Un ejercicio de F-2 japoneses simuló ataques con misiles contra portaaviones chinos y abrió el debate sobre su amenaza dentro de la estrategia japonesa.
Ejercicio de F-2 japoneses frente a grupos de portaaviones chinos
Varios cazas Mitsubishi F-2 de la Fuerza Aérea de Autodefensa de Japón participaron en un ejercicio de ataque antibuque simulado contra un grupo de portaaviones de la Armada china en una zona del mar de China Oriental situada al norte de las islas Senkaku. La práctica coincidió con la primera operación simultánea en el Pacífico occidental de los portaaviones Liaoning y Shandong, lo que otorgó al entrenamiento un carácter orientado al entorno estratégico inmediato de Japón.
Los detalles del ejercicio se conocieron en agosto, cuando medios japoneses y taiwaneses citaron a responsables gubernamentales en Tokio. Según estas informaciones, varios F-2 despegaron desde bases de la Fuerza Aérea de Autodefensa, se dirigieron a un área al norte de las islas administradas por Japón y validaron perfiles de ataque con misiles contra un portaaviones al tomar como referencia la ruta que el Liaoning había seguido semanas antes en aguas de la zona económica exclusiva japonesa. Durante la práctica, los pilotos repasaron procedimientos completos de detección, aproximación, lanzamiento y retirada frente a un buque de gran porte para comprobar tiempos, distancias y coordinación necesarios en un ataque coordinado.
Ese sector del mar de China Oriental no forma parte de los campos de instrucción habituales de las Fuerzas de Autodefensa, lo que subrayó el carácter específico del ejercicio. Fuentes gubernamentales japonesas citadas por Yomiuri Shimbun describieron el adiestramiento como una forma de demostrar que Japón había tomado nota del paso de los portaaviones chinos y adoptaba medidas para proteger sus aguas y líneas de comunicación marítima.

El despliegue de los portaaviones Liaoning y Shandong, que cruzaron respectivamente los estrechos de Miyako y de Bashi hacia el Pacífico occidental más allá de la primera cadena de islas, incluyó varios cientos de despegues y apontajes de cazas J-15 y helicópteros embarcados. Estimaciones del Estado Mayor japonés calcularon unas 440 operaciones de vuelo desde el Liaoning y alrededor de 420 desde el Shandong, mientras el ministerio de Defensa chino presentó el ejercicio como una forma de mejorar la capacidad de combate real de sus fuerzas en alta mar.
Datos clave sobre despliegues navales, F-2 y misiles ASM-3A
- El portaaviones Liaoning efectuó en torno a 440 operaciones de vuelo entre principios y mediados de junio, mientras el Shandong realizó unas 420 en el mismo periodo.
- El Liaoning se considera una unidad de gran porte con un desplazamiento cercano a 65.000 toneladas y puede embarcar unas tres docenas de aeronaves entre cazas J-15, helicópteros antisubmarinos y aparatos de alerta temprana.
- La Fuerza Aérea de Autodefensa recibió 98 F-2, incluidos prototipos, y mantiene operativos alrededor de 90 aparatos asignados a unidades de combate, instrucción y pruebas.
- El misil ASM-3A, desarrollado por Mitsubishi Heavy Industries, alcanza una velocidad cercana a Mach 3 y un alcance estimado situado entre 300 y 400 kilómetros, superior al de versiones ASM-3 anteriores.
- En el marco de las capacidades de contraataque, Japón impulsa misiles terrestres Tipo-12 con alcances próximos a 1.000 kilómetros y prevé adquirir misiles de crucero Tomahawk de origen estadounidense.
Capacidades del F-2 y misiles antibuque de largo alcance japoneses
Desde hace dos décadas, el F-2 constituye uno de los pilares de la aviación de combate japonesa. Este caza de diseño conjunto nipón-estadounidense deriva del F-16, aunque incorpora modificaciones estructurales y de aviónica adaptadas a las necesidades de Japón, como un ala de mayor superficie, refuerzos en el fuselaje y un radar de barrido electrónico. Estas características le permiten asumir misiones aire-aire y aire-superficie dentro de la Fuerza Aérea de Autodefensa.
Fichas técnicas difundidas por organismos militares y por la industria señalan que la Fuerza Aérea de Autodefensa recibió 98 F-2, incluidos prototipos, y que mantiene operativos alrededor de 90 aparatos. En la estructura japonesa, el F-2 ocupa un lugar destacado como plataforma de ataque marítimo, con unidades desplegadas en escuadrones de combate, de instrucción y de pruebas que cubren misiones de defensa antiaérea y de apoyo a operaciones sobre el mar.

Documentación especializada describe el F-2 como un caza polivalente optimizado para misiones de apoyo cercano, interdicción y ataque contra buques de superficie. La combinación de su radar, la capacidad de seguimiento de objetivos navales y la compatibilidad con misiles antibuque de distintas generaciones permite que actúe como vector principal en el ámbito marítimo. Los análisis abiertos incluyen al F-2 junto a aviones de patrulla marítima y buques con misiles antibuque dentro de la respuesta japonesa frente a unidades navales de gran valor.
El armamento que el F-2 puede emplear en escenarios antibuque incluye misiles subsónicos de las series ASM-1 y ASM-2, conocidos en Japón como misiles aire-barco de los tipos 80 y 93, y el misil supersónico ASM-3A. Informaciones de medios chinos y japoneses señalan que cada F-2 puede transportar hasta cuatro ASM-1 o ASM-2 y dos ASM-3A, configuraciones que buscan maximizar la cantidad de proyectiles contra un mismo blanco naval durante un ataque coordinado.
De acuerdo con datos divulgados por el ministerio de Defensa japonés, el ASM-3A, desarrollado por Mitsubishi Heavy Industries, alcanza una velocidad cercana a Mach 3 y un alcance estimado entre 300 y 400 kilómetros, superior al de versiones anteriores ASM-3, y tiene al F-2 como principal plataforma de lanzamiento dentro de la Fuerza Aérea de Autodefensa.
Evolución de la política de defensa japonesa frente a China y Rusia
Esta línea de desarrollo de misiles se enmarca en un cambio más amplio de la política de defensa japonesa. La estrategia de seguridad nacional actualizada y los libros blancos recientes identifican a China como principal desafío estratégico y recogen la decisión de dotarse de capacidades de contraataque basadas en misiles de largo alcance capaces de alcanzar buques y bases enemigas. Tokio acelera la entrada en servicio de misiles terrestres Tipo-12 con alcances cercanos a 1.000 kilómetros y prevé adquirir misiles de crucero Tomahawk estadounidenses.
En paralelo, Japón moderniza y diversifica su flota de cazas. En 2025 desplegó los primeros F-35B de despegue corto y aterrizaje vertical en la base de Nyutabaru, en la isla de Kyushu, con la intención de utilizarlos también desde los portahelicópteros reconvertidos Izumo y Kaga. Ese mismo año, un F-2A cayó al mar durante un vuelo de entrenamiento frente a la costa de Ibaraki; el piloto se eyectó y resultó rescatado con vida, y las informaciones situaron la flota en torno a 90 unidades.

Análisis militares publicados tras conocerse el ejercicio de junio subrayan que la combinación de F-2 y misiles ASM-3A constituye uno de los principales instrumentos de Japón para hacer frente a unidades navales de superficie, incluidos portaaviones, que entren en un radio de varios centenares de kilómetros de sus bases aéreas o de sus islas más meridionales. La doctrina japonesa no presenta escenarios detallados, aunque la existencia de ejercicios que reproducen procedimientos de ataque contra grupos de portaaviones y la prioridad política otorgada a los misiles de largo alcance indican una voluntad de disuasión y, en caso límite, de neutralización de buques de alto valor.
Al mismo tiempo, el ministerio de Defensa japonés indica en la página oficial del Programa Global de Combate Aéreo que el F-2 iniciará una retirada progresiva a partir de 2035. El nuevo caza de sexta generación desarrollado junto al Reino Unido e Italia se concibe como su sucesor dentro de la Fuerza Aérea de Autodefensa.
Tensiones y vulnerabilidad de los portaaviones chinos actuales
Mientras Japón refuerza sus capacidades, el entorno de seguridad en el que se desarrolló el ejercicio de los F-2 se ha deteriorado. A comienzos de diciembre de 2025, el ministerio de Defensa japonés denunció que cazas J-15 embarcados en el portaaviones Liaoning dirigieron en dos ocasiones sus radares de control de tiro contra cazas F-15 japoneses que vigilaban maniobras navales chinas al sureste de Okinawa. Tokio calificó estos episodios de peligrosos y extremadamente lamentables, presentó protestas diplomáticas formales y recibió respaldo público de Estados Unidos.
Pekín ofreció una versión distinta. Comunicados del Ejército Popular de Liberación y de medios oficiales afirmaron que los aviones japoneses se acercaron de forma repetida a la agrupación del Liaoning y perturbaron un adiestramiento anunciado en alta mar, por lo que reclamaron al Gobierno japonés que dejara de difamar a sus fuerzas y evitara nuevas acciones de ese tipo. En los mismos días, bombarderos rusos Tu-95 y bombarderos chinos H-6 realizaron una patrulla conjunta de varias horas alrededor del archipiélago japonés, escoltados por cazas, lo que obligó a Tokio a despegar aviones en misión de alerta y motivó nuevas expresiones de preocupación desde el ministerio de Defensa japonés.

Los grupos de portaaviones chinos combinan la protección aérea de los cazas J-15, capaces de interceptar a posibles atacantes antes de que alcancen la zona de lanzamiento de sus misiles, con defensas antiaéreas navales de medio y largo alcance y sistemas de armas de proximidad. La configuración de destructores con sistemas de defensa antiaérea de largo alcance., aviones y submarinos en las áreas de operación de los portaaviones.
En el plano político, la discusión sobre la vulnerabilidad de los portaaviones chinos frente a eventuales ataques japoneses también ha generado respuestas públicas. A finales de noviembre de 2025, el ministerio de Asuntos Exteriores chino respondió a informaciones de prensa japonesas que mencionaban la posibilidad de que Tokio planeara hundir un futuro portaaviones chino dotado de catapultas en caso de conflicto y calificó estas hipótesis de “pura fantasía” y de sobrevaloración de las capacidades japonesas.
