El Yak-38, primer avión de despegue vertical de la URSS, intentó competir con el Harrier británico, pero su diseño defectuoso y su operatividad limitada lo convirtieron en un fracaso.
Un intento fallido de igualar al Harrier británico
El Yak-38 “Forger”, introducido en 1976, representó el esfuerzo soviético por desarrollar un caza de despegue y aterrizaje vertical o corto (VSTOL). Diseñado para operar desde los portaaviones de la clase Kiev, este avión buscaba rivalizar con el Harrier británico, pero su rendimiento y fiabilidad resultaron insuficientes.
La URSS esperaba que el Yak-38 reforzara su capacidad de combate naval contra Estados Unidos. Sin embargo, el avión sufrió múltiples fallos técnicos, un rendimiento inconsistente y una capacidad operativa restringida. Su sistema VSTOL era inestable, y sus propios pilotos lo consideraban ineficaz.
A pesar de la producción de 241 unidades, el Yak-38 nunca logró demostrar su utilidad en combate. Sus limitaciones expusieron las deficiencias del sistema soviético en el desarrollo de aviones de tecnología avanzada.
Deficiencias técnicas y un motor poco fiable

El Yak-38 fue diseñado por Yakovlev con la intención de ofrecer una alternativa al Harrier AV-8A, que desde 1969 había probado ser una plataforma VSTOL eficiente. La Unión Soviética construyó cuatro portaaviones de la clase Kiev, pero no logró igualar la capacidad de los superportaviones estadounidenses.
El Yak-38 incorporaba un motor principal Tumansky R-27V-300 (66,7 kN con postcombustión) y dos motores de sustentación RD-36-35FV (31 kN cada uno). Aunque se prometía una velocidad de Mach 1,3 (1.600 km/h), el avión enfrentaba serios problemas operativos.
Datos clave sobre los problemas del Yak-38
- Su sistema de despegue vertical generaba polvo y calor excesivo, afectando el rendimiento de los motores.
- La carga útil máxima era de 2.000 kg, muy por debajo de los 6.800 kg del Harrier GR.3.
- El Yak-38 carecía de radar, dependiendo solo de un visor óptico.
- El alcance operativo era de 370 km, extendido a 1.300 km con tanques externos.
- En Afganistán (1980), el barro y el polvo dañaban sus turbinas, reduciendo aún más su efectividad.
Fallas en combate y eyección automática defectuosa
El Yak-38 tenía cuatro puntos de anclaje para armamento, con capacidad solo para misiles R-60 y bombas ligeras, sin opciones para misiles más avanzados. La ausencia de radar lo dejaba vulnerable ante cazas enemigos, limitando su utilidad en combate aéreo.

Uno de los problemas más graves fue su sistema de eyección automática, diseñado para expulsar al piloto si los motores de sustentación fallaban. Sin embargo, este mecanismo se activaba accidentalmente en vuelo nivelado, provocando la pérdida de aeronaves sin justificación.
Su techo operativo de 11.887 metros y tasa de ascenso de 75 m/s lo dejaban en desventaja frente al Harrier, que alcanzaba los 50.000 pies con mejor maniobrabilidad y estabilidad.
El Yak-38M intentó mejorar el diseño sin éxito
En 1985, la URSS introdujo el Yak-38M, con un motor R-28V-300 (71 kN) más potente y mejor refrigeración. A pesar de las mejoras, el avión seguía siendo ineficiente, con una carga útil baja y sin radar.
Mientras el Harrier utilizaba un único motor Pegasus con toberas vectoriales para un despegue estable, el Yak-38 dependía de tres motores poco sincronizados, reduciendo su fiabilidad. El Harrier superaba al Forger en alcance (2.000 km), carga útil y eficacia en combate naval.
El Yak-38 operó brevemente en Afganistán, donde su incapacidad para despegar en altas temperaturas contrastó con la resistencia del Harrier en climas extremos. Sus fallos técnicos evidenciaron las limitaciones de la ingeniería soviética en aviones de combate avanzados.

Un fracaso estratégico y su retiro en 1991
Entre 1976 y 1989, se produjeron 241 Yak-38 y 38 Yak-38M, pero su desempeño nunca justificó la inversión. Tras la caída de la Unión Soviética, el avión fue retirado en 1991, reflejando más un error de planificación que un logro tecnológico.
Los portaaviones Kiev fueron vendidos o desguazados poco después, y el Yak-38 pasó a la historia como un intento fallido de la URSS por igualar al Harrier. Su legado quedó marcado por problemas técnicos, accidentes y una operatividad deficiente, demostrando que la cantidad no siempre compensa la falta de calidad en la aviación militar.