El MiG-15, operativo desde 1949, interceptaba bombarderos pesados con velocidad, potencia de fuego y maniobrabilidad, transformando la defensa aérea.
El MiG-15 revoluciona la intercepción de bombarderos
El Mikoyan-Gurevich MiG-15, introducido en 1949, marcó un hito en la aviación militar al redefinir la intercepción de bombarderos pesados como el Boeing B-29 Superfortress. Diseñado por la oficina de diseño soviética MiG, este caza de primera generación combinó un motor potente, armamento letal y una maniobrabilidad sobresaliente para contrarrestar las formaciones de bombarderos estratégicos que dominaban los cielos en la posguerra. Su entrada en servicio durante la Guerra de Corea (1950-1953) demostró su capacidad para desafiar la superioridad aérea occidental, particularmente en enfrentamientos contra bombarderos estadounidenses.
El corazón del MiG-15 era su motor Klimov VK-1, una versión mejorada del Rolls-Royce Nene británico, que le otorgaba una velocidad máxima de 1,076 km/h (Mach 0.87). Esta potencia permitía al caza alcanzar altitudes operativas rápidamente, un factor crítico para interceptar bombarderos que volaban a gran altura. En noviembre de 1950, durante la Guerra de Corea, los MiG-15 sorprendieron a las fuerzas de la ONU al atacar formaciones de B-29 sobre el río Yalu, derribando varios bombarderos y forzando a los aliados a ajustar sus tácticas, incluyendo el uso de escoltas de cazas F-86 Sabre.
El armamento del MiG-15, compuesto por un cañón Nudelman N-37 de 37 mm y dos cañones Nudelman-Rikhter NR-23 de 23 mm, estaba optimizado para destruir objetivos grandes. Los cañones de 37 mm disparaban proyectiles pesados capaces de infligir daños devastadores a los fuselajes de los bombarderos, mientras que los de 23 mm ofrecían una cadencia de fuego rápida para mantener la presión en el combate. Esta combinación permitió al MiG-15 enfrentarse a los robustos B-29, cuyos blindajes y sistemas defensivos eran insuficientes contra los ataques precisos del caza soviético.
La capacidad de ascenso del MiG-15, que alcanzaba los 50 m/s, le permitía llegar a altitudes de hasta 15,500 metros en minutos, superando a muchos cazas contemporáneos. Esta característica era esencial para interceptar bombarderos que operaban entre 9,000 y 12,000 metros. Su diseño aerodinámico, con alas en flecha de 35 grados, mejoraba su maniobrabilidad a altas velocidades, permitiéndole evadir las torretas defensivas de los bombarderos y posicionarse para ataques efectivos.

Datos clave del MiG-15 en la intercepción de bombarderos
- Velocidad máxima: 1,076 km/h, ideal para alcanzar bombarderos rápidamente.
- Armamento: Un cañón de 37 mm y dos de 23 mm, optimizados para blancos grandes.
- Tasa de ascenso: 50 m/s, permitía interceptar a gran altura en minutos.
- Altitud operativa: Hasta 15,500 metros, superaba a los bombarderos B-29.
- Producción: Más de 18,000 unidades, incluyendo versiones mejoradas como el MiG-15bis.
Impacto táctico en la Guerra de Corea
Durante la Guerra de Corea, el MiG-15 operado por pilotos soviéticos, norcoreanos y chinos transformó las operaciones de defensa aérea. En enfrentamientos como la Batalla del Río Yalu en 1950, los MiG-15 atacaron formaciones de B-29 escoltadas, derribando varios bombarderos y exponiendo las vulnerabilidades de las misiones diurnas aliadas. Según registros desclasificados, los B-29 sufrieron pérdidas significativas, con al menos 16 derribados y decenas dañados por MiG-15 entre 1950 y 1951. Esto obligó a la Fuerza Aérea de EE. UU. a restringir los bombardeos diurnos y a depender de misiones nocturnas, donde los MiG-15 tenían menos efectividad debido a la falta de radar avanzado.
La superioridad del MiG-15 en velocidad y ascenso lo convirtió en una amenaza constante para los bombarderos aliados. Su capacidad para realizar ataques rápidos y escapar antes de que las escoltas pudieran reaccionar complicaba las operaciones ofensivas de la ONU. Aunque el F-86 Sabre estadounidense igualaba al MiG-15 en combates entre cazas, la prioridad del diseño soviético era la intercepción de bombarderos, no el combate aire-aire prolongado, lo que limitaba sus enfrentamientos directos con otros cazas.
El MiG-15bis, una versión mejorada introducida en 1951, incorporó un motor Klimov VK-1A más potente y mejoras en la aviónica, aumentando su eficacia contra bombarderos. Esta variante mantuvo la misma configuración de armamento pero mejoró el alcance y la fiabilidad, permitiendo operaciones más sostenidas. Los pilotos chinos, entrenados por asesores soviéticos, lograron derribar al menos 10 B-29 adicionales en 1951, según informes de la Fuerza Aérea Popular de Liberación.
La producción masiva del MiG-15, con más de 18,000 unidades construidas en la Unión Soviética y países aliados como China y Checoslovaquia, aseguró su presencia en múltiples conflictos. Su diseño simple y robusto facilitó su mantenimiento en condiciones de guerra, mientras que su bajo costo permitió a las fuerzas comunistas desplegar grandes cantidades de cazas para contrarrestar las ofensivas aéreas aliadas.
Legado del MiG-15 en la defensa aérea

El impacto del MiG-15 trascendió la Guerra de Corea, influyendo en el diseño de cazas posteriores y en las tácticas de intercepción. Su éxito contra los B-29 demostró la importancia de la velocidad y el armamento pesado en la defensa aérea, sentando las bases para aviones como el MiG-17 y el MiG-19. La Unión Soviética exportó el MiG-15 a más de 40 países, incluyendo Egipto, Siria y Cuba, donde se utilizó en roles de intercepción durante las décadas de 1950 y 1960.
En conflictos como la Crisis de Suez (1956), los MiG-15 egipcios intentaron interceptar bombarderos británicos y franceses, aunque con resultados limitados debido a la superioridad tecnológica de los atacantes. En Asia, los MiG-15 chinos y norcoreanos continuaron operando en tareas de defensa aérea hasta finales de la década de 1960, cuando fueron reemplazados por modelos más avanzados.
El diseño del MiG-15 también influyó en la doctrina militar soviética, que priorizó cazas ligeros y rápidos para contrarrestar las flotas de bombarderos estratégicos de la OTAN. Su motor Klimov VK-1 se convirtió en la base para propulsores de generaciones posteriores, mientras que su configuración de alas en flecha inspiró a cazas occidentales como el North American F-86 Sabre y el Hawker Hunter.
A pesar de sus limitaciones, como la falta de radar avanzado y un alcance operativo de 1,860 km (insuficiente para misiones de largo alcance), el MiG-15 estableció un estándar en la intercepción de bombarderos. Su combinación de velocidad, potencia de fuego y maniobrabilidad lo convirtió en un arma formidable que obligó a las potencias occidentales a replantear sus estrategias de bombardeo estratégico.