El Valkyrie North American XB-70 representó un hito en la innovación aeroespacial en el contexto de la Guerra Fría. Este bombardero fue concebido como un sucesor del B-52, alcanzando velocidades superiores a Mach 3 y operando a una altitud de 70.000 pies, características que lo dotaban de una aparente invulnerabilidad frente a las defensas soviéticas.
Durante la Guerra Fría, el diseño aeroespacial vivió un período de gran dinamismo. Las naciones competían en la experimentación, destinando inversiones significativas a ideas innovadoras y ampliando los límites de las capacidades aeronáuticas. Sin embargo, detrás de este ímpetu, que podría parecer romántico, se ocultaban motivos claramente menos idílicos.
La finalidad de los aviones a reacción se centraba, en última instancia, en ser instrumentos de muerte y destrucción, empleados en el contexto de la paranoia por la conquista ideológica, en lugar de perseguir objetivos más constructivos y beneficiosos.
A pesar de esto, si se analiza desde una perspectiva estrictamente de diseño aeroespacial, la Guerra Fría se erige como un periodo emocionante que abarcó varias décadas, lleno de imaginación, ingenio y un notable avance en la ejecución de la ingeniería.
El North American XB-70 Valkyrie es un ejemplo destacado de este tiempo, un bombardero supersónico que, con sus especificaciones sobresalientes, ha alcanzado un estatus de culto en la historia de la aviación.
El XB-70: el ambicioso sucesor del B-52
El XB-70 fue concebido a inicios de la década de 1960 con el objetivo de reemplazar al B-52 Stratofortress, el cual aún continúa en operación en la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Sin embargo, el XB-70 fue retirado en 1969, y solo se construyeron dos prototipos, ya que nunca logró sustituir al B-52.
A pesar de esto, el XB-70 era una aeronave impresionante. Este bombardero tenía la capacidad de alcanzar velocidades que superaban Mach 3 y podía volar a una altitud de 70.000 pies, gracias a sus seis motores. La idea detrás de su diseño era que, al operar a esas velocidades y altitudes, el XB-70 sería prácticamente inmune a los aviones enemigos, que en la última parte de los años 50 representaban la única defensa aérea de la Unión Soviética.
Adicionalmente, la velocidad del XB-70 complicaba su detección por radar enemigo. Sin embargo, a finales de la década de 1950, los soviéticos habían comenzado a implementar su primer misil tierra-aire, lo que generó dudas sobre la invulnerabilidad del XB-70.
El diseño de esta aeronave incluía alas en forma de delta y canards. La estructura estaba fabricada con acero inoxidable y titanio. Los seis motores eran turborreactores General Electric YJ93-GE-3, que utilizaban combustible JP-6. Cada uno de estos motores era capaz de generar 28.000 libras de empuje con postquemadores activados y 19.900 libras sin ellos.
Con el tiempo, Estados Unidos lanzó su primer misil balístico intercontinental, lo que relegó al XB-70 a la obsolescencia y condujo a su eventual retirada.
No obstante, el XB-70 seguía siendo una obra maestra de la ingeniería, capaz de alcanzar una velocidad máxima de 2.020 millas por hora (Mach 3,08), mantener un vuelo a Mach 3 durante 32 minutos y alcanzar una altitud máxima de 74.000 pies.
Colisión aérea fatal del XB-70 en 1966
En 1966, un prototipo del XB-70 se vio involucrado en un sorprendente incidente de colisión en el aire durante una sesión fotográfica no autorizada. En esa ocasión, el XB-70 estaba volando en formación con un F-4, un F-5, un T-38 y un F-104 cuando ocurrió la tragedia: el XB-70 fue destruido tras chocar con el F-104.
Lo interesante de este evento es que se dispone de fotografías que capturan los momentos previos y posteriores a la colisión entre el F-104 y el XB-70.
El impacto del F-104 provocó la rotura del estabilizador vertical del XB-70 y causó daños en su ala, mientras que el F-104 explotó de manera espectacular. Aunque el XB-70 logró mantener un vuelo estable por un breve período, pronto entró en una barrena irrecuperable. Como resultado del accidente, el copiloto del XB-70 murió, mientras que el piloto logró sobrevivir, aunque sufrió graves heridas durante el proceso de eyección.
A diferencia de los aviones de combate, que están equipados con asientos eyectables, el XB-70 contaba con una cápsula de escape, cuya puerta se cerró de forma abrupta, aplastando el brazo del piloto. El único prototipo sobreviviente del XB-70 sería retirado de manera definitiva solo tres años después, en 1969.