La cuestión de los portaaviones en Rusia es recurrente en los círculos estratégicos. Sin embargo, existen razones de peso para que Rusia no invierta en portaaviones en este momento. En lugar de ello, los recursos podrían ser dirigidos hacia misiles hipersónicos y otros proyectos avanzados.
¿Debe Rusia enfocar sus recursos en la guerra terrestre o en su armada?
El Poseidón, un torpedo nuclear de propulsión nuclear, es un ejemplo prominente de la innovación naval rusa. Además, la marina rusa continúa lanzando misiles de crucero Kalibr desde sus buques en el mar Negro y manteniendo el bloqueo de los puertos ucranianos en dicha región.
La construcción de nuevos portaaviones no parece ser una prioridad en el futuro cercano. Incluso el presidente Vladimir Putin es consciente de esta realidad, a pesar de su frecuente mención de proyectos de superarmas de prestigio como los misiles hipersónicos y los misiles balísticos intercontinentales.
Desafíos logísticos y geográficos para la construcción de portaaviones
Un nuevo portaaviones requeriría astilleros más capacitados y bases en el extranjero para su apoyo. La geografía marítima de Rusia, confinada por los mares Báltico, de Bering y Negro, limita su acceso a grandes océanos abiertos, impidiendo el desarrollo eficaz de una flota de portaaviones.
A diferencia de los Estados Unidos, que tienen acceso libre a los océanos Pacífico y Atlántico, Rusia no puede aprovechar estas rutas para expandir su influencia naval de manera efectiva. Esta limitación geográfica impide que los portaaviones rusos prosperen, incluso si se llegaran a construir en cantidades significativas.
Además, la economía rusa, basada en la extracción de recursos naturales como el petróleo y el gas natural, no requiere de una armada equipada con portaaviones para mantener sus rutas de suministro. Rusia necesita una marina regional pequeña, no una armada global de aguas azules.
Enfoque de la marina rusa en la guerra submarina
Los submarinos, y no los buques capitales, constituyen la base marítima de la tríada nuclear rusa. La marina rusa prefiere centrarse en la guerra submarina, utilizando submarinos para proyectar su poder y asegurar su capacidad de disuasión nuclear.
No obstante, la proyección global de la flota de superficie rusa está cambiando. Moscú ha intentado desplegar buques alrededor del mundo y participar en ejercicios con otros aliados como China. En 2017, la marina rusa visitó Namibia, Filipinas, Sudáfrica y Seychelles, aunque estas misiones tuvieron más un propósito diplomático que una necesidad militar.
Rusia también envió buques para combatir a los terroristas en Siria, lanzando misiles Kalibr contra posiciones insurgentes, demostrando la capacidad operativa de su flota en conflictos regionales.
Impacto de las sanciones y limitaciones económicas en la marina rusa
La capacidad de la marina rusa para apoyar misiones más allá de Siria y Ucrania es limitada. Las sanciones económicas han afectado a los astilleros rusos y la reducción del producto interno bruto dificulta la construcción de más buques.
El Departamento de Estado de Estados Unidos incluyó a la Corporación de Construcción Naval Unida en la lista negra al inicio de la guerra, exacerbando las dificultades de Rusia para expandir su capacidad naval.
En conclusión, Rusia no parece destinada a convertirse en una potencia naval con portaaviones. Debe enfocarse más en su ejército y fuerza aérea en este momento. La geografía rusa y la necesidad de asegurar sus fronteras favorecen el desarrollo de misiles nucleares, hipersónicos y torpedos submarinos, relegando la expansión de su marina a un segundo plano.
Enfoque estratégico ruso: Prioridad al ejército y fuerza aérea
La guerra en Ucrania ha desviado la atención y las prioridades de la marina rusa. Las sanciones han obstaculizado la construcción naval y la economía rusa enfrenta desafíos significativos.
Por lo tanto, es crucial que Rusia mantenga su enfoque en el desarrollo de su ejército y fuerza aérea, invirtiendo en tecnologías avanzadas que garanticen su capacidad de disuasión y defensa territorial.
En resumen, la estrategia rusa debe seguir priorizando las armas avanzadas y la guerra terrestre, relegando la construcción de portaaviones a un plano secundario en el contexto actual, geopolítico y económico.