Tras 89 años, la Fuerza Aérea reactivó una histórica carrera aérea para entrenar a pilotos y tripulaciones de F-22 en maniobras de combate y logística bajo presión.
Competencia aérea revive un evento con casi un siglo de historia
Después de casi nueve décadas, la Fuerza Aérea recuperó la Carrera Aérea del Trofeo Mitchell, un evento diseñado para mejorar la preparación operativa de los pilotos y equipos de mantenimiento del F-22 Raptor.
La competencia, realizada el 6 de marzo, reunió a tres escuadrones de la 1ª Ala de Combate, cada uno con dos cazas F-22, en un recorrido desde la Base de la Fuerza Aérea de Langley, Virginia, hasta la Base de la Guardia Nacional Aérea de Selfridge, Michigan.
Una vez en Selfridge, un piloto de cada equipo debía repostar, inspeccionar su aeronave y luego correr 1.6 millas hasta el Museo del Aire Militar de Selfridge en temperaturas bajo cero y fuertes vientos para firmar un registro histórico. Posteriormente, regresaban a la línea de vuelo para emprender el retorno a Virginia, donde aguardaba el trofeo para el equipo ganador.
Esta versión moderna se aleja del formato original de 1922, cuando los participantes volaban cinco vueltas alrededor de un circuito de 20 millas en biplanos. Sin embargo, el propósito sigue siendo el mismo: fomentar la destreza y la innovación en la aviación militar.
Un tributo a la historia y a la innovación en el poder aéreo
El evento honra la memoria del teniente John Lendrum Mitchell Jr., piloto del 1er Grupo de Persecución que murió en la Primera Guerra Mundial. Su hermano, el coronel Billy Mitchell, instauró el trofeo para incentivar la evolución del poder aéreo.

La carrera se celebró en 12 ocasiones entre 1922 y 1936, con cinco ediciones en Selfridge. Más tarde, tuvo apariciones esporádicas en 1960, 1962 y 1998 antes de caer en el olvido.
La reactivación del evento responde a la necesidad de entrenar a los aviadores en el Empleo de Combate Ágil (ACE), una estrategia que permite desplegar unidades en bases aéreas dispersas para reducir vulnerabilidades frente a potencias como Rusia y China.
El coronel Brandon Tellez, comandante de la 1ª Ala de Combate, explicó que la competencia busca mejorar la capacidad de respuesta ante desafíos logísticos en conflictos de alta intensidad, donde la movilidad y adaptabilidad pueden definir el éxito de la misión.
Datos clave sobre la Carrera Aérea del Trofeo Mitchell
- La carrera enfrentó a los escuadrones de caza 27º, 71º y 94º, conocidos como “Fightin Eagles”, “Ironmen” y “Hat-in-the-Ring”.
- El evento fue anunciado en redes sociales, pero los equipos no recibieron detalles hasta la mañana de la competencia.
- Las tripulaciones tuvieron que preparar los aviones rápidamente, simulando condiciones de combate reales.
- El equipo del 94º Escuadrón de Caza ganó la competencia, completando la misión en menos de cinco horas.
- Por razones de seguridad, la Fuerza Aérea no reveló la velocidad de los F-22 durante la carrera.
Una competencia que pone a prueba las habilidades tácticas
Los pilotos no solo volaron a máxima velocidad, sino que también enfrentaron desafíos físicos y estratégicos. En Selfridge, el primer piloto en firmar el registro fue el capitán Marbro, del 27º Escuadrón de Caza.

El teniente coronel Devil, del 94º Escuadrón de Caza, llegó poco después, tomándose el tiempo para interactuar con los espectadores antes de regresar a su aeronave. Su equipo, junto con el capitán Rizz, logró la victoria.
El comunicado de la 1ª Ala de Combate destacó que la competencia permitió a los aviadores desarrollar nuevas tácticas que podrían implementarse en futuras misiones.
Además, la reactivación de esta carrera sigue la línea de otras competencias tradicionales recuperadas recientemente, como el Encuentro de Armas Aire-Aire William Tell en 2023.
El impacto de la competencia en la Fuerza Aérea
Más allá del prestigio, la Carrera Aérea del Trofeo Mitchell reafirma la importancia del entrenamiento en escenarios dinámicos.
El historiador Joshua Lashley señaló que la competencia reveló un alto nivel de entusiasmo entre los aviadores y permitió probar tácticas innovadoras que podrían hacer más efectiva la Fuerza Aérea en combate.
La expectativa ahora es que este evento se consolide como una tradición renovada, preparando a las futuras generaciones de pilotos para enfrentar desafíos en un entorno de guerra aérea en constante evolución.