La Fuerza Aérea de EE. UU. impulsa la transformación del B-52H en el B-52J con motores nuevos y aviónica avanzada, pero restricciones presupuestarias podrían limitar su desarrollo.
La Fuerza Aérea busca extender la vida del bombardero B-52
La Fuerza Aérea de EE. UU. avanza en la modernización del B-52 Stratofortress, con la intención de convertirlo en el B-52J, una variante mejorada para enfrentar desafíos actuales. Sin embargo, este proyecto enfrenta una amenaza considerable: los recortes presupuestarios del Pentágono, aún en revisión a marzo de 2025, que podrían afectar su viabilidad.
El B-52, en servicio desde 1955, ha sido un pilar fundamental de la flota de bombarderos estratégicos de EE. UU. De los 744 construidos, en 2025 siguen operativos 76 B-52H, cuyos fuselajes han superado las 20,000 horas de vuelo gracias a constantes refuerzos estructurales y mantenimiento.
El paso al B-52J representa una modernización sustancial. Se instalarán motores Rolls-Royce F130, que reemplazarán a los TF33, junto con mejoras en aviónica y sistemas de armas. Con estas actualizaciones, el bombardero se adaptará a las exigencias del combate moderno sin necesidad de diseñar una nueva aeronave desde cero.
Las mejoras incluyen el sistema CONECT (Combat Network Communications Technology), que permite recibir inteligencia en tiempo real y actualizar objetivos en pleno vuelo. Además, la bahía de armas interna, rediseñada en la década de 2010, ahora puede transportar municiones avanzadas como los misiles JASSM-ER (con 2,400 km de alcance) y bombas guiadas JDAM. También se integrará el radar AESA SABR, en pruebas desde 2023, para mejorar la precisión de ataque.

El B-52J y su papel en la estrategia militar de EE. UU.
En el actual entorno de seguridad, con desafíos planteados por China y Rusia, el B-52J desempeñará un papel clave en la estrategia militar estadounidense. Sus funciones principales incluyen:
Características estratégicas del B-52J en la defensa de EE. UU.
- Disuasión nuclear: Continuará portando misiles de crucero nucleares ALCM y, desde 2027, el nuevo LRSO, con un alcance de 3,000 km, asegurando ataques a distancia segura.
- Capacidad de carga: Puede transportar 32,000 kg de armamento, superando a bombarderos furtivos como el B-2 (18,000 kg), lo que lo hace ideal para ataques masivos.
- Control de drones: Su rol se ampliará con el lanzamiento y gestión de enjambres de drones bajo el programa CCA (Collaborative Combat Aircraft).
- Armas de energía dirigida: El Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea (AFRL) estudia la integración de láseres de alta energía, aprovechando la mayor capacidad eléctrica del B-52J.
El desarrollo de un bombardero completamente nuevo sería costoso y llevaría décadas. En cambio, modernizar el B-52 ofrece una solución efectiva con menos riesgo. Su vida útil proyectada hasta 2050 lo convierte en un puente hacia el B-21 Raider, cuya producción plena no se espera hasta los 2030s.
Desafíos presupuestarios y posibles recortes en el programa
A pesar de sus ventajas, el B-52J enfrenta un obstáculo crítico: la incertidumbre en la asignación de recursos del Pentágono para el año fiscal 2026. La administración Trump (2025-2029) ha prometido reforzar las fuerzas armadas, pero también busca optimizar el gasto tras años de déficits.

El costo estimado del programa es de 11,000 millones de dólares para modernizar 76 aeronaves, lo que equivale a unos 145 millones por unidad. Sin embargo, compite con otras prioridades, como el F-35, el NGAD (Next Generation Air Dominance) y el B-21, este último con un costo de 750 millones por unidad.
Analistas consideran que cancelar o reducir el B-52J sería un error estratégico. El general retirado Mark Schwartz, ex jefe de operaciones especiales, declaró en 2024: “El B-52 es el caballo de batalla que no podemos reemplazar rápidamente. Sin él, perdemos flexibilidad en teatros como el Indo-Pacífico”.
Un informe del GAO de enero de 2025 advirtió que los costos de mantenimiento del B-52H (aproximadamente 60,000 dólares por hora de vuelo) y las demoras en el suministro de motores F130 podrían inclinar al Pentágono a priorizar plataformas furtivas sobre el B-52J.
El futuro del B-52J y su impacto en la USAF
El B-52J no busca sustituir al B-21, sino complementarlo. Mientras que el Raider se enfocará en misiones de penetración furtiva, el B-52J continuará con ataques de largo alcance y gran capacidad de carga en zonas con menor presencia de defensas antiaéreas.
Ejercicios en el Pacífico en 2024 demostraron su efectividad en operaciones de largo alcance, al lanzar JASSM contra blancos simulados chinos a 1,500 km. Su capacidad de operar drones y eventualmente incorporar láseres lo posiciona como un pilar de la guerra en red.

No obstante, la incertidumbre presupuestaria sigue siendo el principal desafío. Si los recortes afectan el programa, la USAF podría verse obligada a reducir la flota modernizada a 50 unidades o retrasar la integración de tecnologías clave como el LRSO y el radar SABR, limitando su efectividad.
En cambio, un presupuesto estable permitiría a Boeing y la USAF completar las primeras entregas del B-52J para 2028, garantizando una flota de bombarderos robusta hasta la producción masiva del B-21.
El B-52J ejemplifica la modernización pragmática: un diseño probado con tecnología avanzada para enfrentar amenazas emergentes. Sin embargo, su futuro depende de decisiones presupuestarias. Si la revisión del Pentágono prioriza el costo sobre la capacidad, el B-52J podría ser recortado, dejando a la USAF con una brecha operativa que ninguna otra plataforma podría llenar en el corto plazo.