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Portada » Zona de guerra » El único éxito del Su-57: derribar su propio dron Su-70

El único éxito del Su-57: derribar su propio dron Su-70

14 de julio de 2025
Okhotnik

S-70

El Su-57, presentado como plataforma furtiva de quinta generación, terminó por derribar a un dron Su-70 ruso en un acto que desmantela cualquier pretensión de fiabilidad operativa. Lejos de mostrar superioridad, lo ocurrido revela con crudeza la fragilidad sistémica del aparato y su nula incidencia táctica en el teatro ucraniano.

Incidente de fuego amigo destaca fallos del Su-57

El 5 de octubre de 2024, un Su-57 derribó por error un dron Su-70 Okhotnik durante maniobras dentro del propio espacio aéreo ruso, a unos 500 kilómetros de la frontera ucraniana. El incidente, en el que participaron dos aeronaves concebidas para operar en conjunto, expone una descoordinación inadmisible entre plataformas que, en teoría, debieron haber sido interoperables desde el diseño conceptual. La destrucción del Su-70 no obedeció a un simple error de identificación, sino que representó la manifestación tangible de una arquitectura operativa deficiente, carente de protocolos robustos y con sistemas de reconocimiento incapaces de diferenciar aliados de amenazas reales. La anécdota no es menor: su sola existencia dinamita la credibilidad del programa.

El Su-57 fue anunciado por Sukhoi como la respuesta rusa a los cazas occidentales de quinta generación. Se prometieron capacidades furtivas, sensores avanzados y superioridad tecnológica. Pero el derribo del Su-70 demuestra que, ni durante las fases de prueba ni en misiones activas, ha conseguido consolidarse como sistema fiable. La incapacidad para identificar un blanco propio desmonta toda la retórica oficial sobre la eficacia de sus radares y su supuesta fusión sensorial. Un caza que elimina a su propia escolta autónoma en un contexto libre de interferencias, lejos del frente, no solo fracasa como producto militar: fracasa como concepto.

La Fuerza Aérea rusa, que apenas dispone de una veintena de unidades en 2024, perdió un dron concebido para ser su extensión en combate. La destrucción del Su-70, que representaba uno de los pocos logros tangibles en la modernización doctrinal de Rusia, deja al descubierto la precariedad de la flota y su inviabilidad operativa real. Lejos de recibir un despliegue confiado, el Su-57 ha sido relegado a misiones de bajo perfil, fuera del alcance de las defensas ucranianas, lo que constituye un reconocimiento implícito de sus limitaciones frente a amenazas modernas.

El Su-57 detecta objetivos con radar N036 Byelka
Su-57

El error operacional refleja un mal estructural mayor. La inexistencia de procedimientos confiables para coordinar elementos aéreos, combinada con una formación deficiente de pilotos y mandos intermedios, ha permitido que un caza presuntamente avanzado eliminara a uno de los sistemas más caros y recientes de la Fuerza Aérea sin que mediara un conflicto. Todo esto ocurre mientras el Kremlin intenta justificar, año tras año, las exorbitantes sumas destinadas al Su-57, un programa cuya factura acumulada se sostiene sobre resultados inexistentes.

Detalles clave del incidente del Su-57 y Su-70

  • El Su-57 derribó un Su-70 el 5 de octubre de 2024 en territorio ruso.
  • El Su-70 Okhotnik fue diseñado para actuar como complemento táctico del Su-57.
  • El fallo de identificación demuestra una integración fallida entre ambas plataformas.
  • Rusia dispone de menos de 25 unidades del Su-57 en condiciones operativas.

Limitaciones del Su-57 en la guerra de Ucrania

El Su-57, que en la propaganda oficial debía rivalizar con el F-22 estadounidense, ha sido irrelevante en la guerra en Ucrania. Su participación se ha mantenido en un nivel marginal, limitada a lanzamientos de misiles desde zonas seguras dentro del espacio aéreo ruso. Esa táctica, lejos de proyectar fuerza, expone un temor evidente a las defensas antiaéreas enemigas. Ninguna operación relevante, ningún despliegue contundente, ningún resultado comprobable. La promesa de superioridad desapareció entre el secretismo oficial y la ausencia de hechos verificables.

En junio de 2024, un Su-57 resultó dañado por un ataque de drones ucranianos en Akhtubinsk, a 589 kilómetros del frente. Fue el primer daño confirmado de esta plataforma, y se produjo en tierra, bajo supuesta seguridad logística. El hecho, que no correspondió a un combate aire-aire sino a un entorno estático, revela una vulnerabilidad estructural inadmisible para un sistema que pretende liderar la modernización aérea rusa. La reparación implicó gastos adicionales que agravan el balance general del programa, ya de por sí plagado de sobrecostos.

Ucrania captura restos de dron furtivo ruso S-70 Okhotnik

El Su-57 emplea motores AL-41F1, una versión evolucionada de una planta motriz concebida para cazas de generaciones previas. Su rendimiento no se ajusta a los estándares actuales, y su supuesta tecnología furtiva ha sido cuestionada por analistas que señalan una firma radar excesiva. Comparado con el F-22 o incluso con el F-35, el Su-57 presenta deficiencias estructurales que impiden su operación con garantías en escenarios saturados de amenazas electrónicas y misiles de largo alcance.

La cadena de producción del Su-57 representa otro fracaso administrativo. A pesar de las promesas reiteradas de Sukhoi y del ministerio de Defensa ruso, la entrega de unidades ha sufrido constantes retrasos. Se proyectaban 76 aeronaves para 2028, pero la cifra entregada es mínima. Las sanciones internacionales, la dependencia de componentes externos y una cadena industrial disfuncional han convertido a este programa en un sumidero presupuestario. El resultado: una flota simbólica, incapaz de proyectar poder real ni de revertir la narrativa de su obsolescencia prematura.

Contexto histórico del programa Su-57

El programa Su-57 comenzó en 2002, cuando bajo el nombre PAK FA se concibió como respuesta rusa a los cazas furtivos estadounidenses. El primer vuelo tuvo lugar en 2010, pero desde entonces, la trayectoria se ha caracterizado por la irregularidad. Problemas técnicos, escasez de recursos y cambios doctrinales han obstaculizado el desarrollo del aparato. En 2019 se anunció la producción en serie, aunque en términos prácticos, la cantidad de unidades entregadas no permite hablar de una fuerza operativa significativa. En 2023, apenas una quincena estaban en servicio activo, lo cual evidencia el estancamiento real del proyecto.

El diseño del Su-57 contemplaba la integración de radares AESA, capacidades de guerra electrónica y armamento guiado de precisión. En la práctica, la mayoría de estas capacidades o bien no han sido implementadas o no han demostrado eficacia. Su pretendida baja observabilidad no resiste comparaciones técnicas con los sistemas estadounidenses. Además, la ausencia de experiencia real en combate antes de la guerra en Ucrania impidió validar y refinar su desempeño. Lo que debió consolidarse como una plataforma de ruptura terminó como prototipo perpetuo, incapaz de acumular doctrina.

El Su-57 es el “rey del sigilo”: Invisible por falta de fondos
Su-57

Durante la guerra en Ucrania, el Su-57 ha permanecido en segundo plano. Su función ha consistido en lanzar misiles desde distancias que lo mantienen al margen del contacto con las defensas ucranianas. Esta estrategia, lejos de responder a criterios tácticos, confirma el miedo a exponerlo. Ni siquiera se lo ha utilizado para misiones de interdicción o superioridad aérea real, lo cual desautoriza cualquier narrativa de dominio. Si el aparato permanece lejos del frente por temor a ser derribado, su función se reduce a la de un lanzador caro e innecesario.

El derribo del Su-70 por parte del Su-57 no constituye un simple error de fuego amigo. Representa una síntesis demoledora de las limitaciones estructurales, tecnológicas y doctrinales del programa. La imposibilidad de coordinar con un dron diseñado específicamente para operar con él elimina la idea de un ecosistema aéreo cohesionado. Lejos de proyectar disuasión, el Su-57 ha quedado atrapado entre la propaganda oficial y su propia incapacidad para convertirse en una herramienta útil para la guerra moderna.

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