Lockheed Martin, a través de su división Skunk Works, colaboró con el Laboratorio de Rendimiento del Operador (OPL) de la Universidad de Iowa y el equipo de Demostraciones y Prototipos para realizar una misión combinada de aeronaves con y sin tripulación. En estas pruebas, un “director de batalla” humano, desde un avión en pleno vuelo, utilizó una pantalla táctil para dirigir en tiempo real a aviones controlados por inteligencia artificial (IA).
Durante la misión, llevada a cabo con aviones L-39 Albatros y L-29 Delfin, se simuló un combate aéreo. El operador humano asignó objetivos específicos a los aviones impulsados por IA, que colaboraron para enfrentar dos aeronaves enemigas simuladas, empleando sistemas virtuales de misión y armas para completar las tareas asignadas.
John Clark, director de Skunk Works, destacó el impacto de estas pruebas: “Este trabajo con el OPL de la Universidad de Iowa está sentando las bases para el futuro del combate aéreo, donde los sistemas tripulados y no tripulados se unirán para misiones complejas. Es emocionante reunir a tantos talentos para ampliar los límites de este nuevo enfoque”.
La prueba se enfocó en operaciones aire-aire, marcando un cambio respecto a ejercicios previos centrados en tareas como localización de objetivos o interferencias aire-tierra. En esta ocasión, la IA asumió el control directo de los aviones mediante sistemas de piloto automático, mientras un humano supervisaba las decisiones en tiempo real. Aunque es la tercera prueba de este tipo, es la primera en incluir monitoreo humano continuo.
El programa Skunk Works busca integrar aeronaves no tripuladas y pilotos humanos para mejorar la adaptabilidad de las misiones, acelerar las decisiones estratégicas y garantizar mayor seguridad. Las aeronaves empleadas, L-29 Delfin, podrían ser las mismas que participaron en ejercicios recientes en la Base Aérea Edwards, con casi seis décadas de servicio, utilizadas para avanzar en la investigación de autonomía y aprendizaje automático.
Aviones L-29 Delfin y la IA transforman el combate aéreo
El mes pasado, se detallaron las modificaciones realizadas a los aviones a reacción OPL L-29 Delfin, diseñados originalmente en la década de 1950, para adaptarlos a las exigencias de las pruebas modernas. Estos aviones, que realizaron su primer vuelo en 1959, ahora cuentan con pantallas avanzadas, enlaces de datos experimentales y una variedad de sensores, transformándolos en plataformas de prueba capaces de recopilar y procesar datos rápidamente.
En temas de combate aéreo, el trabajo en equipo entre aeronaves tripuladas y no tripuladas, junto con el uso de inteligencia artificial (IA), sigue siendo un aspecto central de las discusiones. Los avances en la integración de sistemas autónomos con aeronaves tripuladas buscan mejorar tanto el éxito de la misión como la flexibilidad operativa. El concepto de “compañero fiel” se refiere a las aeronaves autónomas controladas por IA que operan en estrecha coordinación con aviones pilotados, llevando a cabo misiones conjuntas.
El término más reciente, “Aeronave de Combate Cooperativa” (CCA), destaca un enfoque altamente integrado, donde aeronaves tripuladas y no tripuladas forman un sistema cohesivo, realizando tareas complejas conjuntamente bajo el control de IA. A pesar de ello, el término MUM-T (Equipo tripulado-no tripulado) sigue siendo utilizado para describir diversos sistemas que colaboran con flexibilidad en las misiones.
En las pruebas más recientes, un “director de batalla” en la cabina de un avión utilizó una pantalla táctil para controlar un avión autónomo. Este escenario ilustra el concepto de “Loyal Wingman”, donde los sistemas de IA, como la aeronave de apoyo controlada por IA, ejecutan tareas como vigilancia y combate bajo la dirección de un operador humano. Esto no solo mejora la flexibilidad de la misión, sino que también reduce el riesgo para los pilotos y aumenta la eficacia general al permitir decisiones más rápidas mediante la IA.
Skunk Works lidera la integración de aviones de combate
Skunk Works de Lockheed Martin sigue siendo clave en la integración de aeronaves de combate cooperativas (CCA) con plataformas tripuladas. Estos aviones autónomos actúan como “copilotos”, desempeñando roles en reconocimiento, guerra electrónica y enfrentamientos directos contra enemigos.
John Clark, director de Skunk Works, explicó que el uso de CCA como multiplicadores de fuerza permite que las aeronaves tripuladas operen con una capacidad mucho mayor. Las plataformas no tripuladas pueden servir como “camiones de misiles”, llevando más carga útil al campo de batalla, o mediante programación avanzada, los drones pueden operar a mayor distancia de la aeronave controladora, ampliando el alcance y el conocimiento situacional. Además, los CCA pueden transportar paquetes de guerra electrónica, funcionando como señuelos sin poner en riesgo a los pilotos.
El programa NGAD, considerado como un posible sucesor del F-22, se describe como una “familia de sistemas” que incluye aviones tripulados, drones autónomos para misiones de inteligencia, vigilancia, reconocimiento (ISR), señuelo, ataque y otras funciones. Estos drones, también conocidos como CCA, son una parte integral de esta estrategia avanzada.
El enfoque hacia sistemas más adaptables y ágiles busca cumplir con los requisitos del combate moderno, donde las amenazas se desarrollan rápidamente. Como señala el artículo, “la familia de sistemas NGAD enfatiza la agilidad operativa y la adaptabilidad”, destacando la colaboración entre aviones tripulados y sistemas autónomos para superar la velocidad de toma de decisiones de los adversarios.
La IA revoluciona el combate aire-aire
Un artículo reciente profundiza en la aplicación de la inteligencia artificial (IA) en escenarios tácticos, especialmente en combate aire-aire. La IA permite a las aeronaves autónomas gestionar objetivos de misión en tiempo real, como enfrentarse a múltiples amenazas y adaptarse rápidamente a los cambios en el campo de batalla.
“Los sistemas impulsados por IA reducen el riesgo del piloto y permiten tomar decisiones más rápidas en el campo de batalla. La tecnología permite que los drones realicen maniobras y ataquen objetivos sin esperar órdenes humanas, dejando el control final en manos del piloto humano”, afirma el artículo.
La adaptabilidad de estos sistemas es un punto clave, destacándose su capacidad para operar eficientemente en entornos de conflicto. Las pruebas y perfeccionamientos en curso están enfocados en garantizar que estas innovaciones estén listas para su uso operativo, con el objetivo de minimizar el riesgo para los pilotos y mejorar los resultados de la misión.