El B-21 Raider, el bombardero furtivo más avanzado, requiere una producción de 300 unidades para enfrentar amenazas globales.
El B-21 Raider: Tecnología avanzada al servicio de la defensa
En noviembre pasado, se reveló el nuevo bombardero furtivo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, conocido como el B-21 Raider. Aunque se tiene la intención de fabricar al menos 100 unidades, varios expertos consideran que esta cifra es insuficiente frente a las amenazas globales actuales provenientes de China, Rusia e Irán. La Fuerza Aérea estadounidense presume de tener el bombardero furtivo más avanzado del mundo, el B-21 Raider. En un evento poco común sobre los cielos de la Base Aérea Edwards el pasado noviembre, este avión triangular de color gris, con una estructura compuesta, se presentó al público, evocando imágenes de la serie de videojuegos Halo.
El B-21 incorpora numerosas características y capacidades propias de la ciencia ficción, lo que refuerza su reputación como el mejor bombardero furtivo en operación en entornos hostiles. A pesar de que la Fuerza Aérea planea fabricar al menos 100 de estos bombarderos, esta cantidad se considera insuficiente dada la magnitud y el tipo de amenazas que enfrenta actualmente Estados Unidos. Para que el B-21 tenga el impacto estratégico deseado, la Fuerza Aérea necesita adquirir al menos 300 unidades con celeridad, debido al incremento de las amenazas de China, Rusia e Irán.
Maya Carlin observó que, con solo 100 unidades del B-21 Raider disponibles (aún no construidas), estas aeronaves “no pueden estar en todas partes”. Para que unas 100 unidades del B-21 logren el impacto estratégico esperado, la mayoría de ellas tendrían que concentrarse en un único teatro de operaciones.
Amenazas globales y la necesidad de más B-21 Raider
¿Y cuál sería ese teatro de operaciones? Actualmente, el mundo enfrenta tres grandes conflictos: la guerra en Europa entre Rusia y Ucrania, el enfrentamiento indirecto entre Irán e Israel en Oriente Medio, y las tensiones crecientes entre China y sus vecinos, especialmente Taiwán, en el Indo-Pacífico. Además, hay otros posibles conflictos latentes, como la posibilidad de que Venezuela invada Guyana, desestabilizando aún más el patio trasero de Estados Unidos.
Entonces, ¿a dónde se dirigirán los B-21? En caso de una guerra de grandes potencias entre Estados Unidos y Rusia o China, conflictos que se desarrollarían en sus respectivas regiones, ¿cómo se moverá el B-21 en un entorno disputado, donde los aviones cisterna para reabastecimiento podrían ser destruidos y las bases aéreas estadounidenses atacadas en las primeras salvas de la guerra? Con al menos 300 B-21, Estados Unidos podría desplegar el Raider en cada una de estas regiones y tenerlo listo para actuar desde el inicio de la guerra.
Además, si los rivales de Estados Unidos saben que este país posee 300 o más de estos aviones, podrían verse disuadidos de iniciar cualquier tipo de hostilidad. La ineficiente y compleja burocracia de defensa de Estados Unidos, combinada con una base industrial de defensa rígida, está produciendo un resultado desalentador: el B-21 será el próximo bombardero principal de Estados Unidos, pero no habrá suficientes.
Consecuencias estratégicas de una producción limitada del B-21 Raider
Estados Unidos empieza a parecerse a Francia o Gran Bretaña antes de la Segunda Guerra Mundial, orgulloso de su legado como potencia militar, pero en realidad en declive, a punto de ser superado por rivales más dinámicos y agresivos. El hecho de no construir suficientes B-21 Raiders fiables es otro triste síntoma de una enfermedad que podría resultar fatal.
La reducción en la cantidad de B-21 limita severamente la capacidad de respuesta rápida y efectiva en múltiples frentes. La presión sobre la industria de defensa para aumentar la producción se enfrenta a obstáculos burocráticos y financieros que retrasan la entrega y despliegue de estos bombarderos esenciales.
Una flota limitada de B-21 Raiders no solo compromete la capacidad operativa en tiempos de conflicto, sino que también reduce la disuasión estratégica que Estados Unidos necesita para mantener su posición de liderazgo mundial. La producción de 300 unidades no es un lujo, sino una necesidad estratégica urgente para garantizar la seguridad nacional y la estabilidad global.