Estados Unidos y Rusia avanzan en doctrinas de guerra aérea distribuida con cazas de quinta generación operando junto a drones de combate autónomos.
Estados Unidos y Rusia impulsan modelos de combate colaborativo aéreo
La integración de cazas con vehículos aéreos no tripulados marca un cambio doctrinal en el combate aéreo. Rusia apuesta por el Su-57 y el Okhotnik-B, mientras que Estados Unidos desarrolla el F-35 junto a drones CCA, como el MQ-28 y el XQ-67A. Ambos enfoques buscan aprovechar plataformas autónomas para fortalecer las capacidades ofensivas y defensivas de los cazas tripulados.
Concebido dentro del programa PAK FA, el Su-57 incorpora tecnologías furtivas, supermaniobrabilidad, capacidad de supercrucero y sistemas avanzados de aviónica como el BINS-SP2M. Desde 2019, este modelo se ha probado en conjunto con el UAV Sukhoi S-70 Okhotnik-B, que amplía el alcance del radar del caza y designa objetivos para armamento de largo alcance.
El Okhotnik-B cuenta con un diseño de ala voladora, materiales furtivos y motores AL-31F o AL-41F, que le permiten alcanzar 1.000 km/h y operar en un radio de 4.000 km. Transporta hasta 2,8 toneladas de armamento en bahías internas, incluyendo misiles aire-tierra y bombas guiadas. Está equipado con sensores ópticos, radar de apertura sintética y capacidades de guerra electrónica e inteligencia de señales.
Por su parte, el F-35 Lightning II, desarrollado por Lockheed Martin, combina sensores como el radar AESA AN/APG-81 y el sistema EOTS. Este caza sirve como base para el programa Collaborative Combat Aircraft (CCA), que incluye drones como el MQ-28 Ghost Bat y el XQ-67A. Estos sistemas están diseñados para operar junto a aeronaves tripuladas en roles de reconocimiento, ataque y guerra electrónica.
Arquitecturas de control reflejan enfoques doctrinales distintos
La estructura de mando del Su-57 y el Okhotnik-B está diseñada para una supervisión directa desde la cabina. El piloto del Su-57 actúa como operador del UAV, gestionando sus funciones durante la misión. En vuelos de prueba, el Okhotnik-B ha demostrado operar de forma autónoma hasta por 30 minutos mientras coopera con el caza para mejorar la conciencia situacional.
Durante 2021 se anunció una versión biplaza del Su-57 con el objetivo de facilitar el control del UAV, lo que indica que el sistema requiere intervención humana constante. Además, en 2020 se realizaron pruebas de red táctica en las que un Su-57 coordinó datos con otros cazas, un enfoque que también puede aplicarse al Okhotnik-B.
Las misiones previstas para esta dupla incluyen ataques a infraestructura crítica y defensa aérea enemiga, reconocimiento profundo y guerra electrónica. No obstante, la autonomía real del Okhotnik-B permanece poco clara, ya que no se han revelado detalles completos sobre su inteligencia artificial ni su capacidad de toma de decisiones autónomas.
En octubre de 2024, un Su-57 derribó a un Okhotnik-B fuera de control sobre Ucrania, lo que expuso limitaciones en la fiabilidad del sistema de control. Aunque se esperaba el inicio de la producción en serie en 2024, este incidente podría haber retrasado los planes de despliegue operacional.
Comparativa tecnológica y operacional entre UAV rusos y estadounidenses
- El Okhotnik-B tiene un alcance estimado de 4.000 km y puede portar hasta 2,8 toneladas de armamento.
- El MQ-28 Ghost Bat ofrece un alcance de 3.700 km y admite módulos intercambiables como señuelos o misiles.
- El XQ-67A se especializa en recopilación de inteligencia y conectividad táctica con cazas tripulados.
- La Fuerza Aérea de EE. UU. planea invertir más de 8.900 millones de dólares en el programa CCA entre 2025 y 2029.
- El Su-57 biplaza busca mejorar la operatividad del Okhotnik-B mediante supervisión dual del UAV.
Estados Unidos prioriza la autonomía avanzada y el control en red
La arquitectura de mando del F-35 con drones CCA se basa en la descentralización de tareas mediante redes de datos. El piloto del F-35 actúa como gestor de misiones en lugar de operador directo, gracias a los sistemas de IA integrados en los UAV. Estos dispositivos pueden navegar, esquivar amenazas y seleccionar objetivos de forma autónoma.
En entornos de simulación como el Joint Simulation Environment, los CCA demostraron operar en grupos colaborativos, intercambiando datos con cazas y otras plataformas en tiempo real. El diseño modular permite que cada dron cumpla funciones específicas según la misión, ya sea señuelo, ataque directo, guerra electrónica o vigilancia estratégica.
Un solo F-35 podría coordinar múltiples UAV simultáneamente, lo que aumenta la capacidad de respuesta en escenarios complejos. El MQ-28, por ejemplo, puede actuar como jamming platform o señuelo, mientras que el XQ-67A se enfoca en recolección de inteligencia en áreas de alto riesgo.
Además del desarrollo tecnológico, Estados Unidos ha asignado recursos financieros significativos al programa CCA. Solo en 2024, se invirtieron 661 millones de dólares, y se proyecta una inversión superior a 8.900 millones para los próximos cuatro años, lo que demuestra un fuerte compromiso estratégico con este tipo de plataformas.
Estados de avance reflejan enfoques y prioridades divergentes
La madurez operativa del Okhotnik-B continúa en fase de pruebas, aunque ya realizó lanzamientos de armas no guiadas en 2021 y guiadas en 2022. Pese a los avances, la producción en serie aún no se ha concretado, y el incidente de 2024 evidenció riesgos en el control remoto de UAV pesados.
En el caso de los CCA estadounidenses, el MQ-28 inició sus pruebas en 2020 y podría comenzar a operar junto al F-35 en 2025. El XQ-67A, lanzado como parte del programa CCA Increment I, realizó su primer vuelo en febrero de 2024 y tiene potencial para misiones de ataque y soporte táctico en red.
Aunque los CCA todavía no están desplegados de forma masiva, demostradores como el X-47B, que completó reabastecimiento aéreo autónomo en 2015, ofrecen una base tecnológica sólida. Estados Unidos se ha beneficiado de programas como Skyborg, que exploró la integración de IA en drones.
Ambos sistemas reflejan la transición hacia una guerra aérea distribuida, donde cazas tripulados trabajan con plataformas autónomas para adaptarse a escenarios cambiantes. Mientras Rusia resalta el control directo, Estados Unidos apuesta por la autonomía y flexibilidad mediante IA y redes avanzadas.