El radar APG-70 del F-15C superó la maniobrabilidad del MiG-29 iraquí, logrando derribos sin pérdidas en combates aéreos.
Superioridad del F-15C en combates aéreos de 1991
En febrero de 1991, durante la Guerra del Golfo, los McDonnell Douglas F-15C Eagle de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) demostraron una superioridad abrumadora frente a los Mikoyan-Gurevich MiG-29 iraquíes. Equipados con el avanzado radar AN/APG-70, los F-15C lograron detectar y derribar múltiples MiG-29 sin sufrir pérdidas, consolidando su dominio en el cielo. La combinación de velocidad, alcance y tecnología de punta permitió a los Eagles neutralizar la agilidad del MiG-29, un caza diseñado para maniobras cerradas pero limitado por su aviónica inferior.
El F-15C, capaz de alcanzar los 2.650 km/h (Mach 2.5), estaba optimizado para combates aire-aire de largo alcance. Su radar APG-70, una evolución del APG-63, ofrecía capacidades de detección más allá del alcance visual, seguimiento simultáneo de múltiples objetivos y guía precisa para misiles como el AIM-7 Sparrow y el AIM-120 AMRAAM. En contraste, el MiG-29, con una velocidad máxima de 2.400 km/h (Mach 2.25) y un radio de giro de 350 metros, destacaba en maniobras a baja velocidad, pero su radar N019 Slot Back tenía un alcance menor y dificultades para contrarrestar las tácticas de los F-15C.
El 19 de enero de 1991, el capitán Cesar A. Rodriguez, pilotando un F-15C, derribó un MiG-29 iraquí en un combate aéreo cerca de Bagdad. Rodriguez maniobró para evitar un enfrentamiento en corto alcance, donde el MiG-29 podía explotar su agilidad, y utilizó el radar APG-70 para mantener la ventaja situacional. El MiG-29 intentó un giro cerrado, pero Rodriguez lo abatió con un misil AIM-7 Sparrow a una distancia segura. Este encuentro, uno de varios durante la operación Tormenta del Desierto, destacó la capacidad del F-15C para dictar los términos del combate.

Los F-15C de la USAF lograron 34 derribos confirmados de aeronaves iraquíes, incluyendo cinco MiG-29, según registros oficiales de la Fuerza Aérea. Irak confirmó la pérdida de 23 aeronaves en combates aire-aire, muchas de ellas contra los Eagles. La ausencia de pérdidas estadounidenses en estos enfrentamientos subrayó la brecha tecnológica entre ambos cazas. Mientras el MiG-29 dependía de misiles R-73 Archer y un sistema de puntería montado en el casco, su radar y sensores no podían igualar la capacidad del APG-70 para operar en entornos de guerra electrónica.
Datos clave del F-15C y MiG-29 en la Guerra del Golfo
- Velocidad máxima: F-15C, 2.650 km/h; MiG-29, 2.400 km/h.
- Alcance del radar: APG-70, hasta 160 km; N019, aproximadamente 70 km.
- Armamento principal: F-15C, misiles AIM-7, AIM-9, AIM-120, cañón M61 Vulcan de 20 mm; MiG-29, misiles R-27, R-73, cañón GSh-30-1 de 30 mm.
- Derribos en 1991: F-15C, 34 aeronaves iraquíes; MiG-29, ningún derribo confirmado contra F-15C.
- Altitud operativa: F-15C, hasta 18.000 m; MiG-29, hasta 17.000 m.
Tecnología del radar APG-70 frente a la agilidad del MiG-29
El radar AN/APG-70, introducido en los F-15C a partir de 1985 como parte del programa Multistage Improvement Program (MSIP), marcó un punto de inflexión en la superioridad aérea. Este sistema de pulso-Doppler en banda X podía detectar objetivos a más de 160 kilómetros y seguir hasta ocho objetivos simultáneamente en modo Track-While-Scan (TWS). Su procesador de señales programable permitía actualizaciones rápidas para contrarrestar interferencias electrónicas, una ventaja crítica contra las tácticas iraquíes, que incluían el uso de chaff y jammers.
En comparación, el radar N019 del MiG-29, aunque avanzado para su época, tenía un alcance de detección de unos 70 kilómetros y un rendimiento limitado en entornos saturados de contramedidas electrónicas. Los pilotos iraquíes, a menudo con entrenamiento insuficiente, no podían explotar plenamente la maniobrabilidad del MiG-29, que brillaba en combates a corta distancia gracias a su diseño aerodinámico y empuje vectorial. Sin embargo, los F-15C evitaban estos escenarios, utilizando su radar para lanzar misiles desde distancias donde la agilidad del MiG-29 era irrelevante.
El armamento del F-15C también jugó un papel clave. Los misiles AIM-120 AMRAAM, introducidos poco antes de la Guerra del Golfo, ofrecían capacidad de disparo y olvido, permitiendo a los pilotos atacar sin mantener un bloqueo constante. El AIM-7 Sparrow, guiado por radar semi-activo, complementaba esta capacidad, mientras que el cañón M61 Vulcan de 20 mm era efectivo en raras ocasiones de combate cercano. El MiG-29, por su parte, dependía de los misiles R-27 de alcance medio y los R-73 de corto alcance, pero su menor alcance de radar reducía su efectividad en enfrentamientos más allá del horizonte visual.

La Guerra del Golfo también expuso las limitaciones operativas del MiG-29 iraquí. De los 37 MiG-29 en el inventario iraquí al inicio de la guerra, siete fueron enviados a Irán, uno fue dañado y los restantes fueron retirados del servicio en 1995 debido a problemas de mantenimiento. La falta de repuestos y la dependencia de motores con una vida útil corta dificultaron su operatividad, mientras que los F-15C, respaldados por una logística robusta, mantuvieron altas tasas de disponibilidad.
Contexto de diseño y desarrollo de ambos cazas
El F-15C Eagle, desarrollado por McDonnell Douglas (ahora parte de Boeing), entró en servicio en 1979 como una evolución del F-15A/B. Su diseño respondió a las lecciones de la Guerra de Vietnam, donde la USAF buscaba un caza de superioridad aérea con mejor maniobrabilidad y aviónica que el F-4 Phantom II. La aparición del MiG-25 Foxbat en 1967 aceleró el programa F-X, que culminó en el F-15. Con un peso máximo al despegue de 31.000 kg y dos motores Pratt & Whitney F100-PW-220, el F-15C ofrecía un empuje de 23.450 libras por motor, permitiendo una aceleración rápida y sostenida.
El MiG-29 Fulcrum, diseñado por la Oficina de Diseño Mikoyan-Gurevich en la Unión Soviética, entró en servicio en 1983. Desarrollado para contrarrestar al F-15 y al F-16 Fighting Falcon, el MiG-29 priorizaba la agilidad en combates cercanos. Sus motores Klimov RD-33 generaban 18.300 libras de empuje cada uno, y su diseño aerodinámico, con extensiones de raíz de ala (LERX), mejoraba el rendimiento en ángulos de ataque altos. Sin embargo, su aviónica, aunque competitiva en los años 70, quedó rezagada frente a las actualizaciones del F-15C en los 80.
Durante la Guerra del Golfo, los F-15C operaron desde bases en Arabia Saudita, apoyados por aviones de alerta temprana E-3 Sentry AWACS, que ampliaban su conciencia situacional. Los MiG-29 iraquíes, en cambio, carecían de un sistema de mando y control comparable, lo que limitaba su capacidad para coordinar tácticas complejas. Además, las tácticas de la USAF, enfocadas en combates más allá del alcance visual (BVR), explotaron las debilidades del MiG-29, cuya maniobrabilidad era menos efectiva contra misiles guiados por radar.
La experiencia de la Guerra del Golfo consolidó al F-15C como el caza de superioridad aérea por excelencia, con un historial de más de 100 victorias sin pérdidas en combates aire-aire a nivel global. Aunque el MiG-29 ha demostrado su valía en otros conflictos, como los enfrentamientos en Yugoslavia, su desempeño en 1991 quedó opacado por la superioridad tecnológica y táctica del F-15C, liderada por el radar APG-70.