Ahora parece probable, si no inevitable, que Finlandia y Suecia entren en la OTAN. La invasión rusa de Ucrania ha transformado la opinión de ambos países y ha puesto en marcha un proceso político que puede dar lugar a la primera ampliación sustancial de la alianza desde que varios Estados bálticos y balcánicos se unieron a ella en 2004. Por su parte, la OTAN parece abierta e incluso ansiosa por iniciar el proceso. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí y hacia dónde vamos?
Historia
Finlandia y Suecia encontraron sus propios caminos hacia la neutralidad. Desde el final de las Guerras Napoleónicas, Suecia ha tratado de evitar un profundo enredo con la política europea de equilibrio de poderes. Suecia evitó comprometerse en la Primera Guerra Mundial y de nuevo en la Segunda, a pesar de enfrentarse a las amenazas tanto de los Aliados Occidentales como del Eje. El compromiso sueco con la neutralidad se mantiene profundamente, incluso cuando el alcance de su relación con la OTAN ha crecido en las últimas tres décadas.
Por su parte, Finlandia se encontró dentro del Imperio Ruso tras la victoria de Rusia contra Suecia en la Guerra de Finlandia de 1809. Establecida como Gran Ducado, Finlandia disfrutó de una cuasi-autonomía durante gran parte de su tiempo como parte del Imperio Ruso. A finales de la Primera Guerra Mundial, con la desintegración de la Rusia zarista, Finlandia declaró su independencia. La flota rusa del Báltico fue expulsada de sus amarres en una angustiosa travesía por mares llenos de hielo. Finlandia eligió brevemente al príncipe heredero alemán como su propio monarca, un acuerdo que terminó cuando Alemania se rindió pronto a la Entente. Durante los siguientes 20 años, Finlandia gozaría de independencia y de una recelosa paz con la URSS, antes de que la invasión rusa de 1939 diera comienzo a la Guerra de Invierno. Una Finlandia derrotada se unió al ataque de la Alemania nazi contra la Unión Soviética en junio de 1941, pero las fuerzas soviéticas acabaron imponiéndose y obligaron a Finlandia a capitular en 1944. A Finlandia se le permitió conservar sus instituciones democráticas, pero sufrió fuertes limitaciones en su política exterior, limitaciones que solo terminaron realmente con el colapso de la URSS.
El cambio
La neutralidad funciona bien mientras se mantengan las normas contra las guerras de engrandecimiento territorial. Cuando esas normas fallan, los países tienen que buscar otras opciones. La diplomacia rusa en esta cuestión ha sido característicamente inútil, con amenazas militares y políticas que empujan a Finlandia y Suecia a acercarse aún más a la OTAN.
Tanto Finlandia como Suecia han colaborado ampliamente con la OTAN durante las dos últimas décadas. Sus instituciones militares ya están comprometidas y habituadas a una asociación con las de los países de la OTAN, y su equipamiento es sin duda mucho más compatible (por no decir eficaz) que el de las últimas oleadas de candidatos a la OTAN. Suecia y Finlandia han compartido durante mucho tiempo una relación de cooperación sobre la naturaleza de la neutralidad escandinava, hasta el punto de que los observadores han esperado en el pasado que el ingreso en la OTAN llegaría para ambos o no llegaría. Por eso no resulta sorprendente ver que los países avanzan al unísono.
Activos o pasivos
Como ha señalado Shashank Joshi, de The Economist, la adhesión de Finlandia a la OTAN duplicaría de golpe la frontera terrestre de la alianza con Rusia. Esto haría que la posición de Rusia en el extremo norte fuera considerablemente más vulnerable que en la actualidad. La adhesión de Suecia convertiría la isla de Gotland en responsabilidad de la alianza, reduciendo drásticamente el potencial de maniobra naval de Rusia en el Mar Báltico. Tanto Suecia como Finlandia cuentan con grandes y modernas fuerzas armadas, en el caso de Suecia apoyadas por una de las mayores y más sofisticadas bases industriales de defensa de Europa. La DIB sueca ya está estrechamente integrada en la red de defensa transeuropea, pero la participación directa en la alianza de la OTAN no haría sino profundizar en esa integración.
Cada problema es una oportunidad, y algunos analistas han señalado que añadir a Finlandia y Suecia a la cartera de la alianza proporciona a Rusia más área para amenazar. Sin embargo, con la actuación de los militares rusos en Ucrania hasta ahora, parece que los finlandeses y los suecos están firmemente en el lado “activo” del libro de cuentas. La decisión de Finlandia de adquirir 64 F-35A aumenta significativamente la vulnerabilidad de Rusia en su flanco norte, ya que los Panthers pueden amenazar la red de defensa aérea rusa de un modo que los cazabombarderos convencionales no pueden. La posibilidad de que otros aviones de la OTAN se dirijan a los aeródromos finlandeses durante una crisis también pone a Rusia en un riesgo considerablemente mayor.
Por último, la plena adhesión de Finlandia proporciona a la OTAN un acceso al norte de Rusia mucho mayor que el que tiene actualmente. La OTAN ya puede aprovechar el territorio ártico noruego, pero el acceso a Finlandia tiene el potencial de dar a la OTAN una visión mucho más clara de las disposiciones militares rusas en el norte, especialmente de las bases de la Flota del Norte rusa y de la flotilla de submarinos de misiles balísticos de Rusia.
¿Viene la OTAN?
Las decisiones de Finlandia y Suecia de ingresar en la OTAN son al mismo tiempo trascendentales y no sorprendentes. No está claro si Moscú preveía esta decisión como consecuencia de su invasión de Ucrania, pero, a pesar de algunas amenazas, no ha reaccionado de forma tan agresiva como lo hizo con la adhesión de Ucrania, mucho menos probable. Es posible que Rusia haya “descontado” la adhesión de Finlandia y Suecia como un coste desafortunado pero necesario de su guerra contra Ucrania, o puede haber esperado que los dos países se vean disuadidos por el poderío militar de Moscú y la evidente voluntad de utilizarlo. Puede que sea cierto que la finalización de la Escalada Escandinava suponga un grado de confrontación a largo plazo con Rusia, pero a estas alturas, es difícil imaginar que el futuro de la relación se oscurezca mucho más.
Es difícil escapar a la conclusión: La invasión de Putin ha hecho que Rusia sea menos segura y esté menos protegida en formas que ni siquiera una victoria decisiva en Ucrania puede remediar.
El Dr. Robert Farley, ahora editor colaborador de 1945, es profesor titular de la Escuela Patterson de la Universidad de Kentucky. El Dr. Farley es el autor de Grounded: The Case for Abolishing the United States Air Force (University Press of Kentucky, 2014), The Battleship Book (Wildside, 2016) y Patents for Power: Intellectual Property Law and the Diffusion of Military Technology (University of Chicago, 2020).