En la segunda mitad de febrero, Frank Kendall, el Secretario de la Fuerza Aérea, pronunció un alarmante mensaje respecto a los veinte años de esfuerzos de China por establecer un ejército capaz de disuadir y vencer a los Estados Unidos, declarando enfáticamente: “Se nos ha acabado el tiempo”. De hecho, advirtió que ya estamos inmersos en una competición extenuante con potencial de convertirse en un conflicto en cualquier instante.
Esta circunstancia amplifica la importancia del plan de Kendall para reestructurar el Departamento del Ejército del Aire, con el fin de afrontar esta amenaza. La tarea es excepcionalmente intrincada y, aunque muchos de sus aspectos están meticulosamente planificados, la eficacia del plan se ve comprometida sin un sólido fundamento de preparación.
Iniciativa de transformación del Ejército del Aire
La génesis de esta transformación estratégica se sitúa en el otoño pasado, cuando Kendall encargó a McKinsey & Company, una consultora de defensa especializada en transformaciones organizacionales, que liderara una investigación sobre las acciones transformadoras críticas para que el Departamento del Ejército del Aire se potencie frente a la competencia de las grandes potencias.
Involucrando a más de 1.500 aviadores y guardianes en el proceso, McKinsey empleó metodologías de gestión empresarial y prácticas de excelencia para formular la reorganización del servicio, apoyándose en lecciones aprendidas. Se realizaron evaluaciones continuas, simulaciones y consultas con interesados para perfeccionar la propuesta en 24 iniciativas clave, según lo expuesto por el Secretario Kendall en sus discursos.
La reestructuración de una pequeña unidad de negocio ya es un desafío que puede durar años; reformar una entidad de la magnitud del Departamento del Ejército del Aire es una empresa aún más desafiante. Los expertos consideran que implementar tal cambio en una organización tan vasta podría requerir hasta seis años, y traerá consigo, según se cita de McKinsey, alteraciones significativas en los procedimientos y el presupuesto que desencadenarán tensiones y conflictos durante todo el proceso de implementación.
Estrategias de reforma en un Ejército del Aire en transición
Mi trayectoria se arraiga en una época en la que las Fuerzas Aéreas estaban meticulosamente organizadas, preparadas y adiestradas para contrarrestar a la Unión Soviética. Durante mi servicio, tuve el honor de integrar el equipo fundador de la primera Ala Compuesta Aéreo-Terrestre en Carolina del Norte y, en las etapas finales de mi carrera, lideré cerca de 48 escuadrones y elementos de la Fuerza Expedicionaria Aérea (AEF) en roles de Comandante de Grupo Expedicionario en operaciones tales como Libertad Iraquí y Libertad Duradera.
La transición y los desafíos que enfrentamos durante la reestructuración de las alas compuestas y las AEF fueron, en el mejor de los casos, tumultuosos. Sin embargo, el Ejército del Aire logró superar estos obstáculos con notable eficacia, gracias a la solidez de sus procesos y funciones básicas.
Nuestros métodos de selección y promoción eran sumamente competitivos, enfocados en identificar y cultivar talentos excepcionales. La formación proporcionada era de primera línea, equipando a las unidades operativas con aviadores de competencia insuperable. Además, el presupuesto de operaciones y mantenimiento (O&M) aseguraba que cada escuadrón, y cada aviador en él, recibieran un entrenamiento práctico, tanto en el aire como en tierra, muy superior al mínimo necesario para alcanzar la preparación operativa.
Lamentablemente, el panorama actual del Ejército del Aire dista mucho de aquella época dorada. La obsesión por la eficiencia durante los años 90 y las recientes iniciativas para promover la diversidad, equidad e inclusión han erosionado los criterios de mérito y carácter que antaño definían el proceso de selección de oficiales.
Desde 2017, todos los capitanes del Ejército del Aire que no enfrentan impedimentos legales o éticos han sido promovidos a comandantes. En 2021, solo un 0.27% de los aspirantes en la escuela de vuelo fueron descartados por su rendimiento, evidenciando la falta de competitividad post-formación. En un hipotético conflicto con China, nuestra capacidad para desplegar cazas y bombarderos apenas alcanzaría el 32% de lo logrado en 1987. Además, las actuales tripulaciones aéreas reciben aproximadamente la mitad de las misiones de entrenamiento que recibían los pilotos en la cúspide de la Guerra Fría.
Las estadísticas sobre la formación de tripulaciones, personal de mantenimiento y especialistas fuera de la cabina de mando reflejan un Ejército del Aire que ha perdido el norte en cuanto a la ejecución de su misión principal. Actualmente, nos encontramos en el punto más bajo de preparación en toda nuestra historia. La disponibilidad operativa de cazas, bombarderos y aviones cisterna ha alcanzado mínimos históricos bajo la administración de Kendall. El número de misiones, horas de vuelo y entrenamientos en simuladores es insuficiente para considerar a un solo escuadrón preparado para enfrentar a un adversario de magnitud comparable.
Enfrentarse a la monumental tarea de reorganizar una institución en esta condición es sin duda desafiante, pero es la situación con la que debemos lidiar.
Reformulación de la preparación y la proyección de fuerzas del Ejército del Aire
El Secretario Kendall ha delineado 24 iniciativas estratégicas centradas en cuatro pilares clave: preparación, proyección de poder, desarrollo de capacidades y gestión del personal. A pesar de que la preparación lidera estas áreas de enfoque, es crucial evaluar su auténtica posición en el esquema de prioridades del departamento.
El General Dave Allvin, Jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire (CSAF), ha puesto el acento en la preparación en dos de las quince prioridades marcadas por Kendall para el Ejército del Aire. La primera prioridad es la instauración del “Mando de Misión Preparada”, bajo la supervisión del Mando de Desarrollo de Aviadores (anteriormente conocido como Mando de Educación y Adiestramiento Aéreo).
Contrario a lo que su nombre podría sugerir, este nuevo mando no se ocupará directamente de la preparación operativa de las unidades. Su función será asegurar que cada aviador reciba la formación y el conocimiento necesarios para transitar entre distintas áreas del servicio sin la necesidad de reentrenarse en nuevos sistemas, garantizando además que cuenten con las herramientas adecuadas para cumplir exitosamente con sus roles recién asignados.
Una segunda prioridad en preparación se centra en la evaluación de la preparación operativa, que Allvin describe como el concepto de reoperación del servicio: la habilidad de luchar para salir de la base, ingresar al teatro de operaciones y finalmente desplegarse en el aire. Según el Jefe, evaluar este nivel de preparación requerirá la colaboración de varias divisiones del Ejército del Aire, debiendo integrarse en el ciclo de inspección de las unidades, con los hallazgos de estas evaluaciones siendo cruciales para la redistribución de recursos dentro del ajustado presupuesto del servicio.
Retos de la aplicación de las evaluaciones de preparación
Aunque estas iniciativas posicionan la evaluación de la preparación operativa en un lugar destacado dentro de las prioridades, Allvin reconoció que, en la práctica, el servicio carece de un plan concreto, y mucho menos de una estructura establecida, para llevar a cabo este esquema de evaluación de forma efectiva.
El sistema de Inspección de Preparación Operativa (ORI) vigente durante la Guerra Fría demostró ser extremadamente efectivo en mantener altos niveles de preparación. Desarrollar la infraestructura organizativa, las autoridades, las fases de evaluación, los programas y cronogramas de seguimiento, y la estructura de reportes, requirió años de esfuerzo y afectó a prácticamente todas las unidades operativas y de soporte en el PACAF, USAFE y lo que hoy se conoce como Mando de Combate Aéreo.
Sin embargo, tanto Kendall como Allvin han señalado que el entorno operativo actual presenta complejidades que superan las de la era de la Guerra Fría. Crear un sistema de evaluación que abarque estas complejidades necesitará años de desarrollo e implementación. Una vez en marcha, es inevitable que las iteraciones del sistema prolonguen la duración y las disfunciones operativas asociadas con esta reorganización.
El impacto que estos retrasos pueden tener en la preparación del servicio es inmensurable, destacando la urgencia de abordar estos desafíos con diligencia y previsión.
Retos presupuestarios y preparación ante la competencia mundial
Siguiendo las reflexiones del General Alvin sobre la asignación de recursos, parece que el presupuesto del Ejército del Aire permanecerá relativamente inalterable hasta que se implemente el mencionado programa de inspección. En el año fiscal 2024, el Departamento del Ejército del Aire asignó la cantidad más baja de horas de vuelo en su historia, exacerbando una carencia de entrenamiento práctico que se ha convertido en una característica permanente dentro de la estructura de la Fuerza. Aunque los métodos actuales de evaluación de la preparación puedan ocultar este déficit, las consecuencias de esta prolongada insuficiencia han debilitado indudablemente la capacidad del Ejército del Aire para estar “listo para el combate inmediato”.
La pregunta sobre cuánto ha mermado la preparación del Ejército del Aire a lo largo de los años permanece sin respuesta, especialmente ante las declaraciones de altos mandos como el General Alvin, quien proclama la superioridad mundial de la Fuerza. No obstante, Alvin subraya la urgencia de la reorganización con la metáfora de un equipo de fútbol americano campeón, configurado para jugar con una táctica obsoleta que ahora limita su capacidad para triunfar en competencias futuras.
Una comparación más acertada podría ser con los Detroit Lions. En 2020, este equipo podría haber destacado contra rivales de naciones menos desarrolladas. Sin embargo, carecían de las habilidades básicas de bloqueo y placaje necesarias para competir al mismo nivel que sus contrincantes en la NFL. Después de una sucesión de fracasos, la dirección del equipo incorporó a un nuevo entrenador, Dan Campbell, quien dedicó dos años a reconstruir estas capacidades fundamentales, hasta lograr que los Lions compitieran de igual a igual con sus adversarios.
La situación con China reviste una gravedad y un significado mucho mayores. Se requerirá de un líder excepcionalmente dedicado y hábil, durante al menos dos años, si no más, para llevar al Ejército del Aire a un nivel de competencia que domine el escenario bélico venidero. La esperanza reside en que la alta dirección del Servicio actúe sin esperar sufrir una serie de reveses antes de emprender este esencial proceso de revitalización.