La semana pasada, Japón anunció que aumentará el gasto en defensa en más de una cuarta parte el próximo año. Entre los artículos más caros que se incorporarán a las Fuerzas de Autodefensa japonesas figuran los misiles de crucero Tomahawk de fabricación estadounidense.
Se trata del mayor incremento militar de Tokio desde la Segunda Guerra Mundial
Con este aumento del 26,3%, el presupuesto de defensa de Japón alcanzará la cifra récord de 6,82 billones de yenes (51.700 millones de dólares) para el año fiscal que comienza el 1 de abril. También permitirá a la nación insular asiática triplicar con creces su gasto en municiones como parte de un esfuerzo por disuadir a sus rivales regionales, especialmente la República Popular China y Corea del Norte. También responde a la invasión no provocada de Ucrania por Rusia, que ha avivado las tensiones regionales.
El presupuesto ha sido aprobado por el gabinete del primer ministro Fumio Kishida. El controvertido plan duplicaría el gasto en defensa de Japón hasta el 2% de su producto interior bruto (PIB) en 2027, pero los críticos han advertido de que aumentará la deuda pública del país, que ya supera en 2,5 veces el tamaño de su economía.
Gravar a los ricos para pagar la defensa
Para financiar el gasto, Tokio ha optado por emitir en el año fiscal 2023 algo más de 434.000 millones de yenes en bonos de construcción, que suelen utilizarse para financiar gastos en infraestructuras, pero no en equipamiento militar.
“Creo que esos barcos pueden considerarse activos que merece la pena pedir a la gente que comparta los costes”, declaró el viernes a la prensa el ministro de Finanzas, Shunichi Suzuki, al ser preguntado por la decisión, al tiempo que añadió que la medida no debe verse como un abandono de las restricciones fiscales.
El aumento del gasto en defensa convertiría a Japón -que había renunciado a su derecho a “hacer la guerra” tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial- en el tercer país del mundo con mayor gasto militar después de Estados Unidos y China, según los niveles actuales.
Superaría incluso a Rusia
Este gasto sin precedentes se considera en gran medida un reflejo del temor de Japón a que China pueda lanzar una invasión para hacerse con el control de Taiwán y controlar las rutas marítimas que abastecen de petróleo a Oriente Medio.
Un libro blanco de defensa de 2019 identificaba a Pekín como el principal adversario de Tokio, señalando que el Partido Comunista Chino (PCCh) estaba experimentando una rápida modernización que tenía el potencial de suponer una grave amenaza para la seguridad.
Para financiar la expansión militar, se aumentarán los impuestos a las “personas adineradas”, es decir, aquellas con unos ingresos anuales superiores a 3.000 millones de yenes. Sin embargo, sólo entre 200 y 300 personas en todo el país entran realmente en esa categoría, informó el Japan Times.
Japón podría recibir más F-35 y Tomahawks
Como parte de su nueva postura defensiva, Tokio está aumentando su gasto en aviones no tripulados, capacidades de guerra cibernética, defensas de misiles balísticos, satélites de reconocimiento y comunicaciones, buques de guerra y aviones de transporte.
Japón había anunciado planes para comprar dieciséis cazas furtivos Lockheed Martin F-35 Lightning II adicionales, la mitad de los cuales serán de la variante “B” y podrán realizar operaciones de despegue y aterrizaje vertical corto (SVTOL) desde los portaaviones de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón, recientemente reconvertidos.
Además, la novedad más significativa es que Japón adquirirá más de 500 misiles de crucero Tomahawk, que dotarán a Tokio de “capacidad de contraataque”. Este artefacto puede alcanzar objetivos a más de 1.000 millas de distancia, poniendo a su alcance zonas de China y del Lejano Oriente ruso.