-47 o el F/A-XX, aunque aún no ha sido validado.
A pesar de la suspensión del F/A-XX, el Pentágono ha reiterado su intención de avanzar con un caza de sexta generación para la Armada. “El departamento mantiene su compromiso con la capacidad de sexta generación”, indicó un alto funcionario militar. Sin embargo, en la actualidad, el F-47 constituye el núcleo del plan de aviación táctica futura de Estados Unidos.
La decisión de priorizar el F-47 obedece a una estrategia orientada a optimizar los recursos industriales y cumplir los plazos establecidos. Mientras el Congreso examina la propuesta presupuestaria, el desarrollo del F/A-XX y la modernización del F-35 continuarán bajo revisión, con posibles implicaciones para las capacidades aéreas de Estados Unidos en las próximas décadas.