En “Falcon Strike 2015”, el JAS 39 Gripen demostró superioridad tecnológica y táctica sobre los Su-27SK de China en enfrentamientos a larga distancia.
El JAS 39 Gripen destaca en combate más allá del alcance visual
El enfrentamiento entre el Gripen tailandés y los Su-27SK chinos en el ejercicio conjunto “Falcon Strike 2015” evidenció el dominio del caza sueco en escenarios BVR (Beyond Visual Range). Desarrollado por Saab, el Gripen mostró una eficacia notable frente al diseño soviético del Su-27, aún operado por la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación de China (PLAAF).
Durante cuatro días de maniobras en noviembre de 2015, los JAS 39C/D Gripen de la Real Fuerza Aérea de Tailandia lograron 41 derribos simulados contra los Su-27, a cambio de solo 9 pérdidas propias, logrando una proporción de victorias superior a 4:1. En combates simulados a 50 km de distancia, los Gripens obtuvieron 10 victorias sin ninguna pérdida, resaltando su dominio absoluto en combate a larga distancia.
Este resultado se explica por varias ventajas tecnológicas. El radar Ericsson PS-05/A del Gripen permite detectar amenazas hasta 160 km, frente al alcance de 120 km del radar N001 Mech del Su-27. Además, su menor sección transversal de radar (RCS) —de solo 1,5 m² frente a los 15 m² del Su-27— lo hace más difícil de localizar y rastrear.
El misil AIM-120 AMRAAM empleado por los Gripens, con un alcance de más de 80 km, superó al RVV-AE (R-77) chino, limitado a unos 50 km. Esta diferencia permitió a los pilotos tailandeses atacar antes de entrar en el rango de respuesta enemigo, consolidando su superioridad táctica.
Diferencias técnicas y operativas que favorecieron al Gripen
- Radar PS-05/A con alcance de 160 km, superior al N001 Mech del Su-27.
- RCS del Gripen: 1,5 m² vs. 15 m² del Su-27, ventaja en furtividad.
- AIM-120 AMRAAM con alcance de +80 km contra RVV-AE limitado a 50 km.
- Arquitectura digital del Gripen permitió mejor conciencia situacional.
- Resultado total en BVR: 41 a 9 a favor del Gripen, con 88% de los éxitos a más de 30 km.
Los Su-27 lograron ventaja solo en combate cuerpo a cuerpo
Aunque el Gripen fue superior a distancia, el Su-27 demostró su potencia en enfrentamientos dentro del alcance visual (WVR). En estos combates cercanos, el resultado favoreció a la PLAAF, con 25 Gripens simuladamente “derribados” frente a una sola pérdida china.

Esta ventaja se atribuye a la maniobrabilidad sostenida del Su-27, impulsado por motores Saturn AL-31F, y al uso del misil R-73, que cuenta con capacidades “off-boresight” y un sistema de puntería montado en el casco del piloto. Estas características ofrecieron a los pilotos chinos una capacidad superior en combates cercanos.
En cambio, los Gripens tailandeses utilizaron misiles AIM-9L Sidewinder, una versión menos avanzada que opciones como el IRIS-T, lo que pudo afectar su rendimiento en este tipo de enfrentamientos. Incluso analistas chinos reconocieron que el éxito en WVR dependió del armamento limitado del Gripen durante el ejercicio.
La lección táctica fue clara: en combates cerrados, el Su-27 aún podía destacar, pero su dependencia de tecnología más antigua lo volvía vulnerable en el combate moderno, centrado cada vez más en la intercepción a distancia.
El entrenamiento y la doctrina influyeron en el resultado final
El rendimiento de los pilotos tailandeses también fue resultado de una doctrina de entrenamiento occidental, influenciada por su alianza con Estados Unidos. Con experiencia operativa en cazas como el F-16, Tailandia adoptó tácticas y sistemas interoperables que optimizaron el uso de su flota Gripen.
Por el contrario, los pilotos chinos presentaron deficiencias en tácticas evasivas BVR, una debilidad que reflejó las limitaciones doctrinales de la PLAAF en ese momento. El ejercicio de 2015 evidenció la necesidad de modernización tanto en plataformas como en conceptos de combate.
Posteriormente, la PLAAF adaptó su enfoque. En ejercicios de 2019, China desplegó cazas más avanzados como el J-10C y mejoró sus protocolos de entrenamiento, un indicio de que los resultados de “Falcon Strike” sirvieron como impulso para reformar sus capacidades aéreas.
El ejercicio también validó la filosofía del Gripen: ofrecer una plataforma versátil, eficiente y tecnológicamente avanzada, capaz de enfrentarse a adversarios más grandes con éxito, siempre que se aprovechen sus fortalezas.
El diseño del Gripen favorece su adaptación al combate moderno

Concebido para operar desde carreteras y pistas improvisadas en condiciones adversas, el JAS 39 Gripen combina agilidad y bajo coste operativo. Equipado con un motor único derivado del GE F404, y con un diseño delta-canard, ofrece excelente capacidad de maniobra en situaciones donde se requiere respuesta inmediata.
Su diseño no alcanza la velocidad máxima del Su-27 (Mach 2.35 frente a Mach 2), pero se compensa con respuesta rápida, menor RCS y aviónica avanzada. Estas características lo convierten en un caza adecuado para el entorno de combate contemporáneo, dominado por sensores, misiles guiados y conectividad.
Por el contrario, el Su-27 fue desarrollado para duelos aéreos con cazas pesados como el F-15. Su gran tamaño y sistemas analógicos reflejan una época en la que la maniobrabilidad física primaba sobre la guerra electrónica y la fusión de sensores, áreas en las que hoy resulta menos competitivo.
El éxito del Gripen también fortaleció la decisión de Tailandia de seguir confiando en esta plataforma. En 2024, la RTAF anunció planes para adquirir hasta 14 unidades del Gripen E, una variante mejorada que incorpora radar AESA y una arquitectura de misión más potente.
Las lecciones de Falcon Strike redefinieron prioridades aéreas en Asia
El resultado del ejercicio “Falcon Strike 2015” fue más que una simple comparación entre dos cazas. Para la PLAAF, fue una advertencia sobre las limitaciones tecnológicas y tácticas de su flota. Para Tailandia y Saab, confirmó que el Gripen es una alternativa eficaz frente a plataformas más grandes y costosas.
La superioridad del Gripen en BVR se basó en tecnología avanzada, armamento moderno y un enfoque táctico eficaz. Aunque el Su-27 tuvo éxito en combate cerrado, sus limitaciones en sensores y misiles lo colocaron en desventaja donde se decide la mayoría de los enfrentamientos actuales: a distancia.
Este episodio evidenció que en la guerra aérea moderna, la integración electrónica, la conciencia situacional y el alcance de armas pueden inclinar la balanza frente a la potencia bruta. Y mostró que incluso un caza ligero, con el equipamiento y entrenamiento adecuados, puede superar a un adversario más pesado.
La experiencia también impulsó a China a modernizar su doctrina y acelerar el despliegue de nuevos modelos como el J-20, lo que sugiere que el legado de “Falcon Strike” continúa influyendo en el equilibrio estratégico de Asia hasta el presente.