Las armas antitanque de fabricación estadounidense, en particular el FGM-148 Javelin, se han utilizado para destruir cientos de tanques rusos en Ucrania. Se trata de un verdadero éxito para la plataforma, que fue desarrollada y es producida actualmente por Lockheed Martin. El NLAW, de producción británica-sueca y el AT4, de diseño sueco, también se han utilizado con buenos resultados en Ucrania, y mientras las fuerzas blindadas del Kremlin siguen sufriendo reveses, el propio futuro de la guerra de tanques se está poniendo en duda.
Precisamente el mes pasado, un par de vehículos blindados rusos, entre ellos un T-72B, rodaron por la capital polaca de Varsovia, no como invasores (o “liberadores”, como en el otoño de 1944), sino como parte de una sombría exhibición de los fracasos de Rusia y los éxitos de Ucrania.
“Esta exposición demuestra que los rusos pueden ser derrotados”, dijo a la prensa el portavoz del gobierno polaco, Michal Dworczyk. “Muchos grupos de personas, principalmente en Europa, decían que el ejército ruso es invencible… Este equipo ruso destruido demuestra que la determinación y el valor ayudan a derrotar al ejército ruso”.
Los cascos destruidos se han expuesto desde entonces en Praga, y está previsto que viajen a Madrid y Lisboa este verano.
El fracaso de los tanques
Durante mucho tiempo se ha considerado que Rusia tenía la mayor fuerza de tanques del mundo, con unos 2.800 vehículos en servicio en unidades militares, mientras que otros 10.000 estaban almacenados, informó Newsweek – citando datos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, o CSIS, para abreviar. Sobre el papel puede parecer una cifra impresionante, pero los expertos militares llevan mucho tiempo cuestionando las capacidades de muchos de esos tanques.
Muchos de los tanques más antiguos son poco fiables y/o inservibles, y Rusia ha tenido que canibalizar piezas de los vehículos menos capaces para hacer funcionar otros. La situación no ha hecho más que empeorar mientras Moscú sigue lidiando con las sanciones que se le impusieron, tras su invasión no provocada de Ucrania en febrero.
Según un informe del diario independiente Moscow Times, Rusia ha perdido 237 tanques T-72B3, cientos de variantes más de T-72, así como al menos 170 modelos T-80 desde el inicio del ataque a Ucrania en febrero, citando datos de Oryx, un blog de inteligencia que rastrea las pérdidas militares rusas. Añadió que la 4ª División de Tanques de la Guardia de Rusia, que está equipada únicamente con T-80, habría perdido hasta 41 tanques en sólo dos semanas, según la plataforma de análisis militar Battle Order.
Incluso el tanque más avanzado del Kremlin, el T-90M “Vladimir”, no ha estado a la altura. Varios de ellos han sido destruidos y, sin embargo, Rusia ha parecido retener el tanque en masa, probablemente porque teme que sea víctima de los ucranianos con la misma rapidez que los T-72.
¿Tanques malos o mala doctrina?
Se han discutido varios factores sobre lo que ha llevado a las pérdidas de los tanques rusos. En particular, existe un fallo de diseño en el almacenamiento de la munición en la torreta del T-72, que provoca el llamado efecto “Jack-in-a-Box” cuando un cohete antitanque impacta cerca del almacenamiento, lo que hace que la torreta se desprenda literalmente del casco del tanque.
Sin embargo, algunos expertos han sugerido que el problema estriba en que no se utilizan los tanques de forma eficiente. En lugar de llevar a cabo operaciones combinadas en Ucrania, los tanques suelen desplegarse sin el apoyo adecuado de la infantería, lo que los hace vulnerables a los ataques de armas portátiles como el Javelin, el NLAW y el AT4.
“Se supone que los tanques deben luchar como parte de formaciones combinadas, pero en términos de cómo han sido utilizados tácticamente, Rusia no lo ha hecho de manera efectiva”, dijo Nick Reynolds, un experto militar del Royal United Services Institute con sede en Londres.
Junto con el defecto de diseño, el resultado ha sido mortal.
“La gente solía decir que la mejor manera de destruir un tanque es usar otro tanque, pero los nuevos misiles hacen que uno se cuestione eso”, añadió James Lewis, analista del Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.
Como resultado, los tanques rusos han recurrido a adoptar contramedidas improvisadas que incluyen jaulas metálicas en el techo de sus tanques, mientras que otros han utilizado troncos o sacos de arena. Además de no ser tan eficaz como las tripulaciones esperan, resultaba un espectáculo patético. También podría poner a la tripulación en peligro, ya que estas contramedidas en realidad limitan el movimiento de la torreta y podrían dificultar la huida de un tanque en llamas.
“Estas medidas son claramente un intento de defender los tanques desde arriba, pero no funciona”, dijo Reynolds.