El X-24C, avión experimental hipersónico, prometía superar Mach 8 usando innovadores scramjets, pero fue cancelado por falta de financiación.
En el panorama de la ingeniería aeronáutica, el lapso histórico es breve, no obstante, está saturado de iniciativas que jamás se materializaron. Aunque incontables diseños de aeronaves se han concebido, edificado y lanzado al vuelo, un número aún mayor ha quedado confinado a la etapa de diseño.
Entre los proyectos más avanzados y futuristas que nunca llegaron a concretarse destaca el Lockheed L-301, conocido igualmente como X-24C, un prototipo de avión hipersónico que se adelantó a su tiempo mediante un innovador concepto de propulsión atmosférica.
El X-24C: Proyecto ambicioso en el limbo de la aviación experimental
El destino del X-24C quedó sellado sin haber alcanzado las alturas; en enero de 1977, se había programado su operación de forma tentativa con dos vehículos a lo largo de ocho años, contemplando 100 vuelos por cada uno.
Sin embargo, en septiembre de 1977, la NASA y el Centro Nacional de Investigación de Vuelos Hipersónicos de la Fuerza Aérea de EE. UU., que habían encomendado a la división Skunk Works de Lockheed la creación del X-24C, optaron por descontinuar el proyecto ante la insuficiencia de fondos.
De haberse consumado, el X-24C habría edificado su desarrollo sobre los avances logrados por los programas antecesores X-15 y X-24B.
El X-15, objeto de nuestros análisis previos en The National Interest, marcó un hito: un avión hipersónico impulsado por cohetes. Inmortalizado en la secuencia inicial de “First Man”, protagonizada por Ryan Gosling, el X-15 simbolizó un esfuerzo conjunto de la USAF y la NASA por ascender estadounidenses al espacio, no mediante lanzamientos, sino por medio de vuelo propulsado.
“First Man” retrata a Neil Armstrong, personificado por Gosling, despegando con su X-15 fuera de la atmósfera terrestre, culminando en una reentrada y aterrizaje turbulentos. Armstrong fue uno de los varios aviadores que propulsaron el X-15 más allá de los confines atmosféricos en experimentos destinados a evaluar la factibilidad de los vuelos espaciales tripulados.
Finalmente, EE. UU. optó por enviar astronautas al espacio en cápsulas montadas sobre cohetes, tal como se ejecutó en los programas Mercury, Gemini y Apolo. El X-15 permanece como el pináculo de los esfuerzos por conquistar el espacio mediante la aviación.
El X-24B, por su parte, fue un prototipo experimental enfocado en validar el diseño de cuerpo sustentador. Este vehículo se empleó para ensayar técnicas de reentrada y aterrizaje sin propulsión, metodologías que el transbordador espacial adoptaría en los años setenta.
El X-24C pretendía amalgamar las enseñanzas extraídas de las pruebas del X-15 y X-24B. Se proyectaba que alcanzara velocidades máximas que superasen Mach 8, ejecutando maniobras hipersónicas de deslizamiento para misiones de extenso alcance.
El X-24C y la revolución de la propulsión: Un sueño hipersónico inconcluso
El X-24C estaba destinado a ser propulsado por el motor XLR-99, heredado directamente del emblemático programa X-15. No obstante, se decidió finalmente por emplear el motor LR-105, utilizado como propulsor secundario en el lanzador Atlas.
Este motor, que consumía Rp-1 y oxígeno líquido, se esperaba que catapultara al X-24C hacia el dominio hipersónico. Al alcanzar esta fase crítica, se activaría el innovador scramjet alimentado por hidrógeno y aire, integrado en la estructura ventral del aparato, propulsando al X-24C a superar la barrera de Mach 8 y a escalar altitudes superiores a los 90.000 pies.
Alex Hollings, en sus escritos para Sandboxx, señaló que “el concepto de propulsión scramjet sigue siendo considerado hoy en día como el más viable para el futuro de la aviación hipersónica”. A diferencia de los motores a reacción convencionales, que requieren de una sección compresora para mezclar aire con combustible, a velocidades hipersónicas este mecanismo resulta contraproducente, frenando el flujo de aire a velocidades subsónicas.
El scramjet, en contraste, aprovecha la enorme presión generada por el aire a velocidades supersónicas para su compresión, ofreciendo así un medio de propulsión tremendamente más eficaz en este rango de velocidad.
Desafortunadamente, las capacidades y logros potenciales del X-24C permanecerán siempre en el terreno de lo hipotético.