El 6 de octubre, el Instituto Mitchell de Estudios Aeroespaciales recibió la visita de uno de los principales pilotos de caza F-16 de Ucrania, conocido por su distintivo de llamada “AB”. Como subcomandante del ala de combate ucraniana acreditada con la destrucción de más de mil drones y misiles de crucero rusos del tipo Shahed, su unidad acumula un historial de combate excepcional. Su visita ofreció una mirada poco habitual y directa a la transformación en curso de la Fuerza Aérea de Ucrania y al papel decisivo que el F-16 desempeña en la defensa de su espacio aéreo.
La defensa antiaérea de Ucrania frente a los ataques rusos evidencia un cambio profundo y trascendental en su capacidad operativa, impulsado por aviadores como “AB”. Este piloto obtuvo sus alas en aeronaves MiG-29 de fabricación soviética mucho antes de la anexión rusa de Crimea en 2014. En los dos últimos años, él y otros pilotos ucranianos han pasado a operar cazas F-16 suministrados por países occidentales.
Durante su visita, AB explicó cómo su ala y otras unidades ucranianas lograron centenares de enfrentamientos aéreos exitosos, interceptando misiles de crucero rusos y drones Shahed/Geran de diseño iraní, sistemas que en términos prácticos funcionan como misiles de crucero de largo alcance y guiado preciso. La reducida flota de F-16 de Ucrania, operada por un número igualmente limitado de pilotos, ejecuta ahora cerca del 80 % de todas las salidas de combate de la Fuerza Aérea ucraniana, lo que demuestra tanto la fiabilidad de los Viper como la destreza excepcional de sus aviadores.
Aunque la flota heredada de aeronaves soviéticas continúa operando con valentía, su mantenimiento se ha convertido en un motivo de preocupación, debido a la escasez de piezas y equipos. Por esa razón, el apoyo occidental en la sostenibilidad de la flota F-16 resulta esencial.
Los escuadrones ucranianos de F-16 utilizan los modelos Block 10 y Block 15 proporcionados por aliados de la OTAN y, pese a operar en condiciones que pondrían a prueba incluso a las fuerzas aéreas más avanzadas, han logrado un desempeño notable.
En comparación con los antiguos cazas soviéticos, el F-16 ofrece a los pilotos ucranianos una mayor conciencia situacional, mejor rendimiento del radar y mayor capacidad de ataque de precisión. Las misiones incluyen operaciones de defensa antiaérea y ataques contra objetivos en superficie.
A pesar de no contar con programas formales de instrucción, ni con tácticas, técnicas y procedimientos establecidos, ni con el apoyo de contratistas estadounidenses, los pilotos y técnicos ucranianos aprendieron con rapidez a mantener, armar y operar los F-16 de manera eficaz. Además, desarrollaron tácticas, técnicas y procedimientos innovadores para aprovechar al máximo la capacidad de combate y la supervivencia del F-16 en uno de los entornos aéreos más hostiles del mundo.
Empleo Ágil de Combate
En muchos aspectos, la fuerza ucraniana de F-16 está aplicando de manera pionera el concepto que la Fuerza Aérea de Estados Unidos denomina agile combat employment (empleo ágil de combate), ejecutándolo en tiempo real mientras enfrenta ataques rusos constantes. Desde bases aéreas dispersas, las unidades se reubican con frecuencia para desconcertar al enemigo y mantener las operaciones con una infraestructura mínima. Los aviadores ucranianos han demostrado la utilidad práctica de este concepto mejor que cualquier ejercicio o simulación.
Pese a los continuos intentos rusos por destruir sus bases y aeronaves, los pilotos y equipos de mantenimiento ucranianos han mantenido el ritmo de las salidas y se han adaptado bajo fuego. Cabe destacar que, después de casi cuatro años de ataques aéreos y con misiles, ninguna base aérea ucraniana ha sido destruida ni dejada fuera de servicio.
El Desafío de la Guerra Electrónica
AB señaló que las capacidades rusas de guerra electrónica se han vuelto cada vez más desafiantes. Las interferencias, los bloqueos y los intentos de suplantación de señales son problemas cotidianos que deben superarse. Subrayó la necesidad urgente de contar con sistemas y contramedidas de guerra electrónica más eficaces para que sus fuerzas conserven la ventaja táctica en un espectro electromagnético cada vez más disputado.
La victoria en la guerra aérea moderna depende del rendimiento de las aeronaves y también de la capacidad de dominar los ámbitos de la información y de la guerra electrónica.
Agradecimiento
AB expresó un profundo agradecimiento al pueblo estadounidense por su apoyo constante a Ucrania en su lucha contra la agresión rusa no provocada. Sin embargo, advirtió que la guerra está lejos de concluir y que se requieren más recursos —desde sistemas avanzados de guerra electrónica hasta un respaldo logístico sostenido— para que Ucrania pueda continuar defendiendo su soberanía y forzar a Rusia a negociar desde una posición de fuerza. Ante la pregunta de qué podría hacer Estados Unidos para incrementar sus posibilidades de éxito, respondió sin vacilar: “F-16 Block 70 y más misiles. Hay muchos objetivos que derribar”.
Lecciones para Estados Unidos y sus Aliados
La experiencia ucraniana con el F-16 no es solo una historia de resiliencia; constituye un laboratorio viviente de guerra aérea, con dinámicas, capacidades y doctrinas únicas.
Los ucranianos están perfeccionando tácticas, sosteniendo operaciones complejas de cazas sin apoyo externo de mantenimiento y aplicando los principios del empleo ágil de combate en condiciones de combate continuo. Por desgracia, la política estadounidense impide actualmente que su personal participe o incluso observe estos esfuerzos en Ucrania, lo que representa una oportunidad perdida para extraer enseñanzas en tiempo real durante una de las campañas aéreas más dinámicas de la historia reciente.
A medida que Rusia adapta sus tácticas frente a Ucrania, también lo harán China, Corea del Norte e Irán, que observan atentamente el desarrollo de la guerra. Cada día que Estados Unidos demora en proporcionar un apoyo pleno y sin restricciones al poder aéreo ucraniano constituye una oportunidad para que esos potenciales adversarios aprendan a contrarrestar las capacidades de combate occidentales. Cuanto antes se comprometa Estados Unidos a garantizar el éxito de Ucrania, más sólida será su propia postura de defensa nacional.
