Con el bombardero B-21 a punto de ser presentado públicamente dentro de unas semanas, es importante destacar los grandes esfuerzos de adquisición de defensa que se desarrollan sin problemas y proporcionan una capacidad necesaria dentro del presupuesto. Con demasiada frecuencia, los sistemas de armamento aparecen en los titulares por incumplimientos de costes, desviaciones de calendario o mala gestión. Pero el nuevo programa de bombarderos de las Fuerzas Aéreas estadounidenses es positivo y alentador, según el presidente del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, Adam Smith (demócrata de Washington).
En su intervención en el AEI el año pasado, el presidente dijo que el programa B-21 había incorporado bien las lecciones de la compra del F-35 Joint Strike Fighter. El nuevo bombardero ha desafiado los pronósticos y se ha mantenido dentro de los plazos y el presupuesto, y se ha hecho “funcionar de forma muy inteligente”.
Hay muchas razones para el éxito del programa que se remontan a varios jefes y congresos. Mantener en secreto las estimaciones de costes ayudó a evitar que China y Rusia se adelantaran en la construcción de contadores baratos y rápidos de la tecnología estadounidense. Esto se debe a que el peso y el coste están estrechamente relacionados con el desarrollo de los aviones, y podrían haber permitido a los adversarios elaborar un boceto útil del alcance, la carga útil y, lo que es más importante para los aviones furtivos, su tamaño.
Además, el secretismo del bombardero y sus inamovibles parámetros de rendimiento le ayudaron a evitar el “aumento de los requisitos” y la sobrerregulación que ha llevado a muchos programas del Pentágono a una espiral de fracasos.
Una década después, el nuevo bombardero de la Fuerza Aérea significa que Estados Unidos es el único país del mundo que puede mantener objetivos en riesgo dentro de la China continental, una capacidad esencial para la disuasión y para evitar el conflicto.
Esta nueva capacidad es especialmente necesaria en un momento en el que cada vez es más difícil dejar atrás, evitar o derrotar a los misiles, por lo que la capacidad de un bombardero de llevar más misiles y sensores, y de mayor tamaño, resulta más atractiva.
La proliferación de misiles guiados de precisión de largo alcance y de sistemas avanzados de defensa aérea pone en entredicho el método tradicional estadounidense de proyección de poder basado en aviones no sigilosos con base regional. Muchas aeronaves tradicionales no podrán contribuir de forma significativa en los primeros días de conflicto en el mortífero espacio aéreo que rodea a sus competidores.
Con su largo alcance, su gran carga útil y su potente conjunto de sensores, el B-21 resultará esencial para destruir un número cada vez mayor de objetivos móviles y reforzados o profundamente enterrados, junto con los avances en las tecnologías hipersónicas.
Además, los avances rusos y chinos en las capacidades de interferencia y antisatélite amenazan con cortar las comunicaciones entre los controladores humanos en Estados Unidos y los robots en el espacio aéreo enemigo. El B-21, con su gran conjunto de componentes electrónicos y dos o más aviadores, comandará y controlará aeronaves independientes desde las líneas de frente hostiles o servirá de retransmisión de datos a los controladores humanos en otros lugares.
El B-21 también tendrá el alcance y la carga útil para transportar drones de corto alcance en el espacio aéreo denegado, una condición necesaria para emplear estos sistemas en entornos realistas en primer lugar. En resumen, el nuevo bombardero B-21 Raider del Ejército del Aire no puede llegar lo suficientemente pronto.