La Armada española subraya la necesidad de actualizar su flota de aviones de combate, con énfasis en la transición del Harrier al F-35B de quinta generación.
La Armada de España reafirma la imperante necesidad de obtener aviones de combate alternativos al Harrier. El Capitán de Navío, José Emilio Regodón, líder de la flota aérea de la Armada, ha expresado que la migración del Harrier al F-35B estadounidense de quinta generación no debe sufrir más retrasos.
“Una vez que la Marina italiana y los Marines estadounidenses adopten por completo el F-35B, existe el riesgo de que seamos los únicos operadores de Harrier”, advirtió. Esta declaración resalta la importancia de obtener los aviones con prontitud, considerando los contratiempos ya experimentados en el armamento.
Regodón recalca que, por el momento, los Harrier conservan su operatividad y se están modernizando en España en la medida de lo factible. No obstante, en la capital, Madrid, existen proyecciones de descontinuar estos aviones para el año 2030.

Los especialistas indican que el diseño del avión se ha vuelto obsoleto y que el programa que lo respalda terminará en 2028. Enfatizan que garantizar futuras actualizaciones y la continuidad operativa del avión más allá de ese año es inviable.
El líder del 9.º Escuadrón ha desvelado que cuentan con 11 aviones en activo, sugiriendo que posiblemente una aeronave ya ha sido dada de baja o se utiliza para repuestos. Como referencia, cifras del Balance Militar de 2022 muestran que España tenía 12 AV-8B+ y un TAV-8B adicional, destinado a entrenamiento.
Es indiscutible que los aviones Harrier han experimentado continuas renovaciones desde su introducción en España. La trayectoria de estas aeronaves, según comenta Regodón, abarca cuatro décadas. Comenzaron como versión de Ataque Diurno, posteriormente se modernizaron al estándar SNUG y, entre 1996 y 2003, evolucionaron a la versión B+.
Actualmente, los aviones poseen la actualización IFF 5, con previsiones de mejoras en aviónica, sistemas y arsenal. No obstante, es relevante mencionar que los 11 aviones del 9.º Escuadrón se acercan al término de su vida útil y ya se considera su retiro.

Respecto a las consecuencias de perder los Harrier sin un reemplazo idóneo, Regodón apunta que carecer de una ala aérea fija significaría un declive en las metas estratégicas de España. Pone de manifiesto, como ilustración, el reciente uso del Muelle de Helicópteros de Desembarco Juan Carlos I (Dédalo-23), subrayando la versatilidad que otorga el despliegue de ala fija en operaciones terrestres, navales y ataques coordinados. Según él, esta versatilidad solo la proporcionan aviones de ala fija.
Las entregas del avión de combate F-35 están programadas para los siguientes 14 años. No obstante, Lockheed Martin, la compañía encargada de su fabricación, se halla al límite de su capacidad de producción. Cualquier plan de expansión podría enfrentar serios desafíos.
Hace un año, España mostró interés en adquirir el F-35B de los Estados Unidos, una joya de la quinta generación. Desde entonces, se ha especulado con que tanto España como Austria serían los próximos clientes de Lockheed Martin para este modelo. De hecho, fuentes españolas señalaron que Madrid tenía un plan bifásico: destinar alrededor de 6.000 millones de euros para el F-35B entre 2023-2028, seguido de una inversión adicional de 4.500 millones de euros.

Una de las principales motivaciones detrás del interés de España por el F-35B es el tan discutido programa FCAS europeo. Este Futuro Sistema Aéreo de Combate Europeo, clasificado entre la próxima generación de aviones de combate, ha enfrentado numerosos desafíos. Originalmente, se tenía planeado que el FCAS estuviera operativo entre 2035 y 2040. Sin embargo, desacuerdos, en particular entre Alemania y Francia, han modificado sus planes de desarrollo y lanzamiento.
Los desacuerdos han sido principalmente sobre la asignación exclusiva de tareas específicas. Esta situación generó tensiones entre Dassault de Francia y Airbus de Alemania. Ambas empresas enfrentaron desafíos en la distribución de responsabilidades. De los países involucrados, Alemania ha tenido que lidiar con la complejidad de su proceso parlamentario, generando incertidumbre en la toma de decisiones.
Una fuente anónima francesa, presuntamente involucrada en el proyecto FCAS, ha declarado que los debates en la asignación de roles y los obstáculos legislativos en Alemania están afectando el avance del programa. Específicamente, los desafíos han surgido durante los procedimientos de votación para el presupuesto de defensa en el parlamento alemán.