A lo largo de la historia, construir un arma mejor solía significar mejorar su estructura física: una lanza más larga y afilada, o un escudo fabricado con materiales más resistentes.
Esta dinámica también se ha aplicado a los aviones militares. Por ejemplo, el diseño actualizado del P-51 Mustang, desplegado por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, le dio un alcance significativamente mayor que los cazas anteriores y ayudó a dar la victoria a los aliados.
Más recientemente, el ligero y ágil F-16 operó hasta los límites del rendimiento humano, apuntalando el poder aéreo de Estados Unidos durante la Guerra Fría, la Operación Tormenta del Desierto y la Guerra contra el Terror.
Pero nuestros adversarios están empezando a alcanzar nuestras ventajas físicas en el aire. Para mantenernos por delante de ellos, debemos centrarnos en nuestra superioridad tecnológica, es decir, en el hardware y el software que llevan los aviones, que tiene una funcionalidad que nuestros adversarios aún no están cerca de desarrollar.
En otras palabras, es instructivo pensar en los aviones hoy en día como la “caja” que contiene nuestras capacidades militares, y no la capacidad final en sí misma. De hecho, los mismos sistemas que hacen que aviones como el F-22 sean punteros pueden mejorar el rendimiento de “cajas” más antiguas.
Esta forma de pensar es la que utilizan los aficionados como yo cuando arreglamos coches clásicos. Cuando era comandante de escuadrón en la base aérea de Whiteman, Missouri, hace 15 años, pasé mi tiempo libre trabajando en un Chevy clásico del 55: instalando un motor y una transmisión modernos, equipo de seguridad, suspensión, aire acondicionado y una gran radio. Cuando terminé, tenía todas las campanas, silbatos y capacidad de rendimiento de un coche moderno, pero manteniendo su aspecto clásico.
O tomemos un ejemplo reciente del ámbito militar. En 2015, durante la guerra civil siria, un Sukhoi Su-24 ruso entró en el espacio aéreo turco. Un F-16 turco de fabricación estadounidense se enfrentó a él y lo derribó. Ambos aviones se empezaron a fabricar hace décadas. Ambos son buenos aviones.
Pero en los años transcurridos, Estados Unidos ha estado trabajando constantemente bajo el capó del F-16, actualizándolo con mejoras en los sensores y las armas. Esas actualizaciones tecnológicas de los sistemas del avión han permitido su superioridad sobre el avión ruso.
Los sistemas avanzados proporcionan a los pilotos un mayor conocimiento de su entorno y de las posibles amenazas a las que se enfrentan, lo que les hace más propensos a alcanzar el objetivo de su misión y volver a casa sanos y salvos.
Cuando se opera en un entorno conflictivo, lo que ocurre detrás de un avión puede ser tan importante como lo que hay delante. El sistema adecuado de sensores infrarrojos de alta resolución puede proporcionar al piloto una visión esférica de 360 grados de su espacio aéreo. Estos sistemas recogen imágenes en tiempo real de cámaras montadas alrededor del avión y las transmiten a una pantalla montada en el casco. Pueden detectar pasivamente misiles para el piloto, rastrear objetivos de forma autónoma e incluso dar al piloto la capacidad de ver en la oscuridad total.
Con esta tecnología, los pilotos que vuelan en misiones diurnas y nocturnas de alto riesgo pueden evitar y contrarrestar con confianza el fuego enemigo desde cualquier ángulo.
O considere los sistemas de radar ligeros y refrigerados por aire que pueden proporcionar un conocimiento superior de la situación en el espacio de batalla utilizando un tercio menos de energía que el radar convencional. Estos sistemas compactos, dotados de tecnología de dirección del haz digital y de apuntamiento intercalado, pueden ayudar a un piloto a detectar con precisión aeronaves enemigas desde grandes distancias sin reducir la velocidad.
Esto es especialmente importante en las misiones en las que un avión o helicóptero puede tener limitaciones de espacio, peso o energía, por ejemplo, en una travesía transoceánica en la que es primordial conservar el combustible.
O piense en los sistemas precisos de navegación y aterrizaje por GPS basados en software, que pueden facilitar los aterrizajes en portaaviones, cerca de territorio enemigo o en terrenos desérticos o pantanosos, independientemente de las condiciones meteorológicas adversas. Estos sistemas pueden permitir misiones en tiempos de paz, como los vuelos de socorro de emergencia que llevan suministros a las islas afectadas por tifones, o el regreso seguro tras un enfrentamiento con un adversario.
Cada uno de estos sistemas de vanguardia puede montarse en las aeronaves existentes y en las plataformas de nueva generación, desde las alas rotatorias hasta los aviones de combate, mejorando instantáneamente la capacidad de supervivencia y la letalidad. Son análogos al software que puede instalarse en múltiples tipos de hardware. Y están en el centro de nuestra estrategia para mantener el dominio aéreo de Estados Unidos y sus aliados en Raytheon Intelligence & Space. Las fuerzas armadas estadounidenses pueden ir por delante de sus adversarios asegurándose de que, bajo el capó, nuestras aeronaves aprovechen al máximo nuestra ventaja tecnológica.