En el vertiginoso campo de los cazas furtivos de quinta generación, la balanza se inclina desfavorablemente hacia el lado ruso con su Su-57 Felon.
Mientras potencias como Estados Unidos y China despliegan con astucia sus piezas en el tablero aéreo con modelos como el F-22 Raptor, el F-35 Lightning II, el Chengdu J-20, y el Shenyang FC-31, Rusia parece jugar una partida de ajedrez con una torre menos.
El Su-57 Felon, con todo su potencial proclamado, se presenta más como un león sin garras ante sus rivales directos debido a un cúmulo de contratiempos en su diseño, producción, y las repercusiones de las sanciones internacionales por actos de agresión territorial.
El sueño desvanecido de la superioridad aérea rusa

Primero, abordemos la polivalencia del Sukhoi Su-57 Felon, un caza diseñado para dominar los cielos tanto en misiones aire-aire como aire-tierra. Sin embargo, este enfoque generalista quizás haya diluido su efectividad, dejando un activo militar que no sobresale en ningún campo específico.
En el ámbito del sigilo, un componente crítico para la sobrevivencia y eficacia en el teatro moderno de operaciones aéreas, el Su-57 ha provocado escepticismo. La ambigüedad del Ministerio de Defensa ruso al no definir claramente al Su-57 como un caza furtivo revela, sin necesidad de miradas penetrantes, las carencias inherentes a su diseño.
La furtividad no es una capa de invisibilidad sacada de un cuento de hadas; es una mezcla compleja de diseño aerodinámico, materiales absorbentes de radar, y una pintura especial que reduce la firma radar del avión. Aquí, el Su-57 parece más un anacronismo, un vestigio de la cuarta generación con un disfraz de quinta, recordándonos más al F/A-18 Hornet o al Su-27 Flanker que a un verdadero competidor de su generación.
La implementación operativa del Su-57 revela otro capítulo de esta saga de aspiraciones fallidas. Con un número exiguo de unidades en servicio, las Fuerzas Aeroespaciales rusas parecen haber adoptado una táctica de desesperación más que de convicción estratégica, al desplegar prototipos como si fueran unidades de combate plenamente operativas.

Esta decisión no solo subraya una precipitación por ostentar capacidades no completamente realizadas, sino también una alarmante disposición a comprometer la efectividad y seguridad operativa.
Además, la pérdida del primer caza Su-57 de producción en un accidente poco después de su salida de fábrica no hace, sino enfatizar la fragilidad de este proyecto. La ausencia del Su-57 en conflictos actuales, a pesar del estado beligerante de Rusia, levanta preguntas no solo sobre su viabilidad operacional, sino también sobre la confianza, o la falta de ella, en este sistema de armas por parte de sus propios progenitores.
En conclusión, el Sukhoi Su-57 Felon se presenta no como el pionero de una nueva era en la aviación militar rusa, sino como un monumento a las oportunidades perdidas y a las aspiraciones desmedidas. En el escenario global de la tecnología de defensa, donde la efectividad y la innovación dictan la supremacía, el Su-57 no logra despegar, anclado por un lastre de deficiencias técnicas y estratégicas.
La carrera hacia la quinta generación de cazas furtivos no perdona los pasos en falso, y Rusia, con el Su-57, parece haber tropezado en su propio juego.
Despliegue del Su-57 en Ucrania: Entre la potencialidad teórica y la prudencia estratégica

Las Fuerzas Aeroespaciales rusas, a pesar de su aparente ventaja cualitativa y numérica, enfrentan un dilema táctico significativo sobre los cielos de Ucrania. La incapacidad para asegurar la supremacía aérea en este teatro de operaciones refleja no solo los desafíos tácticos impuestos por un enemigo bien defendido, sino también las limitaciones inherentes a su arsenal aéreo, especialmente en lo que respecta al Su-57 Felon.
El campo de batalla ucraniano, protegido por un robusto sistema de defensa aérea fortificado por la asistencia técnica de Estados Unidos y la OTAN, representa un escenario donde la furtividad y la agilidad aérea no son meros lujos, sino necesidades críticas. Aquí, el Su-57 Felon, con su prometida capacidad de sigilo, debiera teóricamente servir como la clave maestra para neutralizar la cobertura antiaérea ucraniana y permitir operaciones ofensivas con una libertad de acción antes inalcanzable.
Sin embargo, este potencial teórico choca contra la pared de la realidad operativa y estratégica. La flota disponible del Su-57 es, a todas luces, insuficiente para marcar una diferencia decisiva en el conflicto. Además, las dudas persistentes acerca de sus verdaderas capacidades furtivas y de combate añaden una capa de incertidumbre que los mandos rusos parecen no estar dispuestos a despejar en el campo de batalla.
Esta reticencia se ve exacerbada por consideraciones de índole comercial y de imagen. El Su-57 no es solo un activo militar, sino también un producto en el mercado global de armamento. Exponerlo a las duras pruebas del combate real en Ucrania y arriesgarse a una posible demostración de sus falencias no haría, sino mermar su atractivo en el mercado internacional. La perspectiva de un fracaso no solo sería un golpe devastador para el prestigio militar ruso, sino también para sus ambiciones como exportador de tecnología militar de punta.

En resumen, el Su-57 Felon se encuentra atrapado entre el mito y la realidad, entre las promesas de sus creadores y las duras exigencias del combate moderno. Su ausencia en Ucrania es un testimonio silente, pero elocuente de las dudas que suscita, tanto en términos de capacidad como de estrategia. En última instancia, este caza de quinta generación, que debiera ser el emblema de la modernidad aeronáutica rusa, se convierte en un símbolo de las limitaciones, tanto técnicas como estratégicas, que enfrenta Moscú en su actual empresa militar.