El F-22 Raptor, reconocido por su supremacía aérea, enfrenta limitaciones físicas y operativas que le impiden despegar o aterrizar desde portaaviones.
El F-22 y su incapacidad para operar desde portaaviones
Considerado como el primer caza de quinta generación, el F-22 Raptor realizó su primer vuelo en 1997, revolucionando la aviación militar. Este caza se convirtió en un pilar esencial de la flota aérea de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), participando en la Operación Noble Eagle, así como en misiones contra el Estado Islámico y las fuerzas de Asad en Siria. Su desempeño ha demostrado ser la solución principal a desafíos de superioridad aérea.
A pesar de su reputación, el ejército estadounidense ya trabaja en un sustituto mediante el programa Next Generation Air Dominance, que busca desarrollar un caza de sexta generación con capacidades superiores al F-22. No obstante, una habilidad queda fuera de su alcance: operar desde portaaviones.
Dos razones principales explican por qué el F-22 no puede despegar ni aterrizar en un portaaviones. La primera radica en la falta de entrenamiento específico de los pilotos de la USAF, quienes no suelen aprender las técnicas de aterrizaje en portaaviones. Aunque existen programas de intercambio con la Marina, son poco frecuentes. La segunda razón tiene que ver con las diferencias físicas entre los aviones de la Marina y los de la Fuerza Aérea. Los aviones navales están diseñados para ser más ligeros, facilitando descensos a baja velocidad y despegues en distancias reducidas, características ausentes en el Raptor.
El peso del F-22: un obstáculo para portaaviones
El peso es una limitación crítica. El F-22 Raptor pesa aproximadamente 45.000 libras (20.400 kg), significativamente más que un F/A-18E/F, cuyo peso vacío es de 32.081 libras (14.552 kg). Incluso si el Raptor lograra reducir su velocidad de aproximación a 100 nudos, su tren de aterrizaje no soportaría el impacto al aterrizar en la cubierta del portaaviones. Un colapso del tren podría ocasionar graves daños tanto al avión como a la cubierta, y poner en peligro al piloto.
Además, el Raptor no fue diseñado con capacidades navales. Su desarrollo bajo el programa Advanced Tactical Fighter (ATF) en 1981 tenía como objetivo reemplazar al F-15 Eagle, que tampoco fue concebido para operar desde portaaviones. La variante F-15N Sea Eagle, una propuesta naval, fue abandonada antes de concretarse.
Datos clave sobre las limitaciones del F-22 en portaaviones
- El F-22 no fue diseñado para aterrizajes en espacios reducidos ni para resistir las tensiones de un portaaviones.
- Los pilotos de la Fuerza Aérea carecen de entrenamiento especializado para operar en portaaviones.
- El peso y diseño del F-22 lo hacen incapaz de despegar en las distancias limitadas de un portaaviones.
- El programa ATF no incluyó requisitos navales en el diseño del Raptor.
El diseño del F-22: optimizado para la superioridad aérea
El programa ATF fue una respuesta a los avances soviéticos, como los cazas Su-27 Flanker y MiG-29 Fulcrum, así como a sistemas de defensa aérea avanzados. Para contrarrestarlos, la USAF exigió un avión con capacidades de sigilo, velocidad de crucero supersónica y alta maniobrabilidad. En 1987, Lockheed, en colaboración con Boeing y General Dynamics, comenzó a desarrollar el F-22 con un ala delta en forma de diamante, ideal para maniobras a alta velocidad, pero ineficaz a bajas velocidades.
El aumento de peso para cumplir con los requisitos de la USAF llevó a la necesidad de motores más potentes. En septiembre de 1990, el prototipo YF-22 realizó su primer vuelo, demostrando capacidades avanzadas como supercrucero y lanzamiento de misiles aire-aire. Aunque menos sigiloso y más lento que su competidor, el YF-23, el diseño del YF-22 fue elegido por ser más maniobrable y económico.
Un diseño pensado exclusivamente para la Fuerza Aérea
Con la selección del prototipo de Lockheed en 1991, la empresa inició la producción del F-22. Diseñaron un fuselaje para 8.000 horas de vida útil, probaron su rendimiento en túneles de viento y refinaron su sistema de guerra electrónica y navegación con 1,7 millones de líneas de código. Sin embargo, la adaptabilidad a portaaviones nunca fue considerada, ya que la misión principal del Raptor siempre fue garantizar la superioridad aérea en la Fuerza Aérea.
En conclusión, aunque el F-22 Raptor es una obra maestra de la aviación militar, sus limitaciones físicas y su diseño específico lo hacen inadecuado para operaciones desde portaaviones.
Especificaciones clave del F-22 Raptor
Entre sus características destacadas, el F-22 tiene una envergadura de 62 pies y 1 pulgada (18,92 metros). Está equipado con dos turbofán Pratt & Whitney F119-PW-100 que generan 35.000 lbf con postcombustión. Su velocidad máxima alcanza Mach 2,25 (1.303 nudos) a altitud, mientras que a nivel del mar logra Mach 1,21 (800 nudos). Su rango de combate es de 460 millas náuticas (850 km), y puede soportar límites G de +9.0/-3.0. En cuanto al armamento, incluye un cañón rotatorio M61A2 Vulcan de 20 mm y una configuración de 8 misiles aire-tierra o 6 misiles aire-aire.
Los desafíos en la adquisición del F-22
Originalmente, la USAF planeó adquirir 750 aviones desarrollados bajo el programa ATF, con la expectativa de que estuvieran en servicio en la década de 1990. Sin embargo, el colapso de la Unión Soviética redujo esta necesidad, y para 1997 el número proyectado se redujo a 339 unidades. En 1999, el Congreso casi canceló el programa, poniendo en riesgo el futuro del F-22.
La era de las guerras de contrainsurgencia en Irak y Afganistán también afectó la relevancia del Raptor. En un entorno con bajas amenazas antiaéreas, el costoso avión furtivo perdió prioridad. En este contexto, el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, redujo la adquisición a 183 unidades. Al final, solo se construyeron 195 aviones.
Además, una prohibición de exportación impuesta en 1998 limitó aún más el programa. Esta medida buscaba proteger los secretos tecnológicos del F-22, dejando a los clientes internacionales con alternativas como el F-15 Eagle, el F-16 Fighting Falcon y el F-35 Lightning II.
Diferencias entre el F-22 y aviones diseñados para portaaviones
- El F-22 no cuenta con tren de aterrizaje reforzado ni gancho de cola, necesarios para operaciones en portaaviones.
- Las modificaciones requeridas para adaptar el F-22 a un portaaviones afectarían su sigilo y aumentarían costos.
- El F-35C, en cambio, fue diseñado específicamente para operaciones en portaaviones con características como alas plegables y trenes reforzados.
La llegada del F-35C Lightning II
Ante la imposibilidad de adaptar el F-22 para operaciones en portaaviones, la Marina de los Estados Unidos desarrolló el F-35C Lightning II, una variante del F-35 diseñada específicamente para portaaviones. Este modelo incluye alas más grandes para mayor control a baja velocidad y tren de aterrizaje reforzado. También cuenta con un gancho de cola y un tren delantero de dos ruedas, esenciales para aterrizajes seguros en portaaviones.
Aunque el F-35C es más pesado que el F-22 (49.540 libras frente a 45.000 libras), sus adaptaciones lo hacen compatible con despegues asistidos por catapulta y aterrizajes controlados (CATOBAR). Estas modificaciones, sin embargo, han reducido su capacidad de maniobra, limitándolo a 7,5 g en comparación con los 9 g del modelo estándar.
El futuro de los cazas de sexta generación
El programa Next Generation Air Dominance (NGAD) surgió en 2014 como una iniciativa para reemplazar al F-22 con un caza de sexta generación. Aunque inicialmente se esperaba que el nuevo avión entrara en servicio en la década de 2030, el componente tripulado del programa fue suspendido en 2024, según anunció el secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall. El resto de los sistemas sigue en desarrollo.
Por otro lado, la Marina de los Estados Unidos tiene su propio programa de sexta generación, el F/A-XX, diseñado específicamente para portaaviones. Esto probablemente elimine la necesidad de que los futuros cazas de la USAF sean compatibles con operaciones navales.