Hace cinco meses, efectivos de la infantería de marina de Ucrania efectuaron una audaz travesía motorizada del río Dnipro en el sur del país. Bajo el cobijo de una densa ofensiva aérea no tripulada, establecieron un punto de apoyo en Krynky, una localidad pesquera situada en la margen izquierda del vasto cauce fluvial, hasta entonces bajo dominio ruso.
El New York Times registró el testimonio de un marine ucraniano, marcado por la experiencia, quien calificó la incursión en Krynky como un acto de “suicidio” ante la superioridad numérica enemiga. Sin embargo, en un giro de los acontecimientos, son las fuerzas rusas las que han sufrido cientos de bajas intentando, sin éxito hasta la fecha, retomar la posición.
Los marines de Kiev no solo han sostenido su posición en Krynky, sino que también han ejecutado operaciones transfluviales en otros sectores, ya sea para realizar incursiones puntuales o, aunque menos probable, para establecer un nuevo punto de apoyo.
Operaciones encubiertas y resistencia en territorio hostil
Este comportamiento operacional ha sido inadvertidamente revelado por las propias fuerzas rusas al detectar y responder a los movimientos de los infantes de marina, exponiendo las últimas maniobras ucranianas al otro lado del Dnipro.
En un episodio reciente, los marines cruzaron el río en las proximidades del puente Antonovsky, al oeste de Kherson y a unos 30 kilómetros de Krynky, fortificándose en Dachi, una zona previamente destinada a recreación. De acuerdo con el Centro Ucraniano de Estrategias de Defensa, estas fuerzas mantienen posiciones dentro de las residencias estivales.
El éxito de esta infiltración quedó evidenciado por las comunicaciones rusas en redes sociales, que detallaron cómo los marines ucranianos lograron neutralizar la vigilancia aérea enemiga mediante bloqueo de drones.
La gestión de la guerra electrónica, junto con la movilidad de las tropas, ha permitido a Ucrania generar zonas de exclusión temporal para drones, explotando estas ventajas para el desplazamiento de sus unidades.
La recurrencia de estas interferencias electrónicas ucranianas se manifestó claramente en Dachi, cuando un dron ruso detectó un sistema de interferencia ucraniano Bukovel oculto en una estructura bajo el deteriorado puente Antonovsky. La eliminación del Bukovel, con un valor de 50.000 dólares, obligó a Rusia a emplear un helicóptero armado con un misil teledirigido Izdeliye 305, cuyo coste asciende a 230.000 dólares.
Intrépidas maniobras ucranianas a través del Dnipro revelan tácticas audaces
Obstaculización inicial seguida de una incursión decisiva. Esta fórmula describe el cruce ucraniano del Dnipro hacia Krynky en octubre y parece ser el modus operandi para su reciente avance hacia Dachi.
La sostenibilidad de la presencia ucraniana en Dachi está aún por determinarse. Precedentes incursiones a través del río en las cercanías del puente Antonovsky no lograron establecer un asentamiento duradero en la margen izquierda. Además, los marines estacionados en Dachi enfrentan ya desafíos significativos. Recientemente, proyectiles de artillería rusa impactaron en una dacha que servía de refugio a efectivos ucranianos.
A pesar de las incertidumbres sobre su permanencia, el episodio de Dachi subraya la importancia de estas operaciones. Este hecho resalta la capacidad de las fuerzas ucranianas para ejecutar sus estrategias fluviales, demostrando que las tácticas empleadas tanto en Krynky como en Dachi, y potencialmente en cualquier otro punto a lo largo del Dnipro donde decidan desplegarse, siguen siendo efectivas.