Francia y el Reino Unido firmaron el 10 de julio una declaración conjunta sobre disuasión nuclear. El texto, citado por Libération, establece que cualquier amenaza extrema contra Europa provocará una respuesta conjunta. La formulación abierta deja espacio para coordinar las fuerzas nucleares de ambos países en caso de crisis, manteniendo sus doctrinas de independencia estratégica. El acuerdo involucra a las únicas potencias nucleares del continente con control nacional total de sus arsenales.
El Reino Unido mantiene desde 2025 una disuasión nuclear marítima compuesta por cuatro submarinos de misiles balísticos clase Vanguard, equipados con misiles Trident II D5 suministrados por Estados Unidos. Opera unas 120 ojivas desplegadas de un total aproximado de 225. Su modelo de disuasión continua en el mar asegura la disponibilidad permanente de un submarino en patrulla, capaz de ejecutar un segundo ataque creíble. Francia conserva cuatro SSBN clase Le Triomphant con misiles M51 y un componente aéreo en aviones Rafale con misiles ASMP-A, totalizando unas 290 ojivas.
La declaración de 2025 retoma la lógica de la Declaración de Chequers de 1995, que reconocía la interdependencia de los intereses vitales franco-británicos. Sin embargo, introduce de forma explícita la posibilidad de coordinar fuerzas nucleares en respuesta a amenazas graves. Aunque no especifica la naturaleza de esa reacción. El planteamiento coincide con el discurso de Emmanuel Macron en 2020, que amplió la dimensión europea de los intereses vitales franceses.
El concepto de “amenaza extrema” se mantiene deliberadamente ambiguo, al igual que el de “interés vital”, con el fin de preservar la flexibilidad estratégica. Se alude a riesgos para la seguridad colectiva europea sin precisar ejemplos. La decisión de determinar su alcance quedará en manos de las autoridades de ambos países. La doctrina declarada continúa siendo defensiva y se orienta a disuadir agresiones contra Europa.
El acuerdo crea un grupo conjunto de seguridad nuclear, destinado a funcionar como foro de diálogo estratégico. Su papel es coordinar posturas políticas y, en caso de crisis, alinear estrategias de disuasión, sin integrar planificación operativa como en la OTAN. Esta estructura mantiene la independencia de las fuerzas nucleares de cada país, pero amplía las opciones disponibles y añade complejidad al cálculo de posibles adversarios.
La propuesta de extender la disuasión nuclear francesa a beneficio europeo tiene antecedentes en la década de 1960, cuando Georges Pompidou reconoció su valor. En 1974, la OTAN formalizó este reconocimiento en la Cumbre de Ottawa. La doctrina francesa se fundamenta en seguridad, autonomía y soberanía, lo que implica actuar sin dependencia de aliados y asegurar la supervivencia nacional mediante una capacidad autónoma creíble.
El escenario geopolítico, condicionado por la guerra en Ucrania y la incertidumbre sobre el compromiso estadounidense en Europa, ha incrementado el debate sobre una disuasión europea. Macron ha defendido desde 2017 la autonomía estratégica, aunque la propuesta ganó receptividad ante la posibilidad de un nuevo mandato de Donald Trump y la persistencia de amenazas rusas. Varios socios europeos han mostrado disposición a evaluar esta cooperación.
La consolidación de esta coordinación requerirá un pacto político sustentado en confianza mutua. No contempla compartir la autoridad de mando nuclear, pero sí opciones como formación conjunta, apoyo operativo y eventual despliegue de aviones franceses con capacidad nuclear en terceros países. La viabilidad dependerá también de la estabilidad política interna francesa, dado que algunos partidos rechazan ampliar la definición de intereses vitales para incluir a Europa.
Sin un pacto formal, podría aumentar el riesgo de proliferación nuclear en Europa. la guerra en Ucrania evidenció el uso de la disuasión como herramienta de presión, lo que podría llevar a ciertos Estados a desarrollar capacidades propias si perciben insuficientes las garantías actuales. En este contexto, la reflexión de Lucien Poirier sobre el papel del átomo adquiere una connotación ambivalente entre estabilidad y riesgo de escalada.
El debate sobre la suficiencia nuclear francesa continúa abierto. Aunque no se descarta ampliar el arsenal, la doctrina oficial mantiene su esencia: no busca dominio ni coerción, sino asegurar la capacidad de infligir daños inaceptables en respuesta a agresiones. Esta estrategia se inscribe en un marco de defensa europea que contempla amenazas híbridas, cibernéticas, marítimas y espaciales, donde la estabilidad depende también de la fortaleza militar convencional y la resiliencia social.