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F-55 y F-22 Super: nuevos proyectos de Lockheed Martin

5 de junio de 2025

Donald Trump anunció en Doha el desarrollo del F-55 bimotor y el F-22 Super, proyectos de Lockheed Martin para mantener la supremacía aérea de EE. UU.

Trump impulsa nuevos cazas F-55 y F-22 Super para la supremacía aérea

El presidente Donald Trump anunció el 14 de mayo de 2025, durante un evento en Doha, Qatar, el desarrollo de dos nuevos proyectos de cazas furtivos liderados por Lockheed Martin: el F-55, un avión basado en el F-35, pero con dos motores, y el F-22 Super, una modernización del F-22 Raptor. Estos anuncios se produjeron en un contexto de creciente competencia global en tecnología aérea, con potencias como China y Rusia avanzando en sus propios cazas de quinta y sexta generación. Los proyectos buscan reforzar la capacidad de la Fuerza Aérea de Estados Unidos para mantener la supremacía aérea en entornos de combate cada vez más sofisticados.

El F-55 se presenta como una evolución del F-35 Lightning II, un caza monomotor que ha sido la piedra angular del poder aéreo estadounidense y de aliados como Italia, Reino Unido y Noruega. Desde su entrada en servicio, se han entregado más de 1.100 unidades del F-35 a nivel global., ataque terrestre y guerra electrónica. La propuesta del F-55 implica la incorporación de un segundo motor, lo que, según fuentes de la industria, aumentaría la seguridad en caso de fallo de un motor y mejoraría el rendimiento en velocidad, altitud y capacidad de carga. Sin embargo, añadir un segundo motor al diseño del F-35 requeriría un rediseño completo del fuselaje, un desafío técnico que podría elevar significativamente los costos y los plazos de desarrollo.

Por su parte, el F-22 Super busca revitalizar el F-22 Raptor, un caza furtivo de quinta generación cuya producción cesó en 2011 tras fabricar 186 unidades, cada una con un costo estimado de $350 millones. Aunque el F-22 ya no se produce, sigue en servicio activo y ha recibido actualizaciones recientes, como la integración de misiles avanzados, pods de puntería infrarroja y tanques de combustible furtivos. En abril de 2025, Lockheed Martin destinó más de $1.000 millones a RTX para mejorar los sensores del F-22, incluyendo un radar AESA actualizado y sistemas de datos para operar con drones de combate colaborativo (CCA). Estas mejoras permiten al F-22 detectar y atacar objetivos a mayor distancia, manteniendo su relevancia frente a cazas como el J-20 chino y el Su-57 ruso.

El anuncio de Trump se produjo durante un evento en la base aérea de Al Udeid, en Qatar, donde también se celebró un acuerdo comercial de $96.000 millones entre Qatar Airways y Boeing para la adquisición de 160 aviones comerciales 777X y 787, equipados con motores de GE Aerospace. Este contexto resalta la importancia estratégica de las alianzas en el Medio Oriente, donde Qatar comprometió $10.000 millones para modernizar Al Udeid y 42.000 millones en compras de defensa. Los proyectos del F-55 y el F-22 Super se alinean con esta dinámica, para fortalecer la colaboración entre Estados Unidos y sus socios en la región.

Lockheed Martin busca recuperar terreno frente a Boeing con nuevos cazas

Lockheed Martin enfrenta un panorama competitivo intenso tras perder el contrato del F-47, un caza de sexta generación adjudicado a Boeing en marzo de 2025 por más de $20.000 millones. El F-47, diseñado como parte del programa Next Generation Air Dominance (NGAD), reemplazará al F-22 Raptor y contará con capacidades avanzadas de sigilo, sensores y motores de próxima generación. La victoria de Boeing posiciona a la compañía como líder en cazas de sexta generación, mientras que Lockheed Martin fue excluida también del programa F/A-XX de la Armada de Estados Unidos, destinado a reemplazar el F/A-18 Super Hornet con un nuevo caza furtivo.

A pesar de estos reveses, Lockheed Martin ha invertido en tecnologías desarrolladas para el F-47 y planea aplicarlas al F-35 y al F-22. En abril de 2025, la empresa anunció mejoras para el F-35, incluyendo la actualización Block IV y Tech Refresh 3, que optimizan las pantallas del cockpit y la potencia de procesamiento. Estas actualizaciones buscan acercar al F-35 a las capacidades de un caza de sexta generación, ofreciendo hasta un 80% de las prestaciones del F-47 a la mitad de su costo estimado de $300 millones por unidad. El F-22 Super también incorporará avances como recubrimientos absorbentes de radar, sistemas de asistencia de inteligencia artificial y compatibilidad con armas hipersónicas como el AGM-183A ARRW.

  • Capacidades del F-55: Caza furtivo bimotor con sistemas avanzados de fusión de datos y propulsión capaz de alcanzar velocidades hipersónicas.
  • Mejoras del F-22 Super: Nuevos recubrimientos furtivos, radar AESA mejorado y capacidad para operar con drones de combate colaborativo.
  • Inversión en Al Udeid: Qatar comprometió $10.000 millones para modernizar la base aérea, para reforzar la presencia militar de EE. UU.
  • Contrato del F-47: Boeing obtuvo un contrato de $20.000 millones para desarrollar el caza de sexta generación NGAD.
  • Producción del F-35: Más de 1.100 unidades entregadas globalmente, con aliados de la OTAN como principales operadores.

Competencia en la industria aeroespacial y desafíos técnicos de los nuevos cazas

La industria de defensa estadounidense, consolidada en cinco grandes contratistas tras la Guerra Fría, enfrenta una dinámica competitiva donde Boeing, Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon Technologies y General Dynamics dominan los contratos del Pentágono. La adjudicación del F-47 a Boeing ha intensificado esta competencia, mientras que Northrop Grumman y Boeing compiten por el contrato del F/A-XX, cuyo proceso de selección podría retrasarse hasta tres años debido a restricciones presupuestarias. Los proyectos del F-55 y el F-22 Super podrían equilibrar esta dinámica, permitiendo a Lockheed Martin mantenerse como un actor clave en el desarrollo de cazas furtivos.

El F-55, al requerir un rediseño completo del F-35 para incorporar un segundo motor, enfrenta desafíos técnicos significativos. El F-35 utiliza un solo motor Pratt & Whitney F135, el más potente en un caza de producción, pero aviones como el F-22 Raptor, el Su-57 ruso y el J-35 chino emplean configuraciones bimotores. Un rediseño del F-35 implicaría modificaciones estructurales que aumentarían el peso, el costo y la complejidad de fabricación, potencialmente superando los $300 millones por unidad del F-47. Además, la integración de tecnologías de sexta generación, como sensores avanzados y capacidades de mando para drones, requeriría años de desarrollo y pruebas.

El F-22 Super, por su parte, se beneficiará de las mejoras ya implementadas en el F-22 Raptor, como la integración de misiles AIM-260 y sistemas de enlace de datos para operaciones con drones. Estas actualizaciones, financiadas parcialmente por el contrato de $1.000 millones con RTX, posicionan al F-22 como un puente hacia los cazas de sexta generación. Sin embargo, reiniciar la producción del F-22, cancelada hace más de una década, implicaría costos significativos para reactivar las líneas de ensamblaje y actualizar las cadenas de suministro.Al promover el F-55 y el F-22 Super, el presidente busca garantizar que Lockheed Martin continúe compitiendo con Boeing y Northrop Grumman, lo que podría beneficiar al Pentágono con precios más competitivos. Esta estrategia también se alinea con los esfuerzos para fortalecer alianzas en el Medio Oriente, donde bases como Al Udeid son cruciales para la proyección de poder estadounidense.

El F-47, desarrollado por Boeing, está diseñado para operar junto a drones de combate colaborativo, ofreciendo un alcance extendido y capacidades de sigilo avanzadas para contrarrestar amenazas en entornos disputados. La exclusión de Lockheed Martin del programa NGAD y del F/A-XX ha llevado a la empresa a enfocarse en mejorar sus plataformas existentes, como el F-35 y el F-22, para mantener su relevancia en el mercado. Los proyectos del F-55 y el F-22 Super, si se materializan, podrían generar miles de empleos en la industria de defensa y fortalecer la base industrial de Estados Unidos.

En el ámbito global, la creciente sofisticación de los cazas chinos y rusos, como el J-20 y el Su-57, impulsa la necesidad de modernizar el arsenal aéreo estadounidense. El F-55, con su diseño bimotor y capacidades avanzadas, podría ofrecer ventajas en misiones de largo alcance, especialmente en el Pacífico, donde la distancia es un factor crítico.

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