En la tensa arena de la supremacía militar global, las armas hipersónicas emergen como titanes de acero, capaces de desatar una tormenta de destrucción insuperable. Este es el audaz escenario en el que Rusia, a pesar de las consecuencias de la intervención en Ucrania, sigue apostando por estas lanzas volantes de la muerte.
El Despertar de los Leviatanes Hipersónicos: La Carrera Global
Como ígneas serpientes del cielo, las armas hipersónicas se ciernen sobre el horizonte militar. Las superpotencias globales, desde China hasta el Reino Unido, pasando por Estados Unidos, se encuentran en una frenética carrera para domesticar estos dragones de acero que surcan el éter a velocidades superiores a Mach 5.
Estas lanzas celestiales, capaces de atravesar el cielo a velocidades que alcanzan hasta 12.000 km/h, son elusivas y escurridizas, lo que las envuelve en un aura de invulnerabilidad. Sin embargo, esta impenetrabilidad es más una promesa que una realidad, y los esfuerzos para mitigar su impacto mortífero son constantes.
La apuesta de Rusia en el tablero del armamentismo mundial se basa en estos proyectiles hipersónicos, proyectando su sombra en un intento por preservar su influencia y poderío militar a nivel global.
Rusia: Tradición y Avance en el Dominio de los Gigantes Hipersónicos
Rusia, con su legado de innovación en sistemas de armas, ha labrado un sendero de desarrollo que se refleja en los deslumbrantes misiles que adornan sus arsenales. Este recorrido histórico revela una ardua tarea por dominar estos titanes del cielo, basándose en tecnologías que datan desde los días de la Guerra Fría.
Putin ha destacado con orgullo este logro, presentándolo como un testimonio de la capacidad técnica y la resiliencia de Rusia frente a los desafíos actuales. La confluencia de tecnologías casi medio siglo antiguas con los avances más recientes ha llevado a Rusia a la cúspide del poderío hipersónico.
El resultado es una letal colección de misiles hipersónicos: los Kinzhal aire-suelo, los crucero Zircon y los planeadores Avangard. Aunque su número exacto es desconocido, se presume que su presencia es mucho más que un mero ensayo de producción.
De los Archivos de la Guerra Fría: Los Primeros Pasos Hipersónicos de Rusia
La historia de la exploración hipersónica en Rusia nos lleva a los días de la antigua Unión Soviética. En aquel entonces, experimentos como el Kh-45 Moinija, un misil antibuque hipersónico diseñado para ser montado en los aviones Tu-160, marcaban los primeros pasos en este terreno. A pesar de que este proyecto fue cancelado en 1977, marcó el inicio de la pasión de Rusia por las armas hipersónicas.
Otro hito importante fue el Kholod, un proyecto que modificó el misil antiaéreo SA-5 Gammon con un motor tipo scramjet. Esta innovación permitió que el misil alcanzara velocidades de hasta Mach 6,5 en pruebas, en respuesta a los sistemas antimisiles desplegados por la OTAN.
El Despegue de la Era Hipersónica: de GELA a Putin
Los vientos de la historia nos arrastran hacia el olvidado Kh-90 GELA, el experimento que zanjó la era de los Mach 5, el primer rayo de luz sobre las llanuras de los 3,000 kilómetros, un vestigio aeronáutico que marcó el camino hacia los cielos hipersónicos.
A pesar de su temprana cancelación en 1977, GELA fue un faro en la oscuridad, iluminando las promesas de colaboración franco-rusa en la vertiginosa carrera hacia velocidades de Mach superiores. Sin embargo, estos esfuerzos se vieron frenados por los algodones del escaso presupuesto dedicado a tal cometido.
La llegada de Putin al poder trajo un cambio de vientos. El panorama se despejó, haciendo lugar al desarrollo de potentes empresas estatales militares y aeroespaciales, con miras a un futuro alimentado por programas de armas nucleares y defensas antimisiles balísticos.
La Invención del Avangard: Del Yu-70 al HGV
Aquí se forjaron titanes como el planeador Yu-70 y su heredero, el Yu-71, que, bajo el estandarte del Proyecto 4202, se catapultó desde un misil balístico intercontinental ICBM RS-18, delineando el futuro del Hipersonic Glide Vehicle (HGV).
El camino no fue fácil, con resultados esquivos hasta 2016, cuando el Yu-71, impregnado de las expectativas, rompió la barrera de la atmósfera reentrando a velocidades cercanas a Mach 10, demostrando una agilidad soberbia para esquivar interceptores.
Este pionero evolucionó al Yu-74, precursor del todopoderoso Avangard, destinado a ser el compañero letal del ICBM ruso más reciente, el RS-28 Sarmat, bautizado por la OTAN como Satan 2.
El Devastador Alcance del Avangard y Satan 2
Estas bestias del firmamento pueden transportar, a velocidades estremecedoras de 24,500 km/h y un alcance de 10,000 km, una carga ofensiva de 10 ojivas pesadas o 16 ligeras, capaces de desatar un poder destructivo de 60 kilotones.
Con tal fuerza, un solo misil puede arrasar territorios del tamaño de Francia. Las ojivas podrían ser reemplazadas por los planeadores hipersónicos Avangard, arrojados desde la Votkinsk Machine Building Plant, y capaces de alcanzar velocidades superiores a Mach 20.
Estos proyectiles cuentan con una agilidad formidable para evadir interceptores, poseen un potencial destructivo inigualable gracias a la enorme energía cinética que se libera al impactar contra un objetivo.
El Creciente Arsenal Ruso: MiG-31K Foxhound y Kinzhal
El Avangard no es la única joya en la corona de armamentos rusos. A esta se unen otros dos sistemas de misiles, dotados de su propia propulsión para alcanzar la vertiginosa velocidad que caracteriza estas armas letales.
La Fuerza Aérea Rusa ha designado a sus interceptores MiG-31K Foxhound como vectores de transporte para los misiles Kh-47M2, conocidos por el apodo Kinzhal (daga), auténticas flechas balísticas de lanzamiento aéreo (ALBM) transportadas bajo el fuselaje hasta el punto de lanzamiento.
Y como si no fuese suficiente, los bombarderos Tu-22M3 también podrían estar armados con Kinzhal tras su reciente modernización. Así se cierra este capítulo de la constante innovación armamentística rusa.
El Vuelo del Kinzhal: Destello de Destrucción a Mach 10
La temible bestia Kh-47M2, bautizada en las brumas del este como “Kinzhal”, despierta ecos del misil tierra-tierra 9K720 Iskander. Llevando la marca genética de su predecesor, es una evolución lógica, una monstruosidad cargada con media tonelada de ira atómica o convencional.
Este engendro de acero escupe su furia a velocidades que pulverizan la barrera de Mach 10, manteniendo una agilidad acrobática en su vuelo que lo vuelve esquivo, una sombra indescifrable en el teatro de guerra.
Según las lenguas bélicas, estos colosos pueden desatar su ira sobre objetivos terrestres o navales, alcanzando alturas de 25 km antes de precipitarse como un ave de presa, ganando velocidad y devastación en su descenso. Se dice que el Kinzhal es un espíritu furtivo, su firma radar es como un susurro, complicando su detección.
El Zircon: Destellos de Muerte en el mar
En el azul oscuro del océano, las naves de guerra rusas despliegan otro vástago del fuego y el acero: el misil de crucero hipersónico 3M22 Zircon. Este proyecto emergió del crisol del programa HELA, nacido en 2011 y puesto en servicio en 2017, tras una gestación de menos de una década.
Desde fragatas hasta submarinos, han sido bendecidos con el toque frío del Zircon. Este viajero de las profundidades puede alcanzar distancias de 400 km, aunque algunas voces auguran que puede rastrear objetivos de alto valor hasta 1500 km, amenazando incluso a los orgullosos portaaviones de occidente.
El Zircon vuela a Mach 9, su trayectoria se eleva antes de rasgar el cielo en un vuelo rasante, convirtiéndolo en un enigma para su interceptación. Su eficacia reside en su capacidad de lanzar una salva de misiles, saturando los defensas del objetivo y garantizando su neutralización.
Rusia: Cabalgando el Rayo Hipersónico
Con estas dos criaturas de acero y fuego ya desplegadas, Rusia emerge como una figura dominante en la carrera por las armas hipersónicas. Al menos en la batalla de la percepción, parecería que han tomado la delantera.
Otros contendientes están en la carrera, cada uno siguiendo su propio camino, cada uno buscando su propio dominio en este nuevo mundo de combate hipersónico. Quién sabe, tal vez algunos ya han cruzado la línea de llegada, pero han optado por mantener sus logros en la sombra.
La única certeza en esta era de incertidumbre es que el teatro de la guerra está evolucionando. Cada día, nuevos jugadores emergen, armados con sus propios colosos de acero, listos para escribir el próximo capítulo en la historia del combate global.