El Tupolev Tu-95, un icono de la ingeniería aeroespacial soviética, emerge como un cuatrimotor de estratégica relevancia y portador de misiles, fruto de la destreza del conglomerado Tupolev en el periodo soviético.
Este coloso de los aires, alimentado por motores turbohélice, alzó el vuelo por vez primera en noviembre de 1952 y fue formalmente incorporado a las filas de la Aviación de Largo Alcance de la Fuerza Aérea Soviética en abril de 1956. A lo largo de las décadas, hasta 1993, se fabricaron más de 500 unidades del Tu-95, muchas de las cuales permanecen operativas. Se anticipa que estos venerables aparatos continuarán surcando los cielos bajo la bandera de las Fuerzas Aeroespaciales Rusas hasta bien entrada la década de 2040.
En un vuelco hacia la aviación civil, el Tu-114, un derivado del Tu-95 configurado para el transporte de pasajeros, vio la luz en 1961, ofreciendo capacidad para unos 224 viajeros. De este modelo, solamente se construyeron 32 unidades entre 1958 y 1963, siendo operados mayoritariamente por Aeroflot y también por la Fuerza Aérea Soviética. Otro derivado, el Tu-142, adaptado para misiones de patrulla marítima, fue lanzado en 1972, sumando un total de 100 unidades fabricadas hasta 1994, muchas de las cuales aún están en servicio.
Después de más de seis décadas de servicio activo, el Tu-95 sigue demostrando su valor, capaz de cubrir largas distancias transportando cargas significativas. En un mundo donde predominan los bombarderos a reacción como el B-52 estadounidense, el Tu-95 se distingue por su propulsión turbohélice. Pero, ¿qué motiva a Rusia a mantener en vuelo estos gigantes del pasado? Antes de abordar esta cuestión, profundicemos en la génesis y las especificaciones técnicas del Tu-95, tal como lo resalta SKYbrary.
El legado del Tupolev Tu-95: más allá de seis décadas de servicio
Tras la culminación de la Segunda Guerra Mundial, el Tupolev Tu-4 dominaba el espacio aéreo soviético como el principal bombardero pesado de largo alcance, una réplica meticulosa del Boeing B-29 Superfortress estadounidense. La necesidad de superar sus limitaciones llevó a los soviéticos a desarrollar un sucesor que pudiera alcanzar objetivos en territorio estadounidense con un alcance extendido. La era de los aviones propulsados por pistones daba paso a la de los turbohélices en las postrimerías de los años cuarenta.
El Tu-95 se equipó con cuatro motores turbohélice Kuznetsov, cada uno acoplado a dos hélices contrarrotantes de cuatro palas. Esta elección se debió a la eficiencia de los turbohélices sobre los primeros motores a reacción, que consumían combustible en exceso. Gracias a esta configuración, el Tu-95 podía mantenerse en vuelo durante prolongados períodos sin la necesidad de reabastecimiento.
Su vuelo inaugural se registró en noviembre de 1952, marcando su ingreso oficial al servicio de la Fuerza Aérea Soviética en 1956. El 30 de octubre de 1961, una versión modificada del Tu-95 fue la encargada de desplegar la “Bomba del Zar”, el artefacto termonuclear más devastador probado hasta esa fecha. Esta capacidad para transportar y lanzar cargas nucleares de magnitud variable, desde la Bomba del Zar hasta bombas termonucleares de 42 kilotones RDS-6S y de 200 kilotones RP-30-32, subraya la versatilidad y el poderío estratégico del Tu-95.
Actualizaciones y roles estratégicos del Tupolev Tu-95 en la era moderna
Con el paso de los años, el Tupolev Tu-95 ha experimentado actualizaciones paralelas a las realizadas por Estados Unidos en sus B-52, ampliando su capacidad operativa más allá del lanzamiento de armas nucleares para incluir el despliegue de misiles de crucero y la realización de patrullas marítimas. Este avión, conocido como “Bear” por la OTAN, ha sido una herramienta frecuente para evaluar las capacidades de los cazas interceptores de las fuerzas aéreas aliadas, patrullando con regularidad las proximidades de Escocia y Alaska. A diferencia del B-52, el Tu-95 ha adoptado una política de no transportar armamento nuclear en vuelos de entrenamiento, facilitando así su preparación para diversas misiones.
Durante la era soviética y continuando en la Federación Rusa, las ojivas nucleares se han almacenado en instalaciones fortificadas, cargándose en los bombarderos mediante un sistema especializado de trincheras. Este procedimiento para armar un Tu-95 con un artefacto nuclear puede requerir hasta dos horas.
El Tu-95MS, dotado de sistemas electrónicos de última generación y mejoras en los sistemas de puntería, es capaz de portar hasta 16 misiles de crucero nucleares AS-15 Kent, cada uno con un poder destructivo diez veces superior al de la bomba “Fat Man” lanzada sobre Nagasaki en 1945. A pesar de su notable ruido operacional, que permite su detección incluso por submarinos sumergidos, y su velocidad máxima de 575 millas por hora, no existe otro aparato en la Fuerza Aérea de la Federación Rusa capaz de transportar un arsenal comparable al del Tu-95.
El colapso de la Unión Soviética en 1991 sumió a la industria de defensa rusa en un profundo desorden, del cual aún no se recupera completamente, como lo demuestra la reciente utilización de tanques obsoletos, datados de la era del T-54 en la década de 1950, durante el conflicto en Ucrania.
Antes del inicio de la denominada “Operación Especial”, que se preveía breve, circulaban rumores sobre el desarrollo por parte de Rusia de un avión a reacción destinado a suceder al Tu-95. No obstante, frente a las modernas defensas aéreas de la OTAN, el Tu-95, aún con su propulsión turbohélice, parece desfasado. A pesar de ello, gracias a su capacidad como plataforma de lanzamiento de misiles de crucero nucleares, es probable que continúe en servicio en la Fuerza Aérea Rusa hasta la década de 2040.